¿QUÉ ES EL MAGREB?
En el mundo árabe se han distinguido tradicionalmente dos grandes subconjuntos regionales: el Magreb o Poniente de la astronomía árabe y el Machrek u Oriente árabe. La denominación árabe Al-Maghrib era inicialmente un término astronómico que significaba poniente, “la región donde se pone el sol”, que, por extensión, se pasó a denominar a la tierra lejana y desconocida hacia donde se dirigieron los árabes en el siglo VII y donde implantaron el Islam.
El Magreb alberga a cinco estados: Libia, Argelia, Túnez, Marruecos y Mauritania. Sumados estos Estados ocupan un territorio de 4.287.560 km² que lo equipara en extensión con la Europa comunitaria (4.324.782 km²) aunque lamentablemente la mayor parte de ese territorio es desértico o semidesértico.
El Magreb constituye algo más de 14% del territorio africano y el 42% de la superficie combinada del mundo árabe y el 30% de su población. Es también la región de África con menor densidad de población: 11,1 habitantes por kilómetro cuadrado, el 50% de los cuales es urbano.
LA UNIÓN DEL MAGREB ÁRABE (UMA)
La integración económica de los países del Magreb reconoce, al menos, dos grandes iniciativas frustradas. En octubre de 1964, la creación del Comité Permanente Consultivo Magrebí (CPCM), con sede en Túnez, surgido de la Primera Conferencia de Ministros de Economía de Marruecos, Túnez, Libia y Argelia.
El Comité Permanente tenía objetivos sumamente ambiciosos: impulsar el desarrollo de los intercambios intramagrebíes, el establecimiento de una política aduanera común, política industrial coordinada, armonización de la política de negociación con la CEE, etc.
Lamentablemente, los conflictos territoriales entre los Estados magrebíes archivaron esta iniciativa después de tan sólo cinco reuniones de los ministros de economía. La integración económica del Magreb entró en un cono de sombras hasta 1989.
El 17 de febrero de 1989, se concretó la segunda de estas iniciativas. Los cinco jefes de Estado de los países del Magreb, el rey Hassan II de Marruecos, el presidente Chadli de Argelia, el coronel Gadafi de Libia, el coronel Taya de Mauritania y el presidente Ben Alí de Túnez firmaron en la bella ciudad de Marrakech el tratado de constitución de la “Unión del Magreb Árabe” (UMA).
Por desgracia, desde su firma, la UMA no se ha materializado. Los litigios fronterizos , la cuestión artificialmente mantenida en torno a las provincias saharianas de Marruecos, las crisis internas, como la “Primavera Árabe”, la guerra civil en Libia, las polarizaciones intramagrebíes, las relaciones verticales con la Unión Europea, el predominio de la diplomacia bilateral con los países europeos y la pobreza de los intercambios horizontales han frustrado también esta iniciativa.
Tras 30 años, no se logró ninguno de los grandes objetivos de la UMA. La seguridad y la política eclipsan la atención. En el momento en el que el mundo se mueve para la formación de bloques económicos y mercados de consumo integradas, el Magreb sigue ausente de la escena internacional, y económicamente no pesa, aunque disponga de enormes posibilidades y riquezas.
El impacto de la crisis económica global y las revueltas que sucedieron desde 2011 han impactado profundamente en las economías norteafricanas, contribuyendo a un aumento del proteccionismo comercial y a un debilitamiento de la inversión. Los países del Magreb no pueden esperar y ganar tiempo, ya que se arriesgan a no poder cumplir con las exigencias del mercado, y no pueden desatender este frente si quieren luchar contra la radicalización religiosa, estimular la diversificación económica y el crecimiento de empleo que necesitan para mantener una estabilidad política y social.
En el conjunto de los países del Magreb viven cien millones de personas con una media de edad de 24 años, una riqueza estimada en 500.000 millones de dólares, un superávit fiscal que alcanzó los 30.000 millones de dólares, en 2017, y con reservas de divisas que superan los 300.000 millones de dólares.
Una reactivación del proceso de integración es clave para satisfacer las necesidades del crecimiento y fortalecer la resistencia a los choques externos. La solución está en casa: sumando sus fuerzas los países de la región tienen todo para ganar: unas economías de escala importante, un potencial real de crecimiento, y un gran mercado de consumidores que tiene unos márgenes de progresión muy significativos. Además cuenta con grandes recursos y riquezas en los campos de la energía, la agricultura, el turismo, los minerales, los recursos humanos y la proximidad a los mercados europeos, árabes y africanos.
