El tema más candente del debate político actual: dolarización sí o dolarización no. El Dr. Norberto Mourat de mete en la polémica,
Luego del inesperado resultado en las PASO del 13 de agosto de 2023, la ya clásica incertidumbre argentina alcanzó una nueva dimensión. El triunfo de Javier Milei y la Libertad Avanza, puso súbitamente en un plano de realidad las radicales propuestas del libertario, siendo la columna vertebral de su plan económico el reemplazo de la moneda argentina por el dólar estadounidense.
Simultáneamente con el advenimiento de Milei, el espacio de centro actual, representado por la coalición de Juntos por el Cambio, presentó posiciones que van en la misma dirección, pero con un grado de moderación que luce más adecuado para la sociedad argentina. La transformación del sistema monetario del país no es la excepción en estas propuestas alternativas
¿En qué se parecen y en qué se diferencian, entonces, ambos planteos destinados a reencauzar la situación económico-financiera? Veamos
Lo primero que podemos notar, es que ambos desarrollos parten de la misma base
- El final del peso como moneda única de curso legal en el país
- La absoluta pérdida de confianza en el dinero fiduciario emitido por Argentina, debido a la continua declinación de la economía del país.
A partir de esta coincidencia, los estrategas económicos mencionados precedentemente presentaron dos vías diferentes para llegar al reemplazo de la moneda local, asumiendo de paso ciertos comportamientos de individuos y empresas al momento de implementarse cada propuesta.
Emilio Ocampo, economista embanderado en el extremismo libertario de Milei, acercó a La Libertad Avanza un modelo donde se propone el cambio de los pasivos en moneda nacional del Banco Central – Base monetaria, leliq, notaliq y pases pasivos- por otros en dólares, dejando en un plazo más o menos breve fuera de circulación al peso argentino. La forma en que se pretende implementar dicho cambio seria a través de los activos del BCRA, los cuales servirían para reemplazar o cancelar tanto pasivos no remunerados (base monetaria) como los remunerados (leliq, notaliq y pases). En resumidas cuentas, el cálculo seria así
- Base monetaria: 6 billones de pesos. Equivalen a aproximadamente 8.000 millones de dólares
- Leliq y Notaliq: 19 billones de pesos. Equivalen a aproximadamente 26.000 millones de dólares
- Pases pasivos: 6 billones de pesos. Equivalen a aproximadamente 8000
millones de dólares
Todo esto tomando el balance del BCRA al 23 de agosto de 2023 y un tipo de cambio libre (promedio de CCL, MEP e informal) de $720 por dólar.
O sea que, suponiendo que estos valores y cifras mantengan una relación similar en el futuro, se necesitarían 42.000 millones de dólares para proceder a la sustitución de la moneda
Dado que las Leliq y Notaliq son meros títulos públicos en pesos argentinos, según este planteo podrían ser “swapeadas” (cambiadas) por otros que se encuentran en el activo del BCRA. Estos serían títulos en dólares de una cartera con un valor aproximado de 35 billones de pesos, con lo cual bastaría para cubrir las obligaciones en pasivos remunerados del Central
Los pasivos no remunerados, o sea la base monetaria, debería poder transformarse en dólares estadounidenses a través de un préstamo, el cual sería otorgado contra la garantía del resto de los activos de libre disponibilidad del BCRA.
Frente a la propuesta anterior, aparece la de Horacio Tomás Liendo, abogado y economista que fuera uno de los responsables de la implementación de la convertibilidad de Domingo Cavallo en los 90.
Esta alternativa se basa en el concepto de bi-monetarismo, en el cual dos monedas circulan en paralelo sin restricciones cambiarias de ningún tipo, siendo la equivalencia entre las mismas aquella que fija el mercado libremente. Este sistema, ya aplicado en países como Uruguay y Perú, da al dólar estadounidense un estatus similar a la moneda nacional, pudiendo realizarse todas las transacciones de cualquier tipo en ambas especies. La condición necesaria para que esto suceda, es que el dólar estadounidense reciba la calificación de moneda de curso legal. A partir del reconocimiento pleno del estatus mencionado, la existencia de pesos argentinos debería ir mermando hasta convertirse en residual, aunque en este caso deja siempre abierta la posibilidad de recuperarse, al igual que el señoreaje, en caso de que la Argentina mejore dramáticamente sus parámetros.
