Con una amplia victoria electoral, el expresidente estadounidense Donald Trump retorna a la Casa Blanca para cumplir con su promesa de realizar MAGA, es decir, “Hacer a América Grande Otra Vez”.
Unas elecciones marcadas por la desinformación
Hasta último momento los medios tradicionales de prensa de Estados Unidos y sus repetidoras por todo el mundo trataron de instalar la idea de que Kamala Harris triunfaría en las elecciones presidenciales de ese país. La manipulación de la información era tan evidente que la cadena CNN parecía un comité demócrata.
Todos los periodistas progresistas insistían en que esa eran las elecciones más disputadas de la historia estadounidense y que las encuestas señalaban un resultado muy parejo en que podía imponerse, por un muy estrecho margen, cualquiera de los dos candidatos. Que tardaría mucho en conocerse los resultados y que probablemente la elección terminaría judicializándose, para lo cual ambos candidatos habían reclutado a un ejército de abogados.
También insistían en señalar que era una hora crítica en que estaba en juego la democracia en los Estados Unidos y por ende en todo el mundo. Incluso, algunos exagerados llegaban a comparar a Trump con Adolfo Hitler.
Nada más falso, Donald Trump se impuso claramente y por una considerable ventaja en los estados claves y los republicanos lograron controlar el futuro Senado y la Cámara de Representantes.
Las encuestas no estaban erradas solo que se difundían los sondeos que favorecía a Kamala, aun cuando su nivel técnico era muy cuestionable o simplemente se trataba de fake news.
Todos los día se publicitaba una y otra vez, el apoyo que ciertas personalidades del ámbito del espectáculo y el deporte brindaban públicamente a la candidata demócrata. Luego se demostraría que la admiración que la gente sentía por ciertos ídolos populares no incidía en su decisión al momento de emitir el voto.
Mientras se insistía en señalar los problemas del candidato republicano con la justicia por diversas causas y, al mismo tiempo, exagerando cualquier exabrupto en el discurso de Trump.
Ni el mismo río, ni el mismo hombre
El filósofo griego, Heráclito de Efeso, es recordado por señalar que nadie se baña dos veces en el mismo río. Indicando el cambio tanto en el río como en el propio hombre.
Esta sentencia debe considerarse detenidamente cuando se trata de anticipar las características de una nueva administración de Donald Trump.
Comencemos por señalar, que en su anterior campaña presidencial sus hijos Donald Jr., Ivanka y su yerno Jared Kushner tuvieron un protagonismo que no se ha repetido en esta ocasión. Tampoco están cerca de él los personeros de la “derecha alternativa”, como el polémico ideólogo Steve Bannon y los conspiranóicos seguidores de Breitbart News Network, o el abogado republicano y exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani que enfrenta serios problemas con la justicia por su comportamiento durante las elecciones de 2020. Tampoco tiene el mismo protagonismo dentro del entorno de Donald Trump, la National Rifle Association of América (Asociación Nacional del Rifle) que defiende la tenencia y portación de armas. Aunque esta organización mantuvo su apoyo al candidato republicano.
En 2016, Donald Trump era un empresario que se inauguraba en política y en la función pública como presidente. En 2024, Donald Trump es un político más experimentado que conoce bien cómo funciona el Estado y cuáles son los poderes y límites de un presidente estadounidense.
Cabe aclarar, que, lógicamente, el mundo de 2016 no es el mismo en 2024. Si se quiere es un mundo más complejo, que aún se está recuperando de la pandemia de 2020, donde se libran sangrientas guerras en Ucrania y Oriente Medio. La Rusia de Putin ha pasado a ser un Estado sancionado y China ha reforzado su presencia comercial en diversos países y sus alianzas internacionales.
Resta saber si Donald Trump apelará, como en su primera presidencia, a hombres provenientes de las Fuerzas Armadas para llenar cargos en su gabinete y si, también en esta ocasión, seguirá con su hábito de nombrar funcionarios y despedirlos al poco tiempo.
¿Un presidente de un solo mandato?
No parece un tema menor, aun cuando Trump no ha asumido la presidencia, preguntarse si permanecerá en la Casa Blanca un solo período o dos. Los presidentes estadounidenses tienen una sola reelección. Pero, Trump podría argumentar que como sus presidencias son discontinuadas él tiene derecho a repetir en 2028. Quién sabe si esta idea no ha cruzado por su mente.
Por otra parte, Trump asume con 78 años y en 2028 tendrá 82, una edad sumamente avanzada para ejercer un cargo tan exigente y demandante como la presidencia de los Estados Unidos, la gran potencia global. Además, no se sabe mucho de su estado de salud y los rumores acerca de ella no son muy halagüeños.
¿Por qué es importante saber si Trump aspirará a una nueva reelección en este momento? Porque un presidente que aspira a una reelección suele ser más moderado, conservador y reacio a pagar grandes costos políticos impulsando medidas radicales o polémicas. Mientras que un “presidente de un solo período” se fijara mucho menos en que costos políticos debe pagar para impulsar ese tipo de medidas. O sea, Trump adoptará las medidas más audaces sobre proteger a la industria americanas, buscará detener la guerra en Ucrania y el conflicto en Medio Oriente. También intentará contener la expansión comercial china en el mundo, o, por el contrario, si aspirara a un segundo mandato, moderará por el momento sus políticas más audaces para asegurarse la reelección.
¿Es Donald Trump la gran esperanza de Argentina?
En la Casa Rosada se vivió con optimismo el triunfo del candidato republicano. Donald Trump y Javier Milei tienen afinidad ideológica. Ambos son cofundadores del Foro de Madrid, el think tank conservador que impulsa el español Santiago Abascal.
Si de ideología se trata, resulta evidente que la Argentina de Milei es el país más cercano de Estados Unidos en América Latina. El presidente argentino ha reiterado que su política exterior se basa en una estrecha asociación con los Estados Unidos e Israel, en ese orden. Incluso acaba de expulsar de mal modo a su ministro de Relaciones Exteriores, la economista Diana Mondino, por no apoyar a estos países en una votación de Naciones Unidas sobre sanciones a Cuba.
Sin embargo, América Latina no parece figurar entre las prioridades de la Casa Blanca. Los temas centrales que aguardan al futuro secretario de Estado de los Estados Unidos son sin lugar a duda: Ucrania e Israel, luego posiblemente las relaciones con México, y finalmente con los países de la OTAN.
¿Qué lugar tendría en esa agenda la Argentina? Evidentemente, muy poco relevante. Algunos analistas en Argentina auguran que Trump y su aliado Elon Musk podrían impulsar algunas de las importantes inversiones que el país tanto necesita para impulsar su alicaída economía. Pero, para otros esto es poco probable. Lo más seguro podría ser que el futuro gobierno de Trump ejerza su influencia para conseguirle a Milei algún grado de tolerancia y posiblemente un préstamo significativo por parte del FMI, pero no mucho más.
No obstante, como decía Raúl Alfonsín, un dirigente político tiene la obligación de darle buenas noticias a la gente y mantener la esperanza, y es bueno que el presidente argentino así lo haga.
De todas formas, para Milei, tener importantes amigos en Washington no es nada malo. Por otra parte, en el panorama actual de América Latina el presidente argentino es el más próximo en todo sentido.
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