A falta de un real proceso de integración económica regional, la principal plataforma de ingreso a África en el Magreb para empresarios e inversionistas los constituye el Reino de Marruecos.
MARRUECOS PLATAFORMA DE INGRESO A ÁFRICA
Marruecos por su posición geopolítica, su proximidad cultural con los países de la región y su infraestructura, servicios y mano de obra capacitada constituye una puerta de acceso privilegiada al continente africano.
Situado a tan solo 14,4 kilómetros de las costas europeas, al otro lado del Estrecho de Gibraltar, Marruecos cuenta con una posición geográfica que favorece las comunicaciones aéreas y marítimas con los mercados del África del Norte, África Central y África Occidental en comparación con otros países de la región.
La proximidad geográfica de Marruecos con la Unión Europea presenta ventajas adicionales en términos logísticos, a los que se agregan su dotación de infraestructuras y sus buenas conexiones marítimas y aéreas, que convierten al reino alauí en una plataforma privilegiada de acceso a África.
Sin embargo, las comunicaciones terrestres se ven dificultadas por el cierre de la frontera con Argelia desde 1994. Por lo tanto, el abordaje al resto de África por tierra se ve accesible únicamente a través de Mauritania. Es por ello que, algunas compañías logísticas marroquíes han establecido servicios regulares por carretera entre Marruecos, Senegal y Malí atravesando el territorio de Mauritania. Sus camiones también llegan hasta Guinea, Burkina Faso, Costa de Marfil y Níger.
A pesar de las limitaciones en la logística terrestre, la cara atlántica de África queda plenamente cubierta por las infraestructuras aéreas y portuarias que ofrece Marruecos.
Las infraestructuras logísticas de Marruecos lo convierten en un enclave estratégico para el comercio exterior, especialmente en lo que hace al transporte marítimo. Así, por ejemplo, más del 40% de las mercancías que hacen transbordo en el puerto de Tánger Med tiene como origen o destino a África Occidental.
Además del puerto Tánger Med, con capacidad para 8,5 millones de containers, Marruecos dispone de otros puertos como el de Agadir al sur del país, especializado en productos pesqueros y agro alimentos, los de Jorf Lasfar y Sali especializados en fosfatos, el de Casablanca y el de Mohammedia, de hidrocarburos. También existen otros proyectos en marcha que reforzarán la dimensión atlántica de Marruecos, como los puertos de Kenitra Atlantique, Dakhla y Nador Westmed.
Los tres principales puertos (Casablanca, Jorf Lasfar y Tánger Med) cuentan con líneas regulares semanales que conectan a Marruecos con los puertos de veinte países africanos.
En lo que respecta a la infraestructura aérea, Marruecos dispone de 14 aeropuertos internacionales. El aeropuerto de Casablanca permite conectar directamente con los principales aeropuertos africanos. En 2016, el tráfico aéreo de mercancías exportadas de Marruecos al resto de África aumentó un 6,52% respecto del año anterior, alcanzando las 68.436, 24 toneladas.
Para el tráfico de pasajeros hay vuelos regulares a África del Norte, Oeste y Central. Royal Air Maroc vuela a 22 destinos en el África subsahariana.
Aunque los intercambios comerciales de Marruecos siguen dominados por Europa (el 64% de las importaciones y el 70% de las exportaciones las protagonizan países europeos), la cifra de las transacciones comerciales entre Marruecos y África Subsahariana no ha dejado de crecer en los últimos años presentando un incremento anual promedio de 9,1% para el periodo 2008 – 20016.
Marruecos exportó al África Subsahariana mercancías por valor de 1.394 millones de euros en 2016. Por su parte, las importaciones a Marruecos desde África subsahariana, se han mantenido siempre estables entre 250 y 450 millones de euros. Esto se traduce en una balanza comercial excedentaria que pasó de los 121 millones de euros en 2008 a 1.112 millones de euros en 2016.
En las últimas décadas, las empresas marroquíes han mejorado su competitividad y accedido a países africanos dándose a conocer en el resto del continente no sólo por la calidad y precio de sus productos y servicios sino también por la proximidad, la conexión cultural, económica y social que mantiene Marruecos con África.
