Eva Perón nació el 7 de mayo de 1919 y falleció el 26 de julio de 1952, es decir que vivió tan solo 33 años. Sin embargo, su vida pública transcurrió entre enero de 1944, en que conoció al entonces viceministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión, coronel Juan D. Perón, y su muerte en 1952, cuando su esposo iniciaba su segunda presidencia. Es decir, que su vida pública fue de tan solo ocho años en los que nunca ejerció ningún cargo oficial.
Pero no fue hasta mediados de julio de 1946 en que comenzó a concurrir tres veces por semana a una oficina habilitada para ella en el Edificio de Correos por su amigo el director de Correos, Oscar Nicolini y el 23 de septiembre se instaló en la Secretaría de Trabajo y Previsión, sita en el antiguo Consejo Deliberante en las calles Perú e Hipólito Yrigoyen, para mantener reuniones con sindicalistas.
No obstante, su gran trabajo en favor de los humildes lo llevó a cabo a través de la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón creada el 19 de junio de 1948 por decreto Nº 20.564.
Si tomamos en consideración que los primeros síntomas del cáncer de útero que terminaría con su vida comenzaron a hacerse evidentes y a restringir casi totalmente sus actividades políticas en septiembre de 1951, resulta evidente que su incidencia en la política argentina ha sido mucho menor de lo que comúnmente se cree. Ha sido la propaganda del peronismo y los historiadores peronistas quienes han creado el mito de Eva Perón.
Sin embargo, en este trabajo nos ocuparemos especialmente del proceso que rodeo su muerte, el aprovechamiento político que realizó el gobierno peronista y la posterior macabra manipulación que se llevó a cabo con su cadáver.
Enfermedad y muerte de Evita
El día 9 de enero de 1950 mientras presenciaba la inauguración de un local sindical en Dock Sud, Evita sufrió un desmayo. No hubo información oficial sobre el hecho ni pareció preocupante, dado el intenso calor de la jornada. Tres días más tarde, Evita era internada en el Instituto del Diagnóstico y operada de apendicitis; poco después retornaba a sus actividades habituales, sin mostrar huellas aparentes del episodio.
Sin embargo, la versión que años después brindó el cirujano que la operó, establecía que fue en ese momento, a través de los diversos análisis efectuados, cuando se evidenció la existencia de un quiste probablemente canceroso en la matriz de la enferma. El médico era el doctor Oscar Ivanissevich, eminente cirujano y, además, en ese momento, ministro de Educación. Pero, la sola sugerencia de que debía someterse a una revisión más prolija y, eventualmente, operarse de nuevo, chocó la férrea negativa de Eva Perón.
Es probable que, de haber sido intervenida en esa oportunidad habría podido continuar su vida sin mayores consecuencias. La madre de Evita, Juana Ibarguren, había padecido el mismo mal años atrás, y una oportuna extracción quirúrgica terminó con su problema. De todas maneras, esto no ocurrió y la enfermedad siguió su desarrollo.
Durante 1950 Evita desarrolló una incasable actividad al frente de la Fundación Eva Perón y de la “rama femenina” del peronismo. Eva Perón se encontraba en el cenit de su popularidad y de su influencia política. Estaba rodeada por un grupo de incondicionales, como Héctor J. Cámpora, Atilio Renzi, José Freire, y los dirigentes de la cúpula de la C.G.T., José Espejo, Isaías Santín y otros. También solía frecuentar un grupo de poetas y escritores con los que cenaba a veces.
