La certera opinión del economista Norberto Mourad sobre el momento socioeconómico que vive la Argentina.
Cuando alguien que desconoce la realidad de nuestro país decide darse una vuelta por Belgrano o Puerto Madero, cuando en un día diáfano y soleado algún curioso recorre la Avenida Cabildo o la Avenida Santa Fe, es difícil imaginar el complicado panorama que esconde la Argentina detrás de todo ese esplendor.
Es cierto que la Ciudad de Buenos Aires no es la Argentina, ni Belgrano o Puerto Madero una muestra cabal de toda la ciudad, pero siempre ha sido Buenos Aires y sus barrios emblemáticos la vidriera que el mundo mira para definir nuestra situación. Sin embargo, ¿somos lo que parecemos o vestimos un complicado disfraz?
He aquí una síntesis de nuestra realidad:
- Si bien el país siempre ha generado riqueza, una estructura feudal de alta productividad al principio y una posterior distribución forzada e ineficiente, vendieron una imagen falsa sobre el presente y el futuro
- La promesa de felicidad y riqueza para todos terminó transformando al Estado en un ente desdibujado, cuya única función real ha sido administrar la distribución y arbitrar las concesiones a los grupos de poder
- En su eterna búsqueda de satisfacer las pretensiones de todos, el Estado Argentino ha renunciado de hecho a sus funciones básicas: proveer seguridad, dictar y hacer cumplir las leyes y administrar justicia.
- En su particular búsqueda de la llamada justicia social y equidad, Argentina se ha convertido es un deudor irrecuperable respecto del resto del mundo. Desde 1824 ha financiado sus desmanejos basándose en la confianza y las expectativas de los demás, defraudando sistemáticamente a propios y extraños.
Llegamos así al país de estos años, el cual se caracteriza por
- En lo económico
- Falta de inversiones
- Incertidumbre sobre los niveles de producción futura
- Nula capacidad de endeudamiento a nivel internacional y con entes privados
- Muy difícil relación con organismos de crédito internacionales (FMI, BID, CLUB DE PARIS y otros)
- Endeudamiento interno en el límite de su capacidad y merodeando el default- tesorería y BCRA
- Nulas reservas internacionales netas
- Comercio exterior comprometido y dependiente del contexto internacional
- Restricción de importaciones
- Mercado de cambios paralizado y/o poco transparente – alto riesgo devaluatorio
- Sistema impositivo disfuncional
- Gasto publico desbordado
- Continuos déficits presupuestarios con alta incertidumbre en su financiación
- Emisión monetaria descontrolada
- Falta de moneda genuina y bi monetarismo de hecho
- Inflación desbordada y en aumento con acelerada caída en la demanda de dinero
- Mecanismo de formación de precios colapsado
- Niveles de gasto social en los proyectos de presupuesto que, incluyendo subsidios, se acercan al 80 % de las erogaciones
- Participación del Estado en la economía con niveles cercanos al 50% y altísima ineficiencia
- Niveles de salarios significativamente menores a la media regional, afectando severamente la capacidad de ahorro
- Niveles de pobreza cercanos al 40% de la población – INDEC
- Niveles de indigencia cercanos al 10% de la población – INDEC
- Creciente migración de jóvenes y personal capacitado
- En lo político, social e institucional
- Ideologización y escasa racionalidad en la administración del Estado
- Un Poder Ejecutivo bicéfalo, pasando principalmente la autoridad por la vicepresidencia
- Impunidad de hecho para miembros del gobierno e integrantes del Congreso Nacional
- Fuerzas armadas y de seguridad que han dejado de ser operativas o fueron en la práctica desarticuladas
- Inseguridad creciente con amplio dominio narco en ciertas regiones y localidades
- El concepto de enforcement – capacidad de hacer cumplir la ley- siendo virtualmente abandonado al descartarse la posibilidad de represión
- Imposibilidad de acordar en El Congreso Nacional sobre cuestiones relevantes para la economía y la institucionalidad – reforma judicial, leyes anticorrupción, ficha limpia y otros.
