Cuando hablamos de las relaciones entre individuos, o para el caso, entre las instituciones que los seres humanos conforman, nos encontramos muchas veces con resultados predecibles y reiterados, pero hay ocasiones en que las situaciones, producto de múltiples circunstancias, terminan generando cuadros fuera de lo habitual. Este es quizás el panorama que se nos presenta, cuando de la historia de la Argentina y el FMI se trata
No es el objetivo de este análisis profundizar excesivamente en aspectos técnicos e históricos, pero viene bien en este punto recordar algunas cuestiones.
1- El FMI nace como consecuencia de los acuerdos de Bretton Woods de julio de 1944, y tiene como objetivo principal contribuir al equilibrio del sistema financiero internacional, gravemente afectado por la crisis de la década de 1930. El libre comercio y el dólar como moneda central de referencia formaban parte de este armado.
2- Entre los instrumentos que el FMI posee para alcanzar sus metas, se encuentra el otorgamiento de préstamos a los países miembros, los cuales tienen como objetivo solventar el desequilibrio, en principio transitorio, de la balanza de pagos. Esto impide las grandes devaluaciones desequilibrantes del comercio internacional- uno de los causales de la profundización de la crisis de 1929- y asegura la fluidez de las transacciones internacionales alejando el riesgo de default.
3- El FMI ha habilitado a través del tiempo distintas líneas de financiamiento a países miembros, adecuando las mismas a las circunstancias de la economía mundial y la situación particular de la nación requirente, siendo las dos mas habituales el acuerdo Stand by, con un plazo de devolución aproximado de cinco años, y el acuerdo de Facilidades Extendidas, con un término de 10 años para su cancelación.
4- La República Argentina, en su carácter de miembro del FMI desde el año 1956, ha hecho uso de estos instrumentos al menos 21 veces – 19 Stand by y 2 acuerdos de facilidades extendidas- además de otros instrumentos requeridos en distintas circunstancias.
Siendo estos los hechos, actualmente se plantean cuestiones, tanto a nivel local como internacional, con relación a la legitimidad y utilidad de dicho financiamiento, presentándose estos cuestionamientos como habituales en ámbitos ideológicos y académicos, pero alcanzando niveles sumamente críticos y con acusaciones de ilegalidad en el convulsionado mundo político argentino.
Yendo ya a la cuestión actual, la controversia planteada por la ayuda que ha proporcionado el FMI a la Argentina durante la gestión de Cambiemos, aparece como el más reciente eslabón en la cadena de desencuentros entre el organismo y nuestro país
La Argentina desde su nacimiento se ha caracterizado, con escasas excepciones, por una permanente inestabilidad política y económica, con el agravante de que durante el siglo XX su posición en el concierto de las naciones se deterioró significativamente. Actualmente esa situación de retroceso continúa, pero cierta cultura tenida de ideología antiliberal – capitalista y proclive a sostener transitorias glorias pasadas, se ha encargado de enarbolar banderas de soberanía económica y cultural que en la práctica hace mucho desaparecieron
Al asumir el presidente Mauricio Macri a fines del 2015, la situación que encontró en la administración pública, especialmente en sus aspectos económicos y jurídicos, podía caracterizarse como terminal. Dicho panorama implicaba la necesidad de cambios urgentes y profundos con claras consecuencias políticas, con el agravante, además, de haber despertado la llegada al poder de Cambiemos, una expectativa desproporcionada. Esta situación, favorable en un principio, terminó siendo nefasta para los planes del gobierno, que debió recurrir, una vez más, a la ayuda del FMI para evitar que el retiro de capitales terminara en situación de default.
Es en este punto es donde los preconceptos, la ideología, una visión equivocada de la realidad y la propia lógica, parecen confluir como elementos necesarios para explicar un profundo contrasentido. Podría resumirse así
1- La Argentina de hoy es el producto de una desastrosa administración en el ámbito público que lleva más de 90 años, alcanzando su cenit durante las administraciones peronistas.
2- Las consecuencias más relevantes de ese proceso se han visto reflejadas en el ámbito económico, donde las variables macro se han ido deteriorando progresivamente ante la auto justificada excusa de evitar “sufrimientos del ajuste a la población Argentina”.
