Intervención del Dr. Agozino en la Conferencia “Impulsar los procesos e paz en las zonas en conflicto”, organizada por el Comité Internacional para el Diálogo y la Paz, en la sede del Círculo de Gendarmería Nacional, el 14 de mayo de 2024.
En el Norte de África se han distinguido tradicionalmente dos grandes subconjuntos regionales: el Magreb o Poniente de la astronomía árabe y el Machrek u Oriente árabe. La denominación árabe Al-Maghrib era inicialmente un término astronómico que significaba poniente, “la región donde se pone el sol”, que, extensión, pasó a denominar a la tierra lejana y desconocida hacia donde se dirigieron los árabes en el siglo VII y donde implantaron el Islam. De ahí que, según Abdelhamid Benachenou, la palabra “Magreb” deriva del árabe gharaba que “significa ir hacia lo desconocido”.
El Magreb alberga a cinco estados: Libia, Argelia, Túnez, Marruecos y Mauritania, comprende el 42% de la superficie y el 30% de la población del mundo árabe. Es también la región de África con menor densidad de población: 11,1 habitantes por kilómetro cuadrado, el 47,58% de la cual es urbana.[1]
El Magreb es una región casi centrada alrededor del Trópico de Cáncer –centralización ligeramente desviada hacia el norte de este- y del meridiano de Greenwich que pasa por Orán. Para ser más exactos, su latitud oscila entre los 16° norte del sur de Mauritania y los 37° norte de la costa septentrional de Túnez, mientras que su longitud lo hace entre los 25° este de la frontera de Libia con Egipto a los 16° oeste del extremo más occidental de Mauritania –el cabo Blanco en la península de la Güera-. Esta situación, la presencia del desierto y el asentamiento de las cinco sextas partes de su superficie en lo que los geólogos denominan la gran placa africana condicionan íntimamente su relieve y clima. Con todo, la diversidad del relieve y del clima es más profunda de lo que comúnmente suele atribuirse a las zonas desérticas o a las regiones tropicales.
En el Magreb habitan unos cien millones de personas pertenecientes a diversas etnias, pero todas profesar el islam suní. Los más numerosos son los árabes, los amazig o bereberes, aunque también se registran minorías peul o fula y tuareg, en sur de Argelia y norte de Mauritania.
Los Estados del Magreb han tratado infructuosamente de integrarse política y económicamente a través de la Unión del Magreb Árabe (UMA), creada el 17 de febrero de 1989, a través de un tratado firmado en Marrakech.
La UMA no ha logrado un progreso tangible en sus objetivos de integración debido a las rivalidades geopolíticas entre los dos países más extensos y desarrollados de la región: Marruecos y Argelia.
Esta rivalidad surgió, como en otros conflictos africanos, por las fronteras artificiales creadas por el colonialismo europeo y derivó en un corto conflicto bélico, la Guerra de las Arenas, en 1963. En este conflicto, que no modificó el mapa africano, Marruecos se impuso a Argelia, pese a que esta contaba con el apoyo de soldados cubanos y armamentos rusos.
En los años de la Guerra Fría, esta rivalidad encontró sustento ideológico y político. Mientras Marruecos se convertía en una monarquía árabe constitucional y proccidental. Argelia, que no había existido como Estado hasta la ocupación colonial francesa en 1830, eligió desde su independencia en 1962, crear una “república popular”, en base al modelo soviético de partido único. En este caso, el antiguo movimiento de liberación: el Frente de Liberación Nacional, de ideología marxista, dominado por los exguerrilleros del Ejército de Liberación Nacional que había luchado contra los franceses, que pasaron a constituir las fuerzas armadas argelinas.
Hoy, el Reino de Marruecos es una democracia parlamentaria con elecciones pluralistas periódicas, que son presenciadas por observadores internacionales. En el país rige un Código de Familia, el Mudawana, que intenta compatibilizar la tradición de la sharía islámica con las nuevas realidades que vive el mundo. Se trata de un país moderno donde la propiedad privada, la libertad de empresa, las libertades individuales, los derechos de las mujeres y los derechos humanos están garantizados.
