El presidente Alberto Fernández al llegar a sus primeros catorce meses de gobierno tiene pocos -o ningún- logros que mostrar. La economía argentina que estaba en una difícil situación el diciembre de 2019 hoy está en una crisis de pronóstico reservado. Esta apreciación no es subjetiva, sino que surge de las principales variables económicas.
La inflación en 2020 fue del 33,6% y, según el economista Matías Rajnerman de la consultora Ecolatina, en el primer mes de 2021 es del 4% igual que el ritmo de la devaluación del peso.
El desempleo pasó de 9,7% en 2019 al 11,7% y se refleja directamente en el aumento de la pobreza que afecta al 44,2% de la población y constituye el porcentaje más alto de la última década.
Es decir, que dieciocho millones de argentinos son pobres. En el último año, se sumaron a la pobreza más de dos millones de nuevos pobres.
La indigencia que 2019 era de 8,9% se elevó a 10,1%. El 64.1% de los niños y adolescentes argentinos son pobres.
En 2020 el 47,4 de los hogares argentinos recibieron algún tipo de ayuda económica por parte del Estado. Las personas que recibieron algún tipo de subsidio estatal en el último año pasaron del 37,5% al 55,5%.
En otras palabras, más de la mitad de la población argentina vive de la otra mitad. Pero, esto no es totalmente así porque los pobres también pagan impuestos. Los pobres también pagan impuestos indirectos como el IVA, el impuesto a los combustibles, a las bebidas alcohólica, a las gaseosas y otras muchas imposiciones. Además del llamado “impuesto inflacionario” que afecta a todos los argentinos sin distinciones de sector económico al que pertenezcan.
En la última encuesta dada a conocer por la consultora Synopsis (18/01/21) el 72,1% de los encuestados manifiesta tener una baja confianza en el gobierno. El 58,6% califica como negativo el desempeño del gobierno.
Las preocupaciones económicas se sitúan entre los principales problemas que afectan a la gente y alcanzan el 39,7% de las respuestas. De ese porcentaje, el 26,7% se siente preocupado por la inflación, el 13% sostiene que el principal problema es el desempleo. Le siguen la corrupción con 34,2%, la sanidad con 9,1%, los problemas de seguridad también con 9,1% y la educación con 2,8%.
El 58,7% de los encuestados estimaron que la situación económica del país será peor dentro de un año.
Si bien los partidarios del gobierno pueden adjudicar a la herencia dejada por el gobierno de Mauricio Macri y a las consecuencias de la pandemia de coronavirus el agravamiento de la crisis económica, no pueden adjudicarle a nadie el agravamiento de los índices de corrupción.
Según el Índice 2020 de Transparencia Internacional, Argentina bajo el gobierno de Alberto Fernández descendió doce puestos situándose en el puesto 78 entre 180 países. Mientras que, en 2019, durante el gobierno de Mauricio Macri el país había subido 19 puestos posicionándose en el lugar 66 de la tabla.
La peor performance de Argentina en el Índice de Transparencia Internacional fue en 2015, durante el segundo período de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando el país se situó en el puesto 107 entre los 168 países evaluados.
Entre los 32 países del continente americano, Argentina se sitúa en la posición 14, un puesto más abajo que el año 2019.
Es como resultado de la crisis económica y desastrosa gestión de la pandemia del coronavirus y otros desaciertos como la liberación de presos y las presiones sobre la Justicia para eliminar las causas penales por corrupción que afectan a Cristina Fernández de Kirchner y a varios ex funcionarios suyos que la imagen presidencial ha caído bruscamente.
La imagen negativa del presidente Fernández alcanzó en la encuesta al 54,3% de los consultados y la positiva fue tan sólo del 30,7%, una cifra que se aproxima al piso de los votantes kirchneristas. Mientras que los guarismos de la vicepresidenta Cristina Kirchner son aún peores: la desaprobación alcanza al 70% y la imagen positiva es del 28%.
En las encuestas de los próximos meses posiblemente la imagen del gobierno argentino seguramente se deteriorará aún más debido a la forma en que se está gestionando la crisis del coronavirus Covid 19.
El presidente Alberto Fernández aseguró que el país recibiría en enero de 2020, diez millones de dosis de la vacuna rusa Spunitk V. Pero, pese a las promesas presidenciales, sólo se recibieron 410.000 dosis completas (1º y 2º dosis).
Debido a las presiones ejercidas por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el país solo adquirió vacunas de Rusia y descartó con vagos argumentos adquirir vacunas de otras empresas farmacéuticas internacionales.
Argentina fue el primer país del mundo en vacunar masivamente a su población con la vacuna rusa, pero esto no fue suficiente razón para que Rusia cumpliera los contratos suscriptos con el país para la provisión de las vacunas.
A este ritmo la vacunación, solo recibieron las dos dosis de la vacuna 51.000 personas, administrar el fármaco al 80% de los más de cuarenta y cuatro millones de habitantes podría demandar veinte años.
Para colmo de males, ayer trascendió que el candidato presidencial de Ecuador, Andrés Arauz, del partido Unión por la Esperanza (UNES) apoyado por el ex presidente Rafael Correa, afirmó durante un debate presidencial que Alberto Fernández le había prometido 4.400.000 millones de vacunas contra el coronavirus. La noticia sumió a los argentinos entre la incredulidad y la indignación.
En octubre de este año, el gobierno de Alberto Fernández deberá enfrentar las elecciones parlamentarias de mitad de mandato, si sufre una derrota importante no sólo puede perder la mayoría en la cámara de diputados y una fuerte disminución de su mayoría en el senado, sino que podría convertirse en los que se llama un “pato rengo”, un presidente que difícilmente podría lograr la reelección y que seguramente sería sucedido por un opositor.
No obstante, todavía faltan nueve meses para los comicios y el peronismo es conocido por su aceitado aparato electoral, por lo cual nada está dicho y todo puede suceder.