3- La situación mencionada anteriormente ha llevado a la falta de crédito internacional para financiar los desaguisados de la política interna, llevando a la Nación al default o al borde de este gran cantidad de veces.
4- Ante este panorama, gobiernos de izquierda y derecha han debido recurrir – repito, al menos 21 veces- a la ayuda del FMI para evitar el derrumbe del país, para acto seguido criticar a la Institución amargamente por “ forzar al pueblo argentino a pasar hambre y privaciones”.
5- El FMI, a su vez, como organismo multilateral burocrático de objetivos precisos, nunca pudo comprender en profundidad qué es lo que ocurre en nuestro país, cayendo una y otra vez en la ingenua actitud de financiar los crónicos desajustes de la sociedad argentina. La institución, conformada por 190 países, es a su vez susceptible de presiones y decisiones políticas de sus miembros más poderosos, siendo finalmente sus decisiones el producto de burocracias que responden a intereses particulares, en lugar de la lógica política y económica que las situaciones acreditan
Siendo este el escenario, tal vez pueda evaluarse en su real dimensión el comunicado del FMI de fecha 22 de diciembre de 2021. En el mismo, el organismo hace un análisis de carácter político, financiero y reglamentario del préstamo otorgado, ya que el mismo corre riesgo de default con la posibilidad de comprometer a varios funcionarios anteriores y actuales que estuvieron involucrados en esa decisión. Esta evaluación, en opinión del que suscribe esta nota, tiene más un propósito de cobertura y delimitación de responsabilidades que un carácter estrictamente técnico. Los prestamos del FMI tienen necesariamente un componente político, y a la luz de este, la línea acordada era absolutamente viable en un contexto de continuidad del gobierno Macrista. Se critica el monto -44.500 millones de dólares desembolsados sobre una línea de 56.300 millones- el mayor otorgado para un stand by, pero sustancialmente menor a los desembolsos otorgados a Grecia y Portugal, países también de riesgo sustancial en su momento, aunque receptores de prestamos del FMI sindicados con la UE. Se habla de incumplimiento de metas y objetivos y de fuga de capitales, cuando esto tenia una alta probabilidad de ocurrir con la sombra del peronismo en el Congreso Nacional y en el caso de una derrota de Cambiemos en el 2019, siendo la fuga de capitales, además, el motivo principal por el cual se tomaba el préstamo. Todo parece ser una crítica hacia la línea interna del fondo y destinada a satisfacer las pretensiones del gobierno argentino, que por todos los medios intenta culpar al Presidente Mauricio Macri de la situación externa del país y el posible incumplimiento.
Es así como la viabilidad de un préstamo del FMI no parece estar dada finalmente por consideraciones técnicas o plazos de repago, sino por la voluntad de los países centrales de ayudar a las naciones que intentan encaminarse tras la vía democrática y el sistema liberal capitalista. Esta última posición es, a su vez, profundamente rechazada por los críticos del sistema y los ideólogos del campo social – progresista.
La Argentina es una Nación que lleva inmersa en su Carta Magna del año 1853 los valores de la libertad y la democracia. Estos implican por sobre toda las cosas responsabilidad y cumplimiento de las obligaciones contraídas. Ya hace décadas que esos valores se han ido perdiendo, a diferencia del resto del mundo capitalista. Esto conlleva la sorprendente situación donde el país, las instituciones y los individuos contraen obligaciones y luego protestan en forma airada cuando se exige su cumplimiento.
El gobierno de Mauricio Macri intentó honrar deuda privada contraída para financiar el insostenible déficit fiscal generado por la irresponsabilidad de gobiernos anteriores, y a esto ha dado en llamarse “fuga de capitales”. Luego de 21 préstamos fracasados en su intento de estabilizar el país, el FMI aun no lo entiende. Los argentinos, por su parte, ven a un salvador como un demonio, porque precisamente, los ha salvado de su propia y cómoda irresponsabilidad. Como consuelo podríamos decir que otros países atraviesan en alguna medida el mismo dilema, todo fogoneado por economistas y políticos irresponsables que fomentan la ruptura de las relaciones internacionales asumidas voluntariamente.
Mag. Norberto Mourad