Un país del Norte de África que tiene acuerdos de cooperación e integración económica con la Unión Europea, es socio estratégico de la OTAN y aliado extra-OTAN de los Estados Unidos e integra la Unión Africana. Un Estado árabe que mantiene vínculos de cooperación con Israel, aún en estos tiempos difíciles para los países musulmanes que buscan la paz y el entendimiento entre los pueblos, mientras se libra el conflicto entre Israel y Hamas en Palestina.
Para Occidente, Marruecos es una pieza clave en su arquitectura de seguridad en el Mediterráneo occidental, en todo lo que hace a la lucha contra el terrorismo yihadista, las actividades del crimen organizado transnacional (tráfico de drogas, cigarrillos, armas y personas) y el control de los flujos migratorios irregulares.
Argelia, por otra parte, es una seudo democracia tutelada por los militares. En 2019, las fuerzas armadas, luego de derrocar al anciano dictador Abdelaziz Bouteflika, quien llevaba veinte años en el poder, ganando una elección fraudulenta tras otra, a pesar de que, en 2013, un inoportuno accidente cerebro arterial lo confinó a una silla de ruedas sin poder hablar, llevaron a cabo una parodia de elecciones. Prohibieron al partido islamista mayoritario y solo habilitaron a competir por la presidencia a seis candidatos, todos ellos ex ministros de Bouteflika. El vencedor fue el anciano presidente Abdelmadjid Tebboune (79), quien hoy se dispone a ser reelecto en otra farsa electoral.
El régimen argelino es duramente hostigado por las movilizaciones del Hirak, un movimiento popular que reclama reformas y una auténtica democracia y por los separatistas del Movimiento de Autodeterminación de la Cabilia, una región poblada por amazig.
El gobierno de Tebboune responde a estas demandas con una dura represión y severas condenas de cárcel a los líderes de la protesta y a los abogados y periodistas independientes que los apoyan. Las persecuciones a disidentes y separatistas suelen incluir secuestros, torturas y, en algunos casos, ejecuciones extrajudiciales en el extranjero. Sin embargo, Argel no ha logrado doblegar totalmente las demandas de cambios de su población.
En el plano internacional, Argelia, aunque exporta su gas y petróleo a la Unión Europea y se abastece de alimentos y productos europeos, se encuentra políticamente asociada a Rusia, China, Irán, Cuba y Venezuela, lo que la distancia de Occidente. Más reprochables aún son sus vínculos con los grupos terroristas de Hezbollah y Hamas.
Es decir, que esta nueva suerte de Guerra Fría que vive el mundo está vigente en el Norte de África.
En este sentido, podría decirse que el campo de batalla donde chocan los intereses estos dos estados magrebíes es el Sáhara.
Desde fines de 1975, en que Marruecos recuperó su territorio del Sáhara después de la Marcha Verde lanzada por el rey Hassan II y el retiro español de ese territorio, Argelia ha sostenido y alimentado las aspiraciones independentistas de una pequeña parte de la población saharaui, con la esperanza de la creación de un Estado saharaui títere que abriese las costas del Atlántico a sus exportaciones de hidrocarburos y ayudase a crear un hostil cerco estratégico en torno a Marruecos cortando su acceso terrestre hacia el resto de África.
Así, nació primero el Frente Polisario, financiado y armado por Gadafi, luego la inexistente República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y finalmente los infames campamentos de Tinduf donde se llevó con engaños a una parte reducida de la minoría saharaui y luego se la retuvo por la fuerza, en condición de apátridas indocumentados, hasta hoy.
Los saharauis de Tinduf viven, en una de las zonas más inhóspitas del mundo, donde en verano las temperaturas pueden superar los 50° centígrados y en invierno las temperaturas nocturnas superan ampliamente los 0° grados. Habitan en jaimas, contendores de chapa o precarias viviendas de tierra cocida, en condiciones infrahumanas, de prestados en el territorio de otro Estado a merced de sus leyes y de las decisiones de sus dirigentes que les impiden desplazarse fuera de esos emplazamientos y realizar en ellos construcciones definitivas que mejoren su vida.
