Existe el mito político de que, durante la campaña presidencial de 1992, en los Estados Unidos, el candidato demócrata Bill Clinton descubrió que la clave de una victoria electoral residía en la economía. Así nació la frase tantas veces repetida de: “¡Es la economía, estúpido!”
La historia es bien conocida, pero el presidente Mauricio Macri parece no haberla tomado en consideración, porque encaró su reelección con indicadores económicos muy adversos. El valor del dólar frente al peso se triplicó, pasando desde los $16 en diciembre de 2015 a los actuales $45,55. La inflación interanual alcanzó el 55,8%, la más alta de América Latina después de Venezuela. La actividad económica acumula una recesión de quince trimestres consecutivos y una caída de 3,1% en los últimos cinco meses. La pobreza afecta al 34,1% de los argentinos y el paro alcanza al 10,1% de la población económicamente activa.
El resultado de omitir la cuestión económica fue una aplastante derrota en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, que aunque pensadas para democratizar la elección de candidatos por parte de los partidos políticos, han terminado por ser una inmensa encuesta preelectoral.
El resultado de esta consulta adelanta la posibilidad del retorno al poder del populismo kirchnerista que podría imponerse cómodamente en una primera ronda de la elección general del próximo 27 de octubre.
La fórmula del Frente de Todos integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner obtuvo algo más del 47,38% de los votos emitidos frente al 32, 51% obtenido por la fórmula oficialista Mauricio Macri y Miguel Pichetto. En tercer lugar se situaron los peronista republicanos representados por Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey con el 8,4% de los votos.
Todos los analistas dan por descontado que el macrismo, que enfrenta un rechazo del 70% de la población, no podrá descontar la abrumadora ventaja que le lleva el kirchnerismo. Los mercados han reaccionado inmediatamente y los bancos en la misma noche de la elección al conocerse los resultados de escrutinio han incrementado el valor de dólar en un promedio de dos pesos y se esperan turbulencias financieras cuando comience la operatoria del lunes.
La derrota ha sido de gran magnitud por lo cual el presidente Macri ha comenzado a reorganizar su gabinete y se espera que algunos ministros dejen sus cargo el lunes 12.
El kirchnerismo, representado por el economista Axel Kiciloff se impuso por el 49,2% de los votos a la gobernadora María Eugenia Vidal, la política con mejor imagen del macrista partido PRO, que tan sólo obtuvo el 32,5 de los votos, en la estratégica provincia de Buenos Aires, que reúne al 40% del padrón electoral nacional.
Aunque retuvo su feudo tradicional, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, que estaría en condiciones de renovar mandato ha realizado una gestión muy eficiente y exitosa que le reportó el 47% de los votos, el kirchnerismo que presentó una lista integrada por dos figuras ajenas a la política: el abogado Matías Lammens, presidente del Club San Lorenzo, y la actriz Gisela Marziotta, obtuvo un importante 34% duplicando el 16% de los votos cosechados por el Frente para la Victoria en 2015.
El oficialismo macrista perdió en provincias que gobernaba y en otras en que había tenido buen desempeño en 2015: Jujuy, Mendoza (que el radicalismo gobernaba desde 2011), ganó por una escasa diferencia en la provincia de Córdoba y perdió por mucho en la provincia de Santa Fe.
La alianza electoral “Cambiemos” (hoy “Juntos por el Cambio”) formada por el macrista partido PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, ganó las elecciones de 2015 en una disputada segunda vuelta en 2015 gracias al apoyo mayoritario recibido de la clase media. Parte de ese voto hoy ha abandonado al macrismo.
En parte, esa deserción se debe a que en estos cuatro últimos años buena parte de esa clase media se ha pauperizado por la mala gestión del gobierno que votaron.
Además, el gobierno de Cambiemos trató impiadosamente a su electorado y no cumplió con ninguna de sus promesas de campaña. No suprimió el impuesto a las ganancias en las pensiones de los jubilados ni en los sueldos de los trabajadores de menores ingresos, tampoco eliminó los impuestos confiscatorios a las exportaciones agrícolas, no terminó con los “piquetes” callejeros y manifestaciones que alteran la convivencia ciudadana, tampoco redujo los subsidios y planes sociales que alimentan el clientelismo político, no terminó con la corrupción ni castigó efectivamente a los exfuncionarios kirchneristas.
En términos generales, el gobierno de Mauricio Macri creó en la población una imagen de gran ineficacia que primero desilusionó y luego enojó al electorado. La votación de hoy ha sido tan sólo un reflejo de esa situación.
Por el contrario, sin aportar cambios incrementó impiadosamente los impuestos, las tarifas de los servicios públicos (electricidad, gas, agua corriente), del combustible y el transporte público. Esas medidas terminaron disparando la pobreza e incrementando la indigencia. Cientos de argentinos terminaron viviendo en las calles.
Por último y como dato adicional cabe consignar la buena elección realizada por el ex militar y héroe de la Guerra de Malvinas, Juan José Gómez Centurión, que a comienzos de la gestión de Macri se desempeño como director de la Aduana, quien obtuvo el 2,8% de los votos, convirtiéndose en el quinto precandidato presidencial más votado.
Gómez Centurión expresa el voto nacionalista, conservador, contrario a la legalización del aborto y que sumó el apoyo de las iglesias evangélicas. Es la primera vez en la historia argentina en que un candidato que se define como “nacionalista” e incluso que es un ex militar supera en una votación el 1% en una elección nacional. Incluso seguramente incrementará sus votos en octubre.