Las campañas presidenciales y el desarrollo de los comicios en Paraguay presentan algunos aspectos diferentes de como estos mismos eventos se llevan a cabo en la Argentina.
Esto nos lleva a destacar dos aspectos positivos y tres deficiencias a corregir.
Entre los aspectos positivos cabe destacar el empleo de la llamada “boleta única” y la forma en que se realiza la propaganda partidaria en la vía pública.
La “boleta única” es un recurso electoral por el cual el elector concurre a la mesa de votación y recibe una única boleta por tipo de cargo (es decir: una para candidatos presidenciales, otra para diputados y senadores, otra para gobernadores, etc.). En cada boleta figuran las fotografías de los candidatos o del primero en la lista de candidatos además del número de lista y el nombre del partido o alianza de partidos que propicia su candidatura. El votante se dirige al cuarto oscuro (o símil) y allí en soledad realiza una marca indicando al candidato de su preferencia.
Las boletas electorales son confeccionadas por el Estado y se imprime un número de ellas muy inferior al del sistema argentino. En Argentina las boletas deben ser impresas por cada partido, a un costo elevado y constituye una limitante para los partidos pequeños. Además, como el registro electoral obliga a los partidos a imprimir un número de boletas superior al del total del padrón se produce un ingente derroche de recursos, papel para boletas, altos costos de traslado, etc.
Además, la boleta única dificulta la compra de votos. Porque el puntero no puede controlar si el votante, que supuestamente ha vendido su voto, una vez en el cuarto oscuro cumpla su parte del trato votando al candidato que le ha pagado.
Con este tipo de boletas se evita por ejemplo el tan mentado “voto cadena” que se práctica en las votaciones en localidades pequeñas.
En síntesis, la “boleta única” empleada en Paraguay es más económica y más eficiente al dificultar el fraude electoral.
En cuanto a la propaganda electoral en el espacio público, la misma se reduce esencialmente a pancartas colgadas de postes y columnas de alumbrado. Por lo general las paredes están libres de inscripciones políticas, las célebres “pintadas” que tanto afean a la ciudad de Buenos Aires. Esto evidencia un mayor respeto por la propiedad privada y es un claro síntoma de cultura política.
Pero no todo es positivo, también existen aspectos que deben ser corregidos.
El principal de ellos es el mecanismo de designación de autoridades de mesas. El presidente de mesa y sus auxiliares son escogidos por sorteo entre los integrantes de una lista de candidatos propuesta por los dos partidos políticos mayoritarios. Es decir, las autoridades de mesa son personas vinculadas a los partidos políticos y no parte del electorado como en el caso argentino.
Este mecanismo de designación le resta transparencia al proceso comicial y es menester modificarlo.
Otro problema aún más grave es la escasa participación electoral. En esta última elección tan sólo concurrió a las urnas el 62% de los electores habilitados para votar. Esto convierte a la democracia paraguaya en una democracia restringida donde una parte considerable del electorado se margina voluntariamente de los comicios porque consideran que su participación no modificará sustancialmente sus vidas o la situación del país.
Por último, aunque no es demasiado trascendente el procedimiento de marcar o “entintar” el dedo de los electores para evitar que sufraguen dos veces parece un procedimiento innecesario. La mayoría de los electores no tienen ni la voluntad ni la posibilidad real de votar con otro nombre y documento. Por lo cual, el entintado es un procedimiento primitivo que puede muy bien obviarse.
Por lo demás, la votación se realizó en forma ordenada y rápida el horario de los comicios fue más reducido que en Argentina. En Paraguay se vota entre las 08.00 y las 17.00 horas en verano y entre las 08.00 y las 16.00 horas en invierno.
El conteo de los votos y la difusión de los resultados se realizó de la misma forma, es decir rápido y ordenado. Antes de las 22.00 horas, el presidente del Tribunal de Justicia Electoral proclamó a Mario Abdo Benítez, candidato de la Sociedad Nacional Republicana – Partido Colorado como presidente electo del Paraguay hasta 2023.
En esta forma Paraguay había dado una nueva muestra de su vocación democrática y de la solidez de las instituciones.