De hecho, Marruecos ha mejorado su clima de negocios en los últimos siete años, avanzando sesenta puestos en el ranking “Doing Business” lo que le permitió posicionarse en el número 68 del ranking global y el primero de África del Norte. También ocupa el primer puesto de esta región en el índice de libertad económica elaborado por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal y en la calificación de riesgo país de COFACE (valoración A4, frente a sus vecinos magrebíes con calificación menor.)
EL CAPITAL HUMANO
Marruecos dispone de dieciséis universidades y de 370.000 estudiantes de educación superior. Además, 43.000 estudiantes marroquíes cursan sus estudios en el extranjero, de los cuales más del 60% de los que finalizan sus estudios en universidades extranjeras vuelven a trabajar en Marruecos.
Además del alto nivel de formación, buena parte de la población habla varios idiomas ya que existen aproximadamente veinte millones de personas francófonas y más de cinco millones de hispanohablantes, estas últimas ubicadas sobre todo en el norte del país. Existe también una fuerte difusión del inglés entre graduados jóvenes y ejecutivos de empresas, así como del árabe clásico en la administración pública y la prensa escrita.
Marruecos, por tanto, comparte lengua de trabajo con 31 países del África francófona (120 millones de personas francófonas) entre los que se encuentran Benín, Burkina Faso, Camerún, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Yibuti, Gabón, Guinea Ecuatorial, Kenia, Mali, Mauritania, Guinea, Senegal, Togo, Túnez y Argelia.
LA POLÍTICA AFRICANA DE MOHAMED VI
Desde el comienzo del reinado de Mohamed VI, en 1999, Marruecos se ha caracterizado por una política exterior dirigida a desarrollo sostenible y cooperativo, al fortalecimiento de las relaciones sur – sur y a priorizar los vínculos con África.
Esta política comenzó con la cada vez mayor intervención de tropas marroquíes en las misiones de paz de Naciones Unidas en el continente y con el otorgamiento de becas para estudiantes africanos. En 2016, estaban estudiando 18.000 alumnos extranjeros provenientes de 42 países, de los cuales 6.500 eran becarios. La participación en la formación de imanes, el envío de ayuda humanitaria y medicamentos para los pueblos necesitados de África y muchas otras iniciativas similares.
Actualmente, Marruecos, con 1.700 millones de dólares en inversiones, es el segundo inversor africano en el continente, después de Sudáfrica y aspira a convertirse en el primero.
La presencia de Mohammed VI acompañado de delegaciones de funcionarios y empresarios marroquíes se hizo algo habitual en los países de la región. Cada visita del monarca alauí a un país africano dejaba al país anfitrión un saldo de donaciones y ventajosos convenios de cooperación bilateral.
Marruecos ha suscripto una serie de acuerdos regionales para el libre intercambio de mercancías y para favorecer las inversiones entre el Reino y el resto del continente africano. Desde 1956 a 1999 se firmaron 515 acuerdos con los países africanos; mientras que, desde entonces, han sido 949 los acuerdos firmados hasta la fecha, es decir, más del doble. Esos acuerdos abarcan todo tipo de materias que van desde los intercambios meramente comerciales a la colaboración en materias concretas como la educación o la cultura.
Esta diplomacia económica emprendedora y su fuerte compromiso en el campo de la diplomacia cultural y religiosa pusieron de manifiesto la preocupación del Rey de Marruecos por las necesidades de los pueblos hermanos del África.
Marruecos se ha convertido, en las últimas décadas, en una potencia económica y diplomática dentro de África, lo que se tradujo en la imposibilidad de que el Reino se mantuviera ausente de la escena diplomática continental o de su organización la Unión Africana. Marruecos propició la creación de este organismo por impulso del entonces rey Mohamed V que convocó a la Conferencia de Casablanca, en 1961, y luego se incorporó a la entonces Organización de la Unidad Africana (OUA) en 1963, y de la cual se alejó en 1984 por acciones que amenazaban su soberanía territorial.
En 2016, el rey Mohamed VI, en su discurso de conmemoración de un nuevo aniversario de “La Marcha Verde”, que permitió a Marruecos recuperar su integridad territorial al restablecer su soberanía sobre las provincias del Sur, en 1975, dijo el monarca: “Marruecos está de vuelta para recuperar su lugar natural en África”.
Luego aclaró: “El regreso de Marruecos a la Unión Africana no es una decisión táctica, ni debida a cálculos coyunturales. Es más bien una decisión lógica resultante de una profunda reflexión. Así pues, al anunciar nuestra vuelta, no pedimos el permiso de nadie para obtener nuestro legítimo derecho.”