Podríamos decir entonces que en este último caso la dolarización es un proceso voluntario, frente a la primera alternativa donde termina siendo un acto compulsivo por la falta de pesos
Existen coincidencias en distinto grado, en lo referido a la emisión monetaria para financiar al tesoro y la renuncia a la capacidad de señoreaje. Ambas posiciones descartan el uso de la emisión para cubrir el déficit presupuestario, rechazando por lo tanto los adelantos transitorios al gobierno nacional, pero la existencia del peso lleva implícita la posibilidad del señoreaje a través de mecanismos diversos, en el caso de la última propuesta.
En línea con la posición adoptada frente a la emisión monetaria, ambos planteos apuntan a importantes reformas en el funcionamiento del Banco Central. En el caso de La Libertad Avanza, se busca la lisa y llana eliminación del BCRA como forma definitiva de evitar la emisión y el señoreaje. Para Juntos por el Cambio, la opción pasa reformar la carta orgánica de la institución, brindando absoluta independencia para su funcionamiento y prohibiendo la emisión para financiar al tesoro
Ambos planteos predican un mercado cambiario sin restricciones, con una cotización única y libre, al tiempo que se permitiría la libre entrada y salida de capitales. Nuevamente, los planteos extremos de Milei, que conllevan la desaparición compulsiva del peso, acentúan estas medidas en un grado mayor al que pueda esperarse en el bi-monetarismo
Análisis de las propuestas
Planteadas las alternativas, pasaremos a evaluar cada propuesta en general y los elementos que la conforman en particular
En términos de contundencia, la propuesta dolarizadora de La Libertad Avanza es sin duda la más efectiva. Dado el particular marco socio cultural y político del país, cualquier gradualismo está probablemente condenado al fracaso. La desaparición del peso en un contexto de restricción del gasto, implica la no satisfacción de intereses arraigados hace tiempo en nuestro panorama doméstico. La posibilidad de enormes presiones sobre la dirigencia política hace, por lo tanto, dudar de la capacidad de esta para sostener las políticas mencionadas precedentemente. En consecuencia, la rápida desaparición de las posibilidades de emisión parece el camino más correcto.
En relación con este punto, vale aclarar que la emisión no se restringe únicamente a los adelantos transitorios, sino que se alimenta también de factores como el pago de intereses de la deuda remunerada y las compras netas de divisas, todos factores que alimentan la inflación en un contexto de muy baja demanda de dinero
Continuando con la propuesta de Horacio Liendo, es interesante destacar su viabilidad en términos prácticos, además de una relativa mayor facilidad para obtener respaldo legislativo. El buen funcionamiento de este sistema requeriría, no solamente levantar toda restricción legal al uso de moneda extranjera y declarar su curso legal, sino también una ley que establezca algún tipo de cerrojo fiscal para que los individuos vuelquen al mercado formal sus tenencias en divisas. Está de más decir que los innumerables blanqueos, la ley de convertibilidad y la caja de conversión de Carlos Pellegrini, conforman sobrados antecedentes para la implementación de esta alternativa.
Es destacable también el hecho de que el esquema no requeriría de prestamos o ayuda financiera del exterior, ya que los estimados 350.000 millones de dólares de argentinos que están fuera del sistema, serían más que suficientes para reemplazar y expandir la oferta monetaria en pesos.
Pasando al análisis de los elementos que conforman la propuesta, no presenta claridad la situación de los pasivos remunerados del BCRA. Si bien un esquema bi-monetario permitiría su subsistencia, el pago de intereses podría alimentar el crecimiento de la base monetaria, afectar el tipo de cambio de equilibrio, vulnerar el principio de no emisión y traer potenciales efectos adversos en la tasa de inflación en pesos. Como consecuencia, los tenedores de la moneda nacional sufrirían una pérdida del poder adquisitivo que generaría tensión en toda la economía.