Entre 1975 y 1991, el Frente Polisario llevó a cabo incursiones guerrilleras sobre territorio marroquí que no cambiaron la situación estratégica general, pero que hostigaban a la Fuerzas Armadas Reales de Marruecos (FAR) y provocaban víctimas civiles entre la población local, como los 286 pescadores y técnicos españoles asesinados por el Polisario, en esos años.
Finalmente, en 1987, Marruecos concluyó la construcción de una sólida valla defensiva de 2.200 km, fuertemente armada, que puso fin a los arteros ataques terroristas del Frente Polisario.
Poco tiempo después, la caída del Muro de Berlín y la desintegración del Bloque Socialista privaron a Argelia y al Frente Polisario de muchos de sus apoyos internacionales y condujo a la firma de un armisticio supervisado por Naciones Unidas a través de la Misión de Naciones Unidas para la realización de un referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO).
La MINURSO nació con el objeto de llevar a cabo un referéndum que pusiese fin al diferendo. Pero, pronto se hizo evidente que esa tampoco era una solución porque los saharauis son una etnia en gran medida trashumante que vive distribuida por los territorios del Sur de Marruecos y Argelia y el norte de Mauritania y Mali. Lo que hace casi imposible establecer su lugar de residencia por ser una población indocumentada.
¿Cómo determinar entonces quienes de estos saharauis y sus descendientes habitaban en la antigua colonia del Sáhara Español al momento del retiro de las fuerzas coloniales en 1975?
El conflicto se estancó por décadas confinando a los saharauis de Tinduf a una vida de miserias y penurias sin fin. Vida que aún hoy transcurre de la misma forma.
Para sacar al conflicto de su indefinición, en 2007, el Reino de Marruecos presentó una Propuesta de Negociación de un Estado de Autonomía para la Región del Sahara que desde un primer momento tuvo buena acogida y apoyo internacional.
Marruecos ofrecía a los saharauis autonomía para constituir un gobierno propio, manejar sus recursos naturales y regirse conforme a sus propias leyes y tradiciones a cambio de que reconocieran la soberanía marroquí sobre el Sáhara y retornaran de Argelia.
Pero, el Frente Polisario y Argelia se opusieron a discutir la propuesta y se aferraron a la demanda de un referéndum que podían amañar fácilmente. Nuevamente el conflicto de estancó por otra década.
En 2017, después de las convulsiones de las Primaveras Árabes, Marruecos retornó con toda la fuerza de su diplomacia y desarrollo económico a la Unión Africana. El reino había sido miembro fundador de este organismo internacional, en 1963, pero en 1984 se alejó, cuando Muhammad Gadafi logró con promesas y amenazas que la organización incorporase como miembro a la inexistente RASD.
Gradualmente los países africanos comenzaron a retirar su reconocimiento como Estado a la RASD y a abrir oficinas consulares en las ciudades saharianas de Dajla y El Aiún en una implícita aceptación de la soberanía marroquí sobre su Sáhara.
El golpe de gracia para las aspiraciones geopolíticas del Frente Polisario y Argelia. Llego, en diciembre de 2020, cuando los Estados Unidos reconocieron no solo la soberanía del Reino de Marruecos en el Sáhara, sino también su carácter de parte integrante e inseparable de su territorio y de esa forma lo incorporaron a su cartografía y documentación.
Estados Unidos se convirtió en el primer Estado en reconocer oficialmente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara y cambió bruscamente el tablero estratégico del Norte de África.
Marruecos, al mismo tiempo realizó un acercamiento hacia Israel, país que sumó también su reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
En 2021, se desató una crisis entre Marruecos y España debido al ingreso con nombre falso en el hospital de Logroño, en la provincia de La Rioja, de Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario. Después de muchos incidentes, el diferendo se resolvió con la renuncia de la ministro española de Relaciones Exteriores, Arancha González Naya y un relanzamiento de la asociación estratégica entre ambos reinos sobre la base del reconocimiento español de que la propuesta de autonomía marroquí constituía la única solución posible, realista y justa al conflicto en el Sáhara.
Bélgica y diversos estados africanos, americanos y asiáticos también sumaron, en los siguientes años, su adhesión al plan de autonomía.
En esta forma a medida que el tiempo transcurría se acentuaba el aislamiento internacional de Frente Polisario y de Argelia cuando diversos Estados quitaban gradualmente su reconocimiento a la RASD.