Por ese entonces, su aspecto personal sufrió un a gran transformación, la sobriedad en sus peinados y vestidos inauguró un estilo despojado, al mismo tiempo desaparecieron las joyas con que se adornaba. Su piel, que siempre había sido hermosa, tomó un leve tono nacarado que subrayaba la línea de los pómulos y le agrandaba los ojos. Su imagen ganó distinción y fragilidad…
El lunes 24, de septiembre de 1950, los médicos informaron a Perón que Evita “padecía un cáncer de útero, muy desarrollado y con peligrosas consecuencias marginales”. El padre Hernán Benítez, que estaba presente cuando le dieron la noticia a Perón, dijo: “Este fue el mayor impacto jamás recibido por Perón. Su vida quedó alterada por completo. Supo exactamente lo que le aguardaba en el mismo momento en que le dieron la noticia, pues su primera esposa, Aurelia, había sufrido la misma enfermedad, y tras haber intentado todo tipo de tratamiento sin el menor éxito, murió entre grandes dolores que probablemente lo afectaron más a él que a ella”.[i]
LA CANDIDATURA DE EVA PERÓN A VICEPRESIDENTE
El 2 de agosto de 1951, el Comité Confederal de la CGT emitió un comunicado por el cual doscientos de sus miembros pidieron que Perón fuera nuevamente candidato a la presidencia y que Eva Duarte fuera candidata a vicepresidente.
Al día siguiente una reunión de delegadas y subdelegadas censistas (militantes) del Partido Peronista Femenino, en la quinta presidencial de Olivos, proclamó su adhesión a la fórmula Perón – Perón. Por unos días pareció que el entusiasmo de las bases, sobre todo de la rama femenina, ganaría la partida. La CGT organizó una manifestación para que el 22 de agosto el pueblo le pidiera a Evita que aceptase la candidatura.[ii]
En esos días, el ministro de Guerra, general Franklin Lucero, le dice en confidencia al empresario Jorge Antonio: “Mire Jorge, a usted el Presidente lo escucha mucho y sería importante, sería muy importante, que le hiciera llegar nuestra preocupación, la de los amigos de él, porque se habla de la candidatura de la Señora para vicepresidente. Eso va a caer muy mal en el Ejército y a mí me cuesta un trabajo bárbaro parar eso.”[iii]
EL CABILDO ABIERTO DEL JUSTICIALISMO
El 22 de agosto de 1951, tuvo lugar una gran manifestación callejera convocada por la CGT para consagrar la fórmula Perón – Perón. Para ello se levantó un gran palco sobre la Avenida 9 de Julio y su intersección con la calle Moreno. Las columnas de manifestantes comenzaron a llegar desde temprano con grandes carteles que anunciaban “Perón – Perón 1952 – 1958” y un gran número de mujeres se situaron cerca del palco con pañuelos blancos en la cabeza o agitándolos en sus manos. Perón acompañado de Evita pálida y demacrada se hizo presente en las primeras horas de la tarde. Luego de la interpretación del Himno Nacional habló aceptando la candidatura. Llego el momento de hablar para Eva Perón que pronunció uno de sus clásicos discursos apasionados y llenos de resentimiento.
Dijo en esa ocasión Evita: “Excelentísimo Señor Presidente, mis queridos descamisados de la patria: es para mí una gran emoción encontrarme otra vez con los descamisados, como el 17 de octubre y como en todas las fechas en que el pueblo estuvo presentes. Hoy, mi General, en este Cabildo del Justicialismo, el pueblo que en 1810 se reunió para preguntar de qué se trataba, se reúne para decir que quiere que el general Perón siga dirigiendo los destinos de la Patria”… “¡Con Evita!” “¡Con Evita!, se escucha en la multitud… “Sabe también que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatrias todavía no están derrotados y que desde sus guaridas atentan contra el pueblo y contra la nacionalidad… Ellos no perdonarán jamás que el general Perón haya levantado el nivel de los trabajadores, que haya creado el Justicialismo, que haya establecido que en nuestra Patria la única dignidad es la de los que trabajan… Yo que siempre tuve en el general Perón a mi maestro y mi amigo… en todos estos años de mi vida me he dedicado las noches y los días a atender a los humildes de la Patria sin reparar en los días, ni en las noches, ni en los sacrificios… Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino, una descamisada de la Patria, pero una descamisada de corazón… Y a ellos les duele que Eva Perón se haya dedicado al pueblo argentino, les duele que en vez de dedicarse a fiestas oligárquicas, se haya dedicado a mitigar dolores y restañar heridas… Aprovecho para agradecer a todos los humildes, a todos los trabajadores, a todas las mujeres, niños y hombres de la Patria, que en su corazón han levantado el nombre de una mujer, de una humilde mujer que los ama entrañablemente y a la que no le importa quemar su vida si ello lleva un poco de felicidad a algún hogar de la Patria”..