- Tolerancia extrema con el delito, el delincuente y las penas
- Poder judicial seriamente comprometido por cuestiones económicas, ideológicas, políticas y corporativas
- Política exterior errante
- Política educativa permisiva sin parámetros de excelencia
Claramente entonces, el país de estos días revive las condiciones extremas que nos ha tocado vivir en varias oportunidades durante los últimos 50 años, con picos de hiperinflación, devaluaciones, descontrol político y zozobra constitucional entre otros. Este panorama era la previa de algún acontecimiento extremo o se producía durante el curso de dichos acontecimientos. Por lo tanto, ¿estamos a punto de experimentar un nuevo estallido socio político y económico o algo ha cambiado en la dinámica nacional?
Sin descartar del todo la posibilidad de nuevos temblores en el zigzagueante panorama local, todo parecería indicar que el camino hacia las elecciones del 2023 finalmente será recorrido sin alteraciones. ¿Esto significaría que los hechos previamente indicados no son tales? No sería esa la respuesta a criterio del que suscribe el presente.
El actual panorama más bien parece responder a un fenómeno relativamente nuevo: la destrucción definitiva de un factor de poder juntamente con la maduración de la curva de aprendizaje social. ¿Qué significa esto?
Con la llegada del kirchnerismo al poder a principios de este siglo, se terminó de anular en forma definitiva a las fuerzas armadas como factor de poder político, concretando con ello el desplazamiento de las fuerzas conservadoras de carácter nacionalista y liberal. Este vuelco hacia un socialismo progresista- aparentemente definitivo más allá de la aparición de los libertarios en el escenario político- hizo que la sociedad argentina acelerara la formación de “anticuerpos,” para protegerse así de los eventuales daños que esta tendencia podría causar a patrimonios y vida de los habitantes, teniendo en cuenta, además, que ya nadie saldría al rescate de la Nación en caso de descalabro. Es así nace el “país en las sombras”
La formación de activos externos- fuga de capitales y/o atesoramiento- sumado a otros movimientos de capital -declarados o no- conforman la base de una construcción económica por fuera del circuito formal. Se dice- no existe una comprobación efectiva de tal afirmación – que los argentinos tienen un PBI completo girando por fuera de la economía formal. Esta realidad económica alimenta un circuito integral que abarca desde el ahorro en divisas, la compra de bienes raíces en el país y en el exterior, relaciones laborales no declaradas, compra de bienes y servicios en el país y hasta el manejo de sobornos y otras vías de corrupción. Es decir, que este “Estado paralelo” no solo permite gozar de cierto grado de tranquilidad a los operadores económicos a través del ahorro y la protección de sus activos, sino que alimenta una actividad económica más ágil y menos condicionada por la pesada carga impositiva y las restricciones de la legislación laboral. La informalidad, por otra parte, incrementa el riesgo de actividades delictivas y aumenta la corrupción, pero estas consecuencias no deseadas parecen tolerables para los operadores a la luz del desastre que refleja el manejo del Estado
Una característica adicional que explica el sorprendente panorama de calma que podría percibir un observador desprevenido, es que el país en las sombras tiene vasos comunicantes tan profundos con el Estado formal que ambos se retroalimentan uno del otro
Es difícil pensar que actividades tan elementales como el turismo y la gastronomía puedan sostenerse sin recurrir, al menos parcialmente, a la informalidad, al igual que el alicaído mercado inmobiliario con sus ya conocidas características. El sector formal, a su vez, aporta continuamente a la informalidad cuando los cada vez menos redituables ingresos en pesos son transformados en dólares en el mercado paralelo.
De esta manera podemos entender por qué un Estado colapsado y sin perspectivas claras de recuperación continúa funcionando con cierto aire de normalidad, aun cuando la mayoría de sus habitantes sabe que en cualquier momento una noticia inesperada puede obligar a un replanteo total en sus condiciones de vida.
Mag. Norberto Mourad