Es muy importante insistir que la existencia de un Banco Central bajo este sistema debería estar sometida a parámetros precisos. Tendría que funcionar como un organismo independiente sometido a mayorías legislativas especiales, y ratificar sus 2 funciones básicas: controlar la moneda y actuar como prestamista de última instancia. Aspectos como la compra de divisas para incrementar reservas, regulación del mercado cambiario y servicios de los pasivos remunerados, solo deberían atenderse con activos del BCRA y adelantos del tesoro, sin recurrir a la emisión
Yendo ya al esquema sostenido por Milei-Ocampo y La Libertad Avanza, es bueno volver a destacar su contundencia. La desaparición del peso en un plazo más o menos breve y el cierre del BCRA, garantizan una oferta monetaria libre de señoreaje e influencias políticas, ligando su crecimiento al ciclo económico y la evolución de los fundamentals. La severa restricción en políticas activas se considera necesaria hasta lograr un saneamiento de todo el sistema económico financiero.
Volcándonos ahora a los diversos aspectos que conforman este esquema, surgen algunas observaciones con relación a su factibilidad
El primer punto para tener en cuenta es la constitucionalidad de la dolarización como forma de reemplazo del sistema monetario argentino. Si bien el tema está en discusión, es indudable que el conjunto de leyes necesarias para implementar el esquema es mucho más radical que la propuesta bi-monetaria. Esta situación pone un interrogante sobre la aprobación del andamiaje jurídico requerido para ponerlo en marcha
En relación con las cuestiones técnicas, los activos del BCRA sobre los cuales se pretende operar para el reemplazo de la moneda no están todos denominados en moneda extranjera o titularizados, por lo cual se requeriría previamente un saneamiento por parte de la tesorería para capitalizar y mejorar la calidad de estos. En este punto, poner los títulos públicos bajo ley extranjera se considera fundamental.
Continuando con este aspecto, y partiendo de la base de la indisponibilidad de activos externos por estar comprometidos para la cancelación de pasivos diversos (el FMI los considera negativos en 10.300 millones de dólares), luce extremadamente difícil lograr que fuentes internacionales otorguen un préstamo al país en condiciones aceptables (salvo, claro está, motivaciones de orden político). En primer lugar, el altísimo riego argentino y la endeble garantía ofrecida (el BCRA se estaría auto garantizando a través de títulos públicos emitidos por el propio Estado argentino) restringen severamente el número de posibles acreedores dispuestos a sindicar semejante préstamo. En segundo lugar, en caso de presentarse dichos acreedores, las condiciones de tasa y cancelación podrían ser inaceptables para la Argentina y su plan de dolarización (la baja paridad de los títulos podría, como mínimo, duplicar la deuda efectiva de la Argentina en caso de ejecución de la garantía) En todo caso, aun cuando se alcanzare un acuerdo, no sería para nada recomendable un nuevo endeudamiento en el lógico contexto de incertidumbre inicial de esta nueva iniciativa.
En cuanto a la utilización de títulos públicos para la cancelación de pasivos remunerados, la situación es todavía más complicada, ya que en la práctica implica lograr que instituciones financieras y ahorristas acepten cambios de moneda, modificaciones de tasas y re-perfilamiento de sus inversiones. Si bien existe algún espacio para la negociación, la posibilidad de un nuevo plan Bonex de carácter compulsivo está a la vista, así como el riesgo de quiebra de parte del sistema financiero
Por último, sería importante clarificar cómo funcionaria el sistema financiero bajo este nuevo esquema, sin Banco Central a la vista.
El desarrollo que se propone debería contar con una entidad capaz de solventar situaciones de iliquidez en el sistema bancario, lo que se haría a través de un organismo creado por el mismo sistema (estilo FDIC estadounidense, con o sin participación estatal) Alternativamente, se modificaría el funcionamiento de todo el sistema financiero, pasando de la banca de encajes fraccionarios (creación de dinero bancario) a otra con encajes al 100% (banca Simons: administración de fondos e intermediación acreedor-deudor en préstamos). Este último sería el elegido por La Libertad Avanza en línea con la contención de la expansión monetaria, lo que implica un cambio profundo en la matriz de negocios del sistema financiero argentino
Conclusión
Las dificultades técnicas, legales y empresariales que implica la dolarización, sumado al riesgo sistémico de quiebra de entidades y abusos para con los ahorristas, hacen que la efectividad de este esquema, en la forma que ha sido planteado hasta ahora, quede opacada por su muy compleja implementación. Por lo tanto, y pese a los riesgos y algunas indefiniciones que trae aparejado el bi-monetarismo, este sería el único camino posible para comenzar a ordenar la economía.