Hace un poco de silencio y luego dice… “Yo siempre haré lo que diga el pueblo…” Una ovación cerrada surge desde la multitud entendiendo que esas palabras constituyen la aceptación de la candidatura. Sin embargo, ella agrega: “…pero yo les digo hoy que prefiero ser Evita porque siendo Evita sé que me llevarán siempre dentro de su corazón… Sobre mis débiles espaldas de mujer argentina ustedes cargan una enorme responsabilidad. No sé cómo pagar el cariño y la confianza que el pueblo deposita en mí. Lo pago con amor queriéndolo a Perón y queriéndolos a ustedes, que es como querer a la Patria…”
“El discurso concluye con palabras emocionadas, en verdadera crisis de llanto: “Yo no hecho nada, todo es Perón. Perón es la Patria, Perón es todo y todos nosotros estamos a distancia sideral del líder de la nacionalidad. Yo mi General, con la plenipotencia espiritual que dan los descamisados de la Patria, os proclamo, antes que el pueblo os vote, el once de noviembre, presidente de todos los argentinos. La Patria está salvada porque está en manos del general Perón. A ustedes, descamisados de mi Patria y a todos los que me escuchan, los estrecho simbólicamente muy, pero muy fuertes, sobre mi corazón.”[iv]
EL RENUNCIAMIENTO
El 31 de agosto, Eva Perón se dirigió al pueblo a través de la Red Argentina de Radiodifusión, con lentitud y con voz doliente dijo: “Compañeros quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto… He meditado mucho en la soledad de mi conciencia y reflexionado fríamente, he tomado tomado mi propia decisión que en forma irrevocable y definitiva he presentado ya ante el Consejo Superior del Partido Peronista y en presencia de nuestro jefe supremo, el general Perón…”[v]
Inmediatamente, la maquinaria de propaganda oficialista se puso en marcha para hablar de su “renunciamiento” pero fue una decisión que se vio obligada a tomar por presión de las fuerzas armadas y a la cual Perón se plegó en último término.
Marysa Navarro opina respecto de este proceso: “…a pesar de las loas peronistas al renunciamiento, el hecho es que la fórmula Perón – Perón podía ser un sueño realizable para ella, la mujer más poderosa e influyente de la Argentina, Por mucho que lo negara, tuvo ambiciones políticas, algo que la oposición le enrostraba como el peor insulto que podía lanzar contra ella, pues era una pasión admirable en un hombre, pero supuestamente despreciable para una mujer. Evita buscó la vicepresidencia, permitió que la CGT y sobre todo la rama femenina (que no actuaba sin su consentimiento) propusiera y exigiera la fórmula Perón – Perón y preparara el 22 de agosto. Mantuvo abierta la posibilidad de su candidatura hasta el último momento. Pero entendió que había perdido la pulseada, aceptó su derrota y se retiró a la residencia”.[vi]
Durante 1951 pese a los intentos de ocultar el estado de salud de Evita por parte del gobierno se hizo evidente que algo ocurría. El 24 septiembre Evita debió guardar cama y se le practicó una transfusión de sangre. Su estado de salud era tan delicado que no pudo participar de la campaña electoral. Sin embargo, el 17 de octubre, el Día de la Lealtad se festejó en honor de Evita, haciendo un supremo esfuerzo la “abanderada de los humildes” se hizo presente en el balcón de la Rosada para pronunciar un desgarrador discurso, que concluía diciendo: “Mis descamisados yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que estoy segura, como es mi deseo, que pronto estaré en la lucha, con más fuerza y más amor, para luchar por este pueblo al que tanto amo, como lo amo a Perón… Pero si no llegara a estar por mi salud, cuiden al general, sigan fieles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos”.[vii]
EL PRINCIPIO DEL FIN
A partir del renunciamiento, su vida tomó un giro cada día más penoso. La salud de Evita empeoró tras la aparición en público, el 24 de septiembre cayó gravemente enferma y tuvo que interrumpir sus actividades. El golpe militar del general Benjamín Menéndez la sorprendió todavía recluida en la Residencia y se decidió que, a pesar de su debilidad física, no podía demorarse más una intervención quirúrgica.