Este regreso se concretó en enero de 2017 y en ese mismo año Mohamed VI fue nombrado como “Líder de la Unión Africana sobre la Cuestión de la Migración”.
En 2018, en la XXIIª Sesión Ordinaria del Consejo Ejecutivo del Bloque Panafricano como preludio de la XXXª Cumbre de la Unión Africana, realizada en la ciudad de Addis Abeba, Etiopia, Marruecos fue designado miembro del Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana, máximo organismo de la entidad regional.
Además, Marruecos se encuentra negociando su incorporación a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, un mercado regional que comprende a 16 Estados y 750 millones de potenciales consumidores.
Marruecos ha establecido estrechas relaciones con algunos importantes países africanos, a cuyos ciudadanos ha exonerado de visado para ingresar a su territorio: Argelia, Congo, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Libia, Mali, Níger, Senegal y Túnez. De esta manera, puede ser más fácil para una empresa instalada en Marruecos reunirse en este país con sus clientes africanos que en un país europeo, ya que éstos suelen tener condiciones de entrada más restrictivas para los visitantes extracomunitarios.
Marruecos fortalece la cooperación Sur – Sur, destinado aproximadamente trescientos millones de euros anuales en ayuda pública al desarrollo de África que se canalizan a través de distintos cauces de cooperación institucional como la Agencia Marroquí de Cooperación Internacional (AMCI), órgano encargado de programas tripartitos de cooperación en los que intervienen Marruecos como canalizador de la ayuda, otro país africano como beneficiario y un tercer país u organismo internacional. Por ejemplo, Japón gestiona parte de su ayuda al desarrollo en África en colaboración con la AMCI. En este caso, Marruecos actúa como país puerta de África en el ámbito de la cooperación internacional.
Cabe destacar la labor de algunas fundaciones marroquíes que ayudan a financiar proyectos de cooperación con África. Por ejemplo, la fundación de riqueza soberana de Marruecos Ithmar Capital junto con la Autoridad de Inversión Soberna de Nigeria (NSIA) se han asociado para invertir en el proyecto de gasoducto que conectará Nigeria con la Europa Comunitaria, pasando por Marruecos.
Además, existen otras fundaciones de inversión marroquíes como la Fundación de Desarrollo Industrial y de Inversiones y la Fundación Hassan II que favorecen la inversión de proyectos en determinados sectores tanto a nivel local como a nivel internacional, siempre que estén dirigidos por una empresa marroquí. Por otro lado, Marruecos también forma parte de la Fundación África 50 que facilita la inversión en aquellos proyectos destinados a mejorar las infraestructuras del continente.
Esa estabilidad y liderazgo atraen inversiones extranjeras a su territorio, le dan un mayor protagonismo en las misiones de paz de Naciones Unidas, lo convierten en sede de eventos internacionales como la “Cumbre de la Tierra – Río 1992” (que ha albergado en dos ocasiones en 2001 y 2016) de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22), la Cumbre Africana para la Acción (2016) o la Conferencia Intergubernamental de Adopción del Pacto Mundial, así como el Foro Global para la Migración y el Desarrollo que se realizarán en Marruecos en diciembre de 2018.
Gracias a la COP22, 26 países africanos han firmado la Promesa de Marrakech de Fomentar Mercados de Capital Verde, en África, destinados a financiar proyectos de energías renovables.
Finalmente, Marruecos organiza periódicamente distintos foros empresariales y de inversiones orientados especialmente hacia el continente africano, como el foro Invest Africa Expo del cual participaron 26 países africanos.
Estos eventos son útiles para que las empresas marroquíes entren en contacto con empresas de otros países africanos con el objetivo de crear contactos y descubrir posibles oportunidades de colaboración.
Por otro lado, sirven también para evidenciar el compromiso de Marruecos con el desarrollo de los países y la economía africana. Una muestra de ello fueron el Fórum África Developpement y los Spécial Recontres d’Affaires Africa que estuvieron lugar en abril de 2017 en Casablanca, y son una referencia para la comunidad de negocios y una plataforma para los inversores interesados en el continente africano.
Otro evento significativo son los Fórum Crans Montana, que tienen lugar en la ciudad puerto de Dakhla, cuyo objetivo son garantizar a toda la población africana acceso a los bienes básicos (agua, electricidad, comida y medicamentos). De estos eventos participaron representantes de 137 países.
Esos son pues brevemente los factores que convierten a Marruecos en una puerta para África desde el Magreb.