MORFOLOGÍA DE LAS ENCUESTADORAS
¿Cuántas veces nos han llamado por teléfono a la hora del almuerzo para preguntarnos sobre las elecciones, los políticos y los sindicalistas? ¿Cuántas veces hombres y mujeres nos frenan en las esquinas para que “contestemos una breve encuesta”?
Lo cierto es que, estas situaciones se han convertido en moneda corriente en la Argentina de las últimas décadas. La proliferación de las entidades encuestadoras ha ido creciendo en paralelo a la proliferación de partidos políticos y candidatos. El principal propósito de ellas se relaciona con la transparencia de la información y con su comunicación objetiva. Esto implica que, las encuestadoras operan sobre la base de la desconfianza de los datos brindados por los organismos públicos y otros organismos, y deciden emprender sus propias bases de datos.
Ahora bien, en una primera instancia las encuestadoras parecieran solucionar las problemáticas de sesgo y parcialidad que los datos de afluencia pública pueden contener. En otras palabras, las encuestadoras se esgrimen como “las voces autorizadas de la objetividad y la imparcialidad”. Lo cual indica cual es la presunción que se esconde tras estas entidades: asumen que los datos públicos no son los reales porque esos datos son reflejo de la aplicación de las políticas del gobierno de turno, por lo que la manipulación de los datos es una cuestión tentadora. Todos los argentinos somos testigos de esta tipología de acciones por partes de quienes nos gobiernan. Año a año, las cifras emitidas por e INDEC sobre pobreza, indigencia, nivel de vida, salud, alfabetismo, inseguridad y demás indicadores demográficos, se vieron deteriorados por la desconfianza popular, fundamentada en los índices y números irrisorios que los observatorios estadísticos del Estado arrojaban.
Este nicho, el de la desconfianza popular, es el que ha sido explotado por las encuestadoras. A lo largo de los últimos años los directores de estas encuestadoras se han sentado en los programas de televisión a discutir sobre los números obtenidos, sobre la metodología que aplican y sobre la credibilidad de las entidades a las cuales representan.
LAS ENCUESTADORAS Y LA METODOLOGÍA.
Por lo general esta clase de entidades siguen varios caminos para recolectar sus datos:
1) Encuesta telefónica.
2) Encuestas en lugares de concurrencia masiva.
3) Uso de las misma variables aplicadas por los organismos públicos en la elaboración de sus datos.
4) Uso de sus propias variables para la elaboración de sus datos.
5) Cotejo entre la base de datos del Estado y la propia.
6) Uso de datos de organismos independientes, como ONG´S.
Una vez más se vuelve a comprobar que las encuestadoras trabajan por la construcción de la objetividad en la información. Aportando su percepción de la realidad.
CRÍTICA A LAS ENCUESTADORAS
La principal objeción a los datos de las encuestadoras gira en torno a cual resulta ser la opinión de los ciudadanos. Esto evidencia que la principal fuente para la elaboración de las bases de datos es la opinión de aquellos sujetos que viven fuera del ámbito político, son sujetos que todos los días van a trabajar, todos los días van al supermercado, hablan con sus vecinos sobre la situación actual, discuten en la mesa con sus familiares y cuando finaliza la jornada miran el noticiero. Como se puede apreciar, aquí he relatado el principal problema, las encuestadoras trabajan con las respuestas de individuos, y los individuos como todos los seres humanos tienen percepciones y sesgos, lo cual muchas veces los lleva a brindar respuestas en estas encuestas que están muy lejos de la verdad. Esto implica que los encuestados –la mayoría de las veces- mienten en las respuestas, pero ¿a qué se debe esto? Por lo general suele ser temor, fundado en la siguiente frase “yo dije eso. Mira si alguien me pincho el teléfono”. Esta es la lógica que gira en torno a las encuestas telefónicas, cuando se sabe que la principal regla de ellas es el anonimato del encuestado.
LAS ENCUESTADORAS Y LAS ELECCIONES.
El protagonismo de las encuestadoras es la contracara de la campaña política. Esto implica que no solo se encargan de elaborar bases de datos e índices privados sobre la situación actual, sino que también se encargan de confeccionar los resultados estimativos de los actos comiciales.
Para ello, nuevamente vuelven a utilizar la respuesta de los individuos, la cual puede estar sujeta a crítica porque los ciudadanos tienen incentivos suficientes para no contestar su verdadera opinión. Entonces, si los sujetos están dispuestos a mentir en las preguntas que se les realiza, los resultados no serán el reflejo de la opinión que subyace al fuero íntimo de los individuos. A eso se adiciona otra problemática: las encuestas son anónimas, lo que indica que es imposible evidenciar si la persona miente o dice la verdad, su identidad nunca se conocerá. Por otra parte, las encuestas resultan ser un muestreo poblacional aleatorio, es decir, que se eligen números telefónicos al azar y solo el 20% de los llamados esta dispuesto a contestar, el otro 80% decide cortar. Así mismo, las encuestadoras solo llaman a un 15% de las personas registradas en el padrón electoral, por lo que el resultado representa una fracción del pensamiento. Esto hace probable que el otro 85% posea una opinión diferente, y en consecuencia invertir el resultado de la encuesta. Sin embargo, eso es algo que nunca se conocerá, porque como he dicho ellos nunca fueron consultados.
LAS ENCUESTAS COMO MEDIO DE PERSUASIÓN
Si los individuos están dispuestos a mentir en las encuestas y otras veces a no participar (por que no quieren o porque no son llamados) ¿Por qué cuando escuchan los resultados en los medios de comunicación están dispuestos a cambiar su voto? La respuesta es muy sencilla, porque las encuestadoras son excelentes medios persuasivos, esto implica que uno de sus objetivos es reorientar el voto de los sujetos. Sin embargo, el papel más preponderante se logra con el voto indeciso, esto implica que los resultados de la encuesta pueden llegar a cooptar el voto e imponer un determinado candidato “en función de lo que opina la gente”.
Tal como se puede apreciar, la línea política que siga la encuestadora será determinante, porque es esa misma la que guiara a los números finales de la encuesta e intentara demostrar que la población prefiere a un candidato sobre otro.
Entonces, lo que nació para defender la imparcialidad y la objetividad de la información, se convierte en la herramienta perfecta de que aquellos que buscan detentar el poder, y más cuando hay un estrecho vínculo entre el candidato y el directorio de la encuestadora.