La impotencia llevó a los polisarios y a Argelia a recurrir a la violencia y las amenazas de guerra.
En octubre de 2020, el accionar de las FAR eliminando un retén montado por el Frente Polisario en el paso fronterizo de Guerguerat, sirvió de excusa a los separatistas para declarar roto el armisticio de 1991 y retomar el “estado de guerra” con Marruecos realizando algunas acciones militares de hostigamiento como el asesinato de tres choferes marroquíes que transportaban mercancías en Malí, en 2022, y el bombardeo, en octubre de 2023, sobre la ciudad marroquí de Es-Smara que dejó un joven marroquí muerto y otros tres heridos.
Argelia, que mantenía cerrada la frontera terrestre de 1.900 km. con Marruecos cerró también su espacio aéreo a las aeronaves marroquíes e incluso a los aviones de otra nacionalidad con escalas previstas en el vecino país. Además, retiró a su embajador en Rabat y desató una carrera armamentista en el Norte de África.
En 2023, Argelia destinó U$S 18.300 millones de dólares a sus fuerzas armadas lo que constituyó un incremento del 76% con respecto a 2022.
Mientras que Marruecos redujo en 2023 sus partidas para defensa, con un 2,5% menos que en 2022, gastando U$S 5.200 millones de dólares.
En conjunto, el gasto militar del Magreb en 2023, fue de U$S 28.000 millones de dólares, 38% más que en 2022. Marruecos y Argelia representan el 82% del gasto militar del Magreb y el 45% del gasto total de África de U$S 51.600 millones de dólares.
Las adquisiciones de armamentos argelinas se realizan casi exclusivamente en Rusia, por lo cual podría decirse que Argel está ayudando al Kremlin a financiar su aventura bélica en Ucrania.
Frente a las amenazas y agresiones de Argelia, el Rey de Marruecos Mohammed VI ha mantenido una actitud conciliadora bajando el tono de la disputa, convencido que una guerra en el Magreb no beneficia a nadie y puede detener el crecimiento económico de su país y de la región.
Por lo tanto, en julio de 2021, en la celebración de la XXII Fiesta del Trono, Mohammed VI pronunció un discurso marcadamente conciliador. El monarca alauí no dudó en reconocer que “la situación actual de estas relaciones no nos satisface ni beneficia a nuestros pueblos, amén de ser inaceptable para numerosos países […] lamentamos las tensiones mediáticas y diplomáticas que conocen las relaciones entre Marruecos y Argelia, y que no hacen sino perjudicar la imagen de ambos países, dejando una mala impresión sobre todo en los foros internacionales.”
Sin aceptar culpas ni responsabilizar a los actuales mandatarios de Argelia por la situación, Mohammed VI reconoció que ambos gobiernos son “política y éticamente […] responsables de la continuidad” del cierre de las fronteras desde 1994.
El Rey de Marruecos no dudó en comprometer su buena voluntad afirmando que “quiero asegurar a nuestros hermanos en Argelia diciéndoles que de Marruecos jamás os llegarán daños ni problemas; tampoco os alcanzará ningún peligro ni amenaza, porque todo lo que os afecta, a nosotros también nos afecta y lo que os daña, a nosotros nos daña igualmente”.
“Por ello consideramos que la seguridad y estabilidad de Argelia, así como la tranquilidad de su pueblo, forman parte de la seguridad y estabilidad de Marruecos, y viceversa, ya que todo cuanto sobrevenga de Marruecos, ha de repercutir sobre Argelia, porque los dos constituyen un solo cuerpo […] Marruecos y Argelia son dos gemelos que mutuamente se complementan.”
Sin embargo, estas palabras no fueron suficientes para clausurar el clima de confrontación que se vive en el Norte de África ni detener la carrera armamentista. Por lo cual la región se convierte en una potencial campo de conflictos armados, algo que no beneficiará a nadie en África y mucho menos a Argelia o Marruecos.
[1] SEGURA I MÁS, Antoni: El Magreb: del colonialismo al islamismo. Ed. Univerditat de Barcelona. Barcelona. 1994.
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