El 17 de octubre estuvo dedicado a Evita oficialmente y, aunque ya muy enferma, asistió a la concentración en Plaza de Mayo. Perón pronunció un discurso excepcionalmente generoso hacia Evita. Cuando ella habló, pidió a los descamisados que jurarán defender a Perón hasta la muerto y que gritarán, allí mismo, “La vida por Perón”.
Veinte días después era internada en el Policlínico Presidente Perón, perteneciente a la Fundación, ubicado en la localidad de Avellaneda. No se dio ninguna información, pero la noticia corrió de boca en boca, y en la calle del hospital se congregaron unas veinte mil personas, algunas de las cuales permanecieron allí todo el tiempo que Evita estuvo en el hospital.
Eva Duarte fue operada, el 6 de noviembre, por un médico estadounidense, el doctor George Pack, cirujano del Memorial Sloane –Kettering Center de Nueva York ayudado por profesor argentino, Jorge Albertelli. El doctor Pack aceptó realizar la operación en total secreto e incluso no cobró honorarios por la misma. Tanto para Evita como para el resto del país la operación fue realizada por el doctor Ricardo Finochietto, el prestigioso cirujano director del hospital Presidente Perón.
El 11 de noviembre de 1951, desde su cama en el hospital, Eva Perón -y otros dos millones doscientas mil mujeres argentinas- votó por primera vez. Las fotografías tomadas en la oportunidad muestran los estragos que la enfermedad había producido en su organismo.
El 14 de noviembre, Eva Perón fue trasladada desde el hospital a la residencia presidencial, el Palacio Unzué, en una ambulancia y alojada en un nuevo dormitorio alejado del que ocupaba con el general Perón. La Residencia Presidencial estaba ubicada en un amplio terreno delimitado por Avenida del Libertador, Agüero, Austria y Avenida Las Heras. Sería demolida por el gobierno del general Pedro E. Aramburu, en 1957, y actualmente allí se levanta la Biblioteca Nacional.
La habitación de la Residencia en la que Evita se recuperaba se situaba en el primer piso de la señorial casona, tenía dos ventanales orientados hacia los jardines que daban sobre la avenida del Libertador. En el interior, la luz filtraba a través de un espeso cortinado de voile blanco y terciopelo rojo, alfombras de color rosa. Las visitas se sentaban en un amplo sofá tapizado en rosa Francia o a los pies de la acolchada cama Luis XV que ocupaba la enferma. El cuarto era amplio, y sobre una de las paredes un Cristo del Corcovado, repujado en plata negra reforzaba el dolorido clima reinante. Según una versión, Evita, al verla, dijo: “pensar que tengo que morirme para tener una habitación como está”.[viii]
Durante algún tiempo, mientras se recuperaba de la operación, a Evita le parecía que podría volver a iniciar alguna de sus actividades. Ya fuera por el dolor o por la medicación, o simplemente porque sabía que se estaba muriendo y le quedaba poco tiempo, los discursos de Evita se hicieron más y más violentos. Afectada por el intento de golpe de Estado del general Menéndez compró armas para la C.G.T. a fin de que los obreros pudieran defender a Perón. Mientras que efectuaba frecuentes amenazas contra los opositores y referencias mesiánicas a la otra vida. Posteriormente, algunos historiadores y políticos interpretaron que tales expresiones evidenciaban el carácter revolucionario del pensamiento y acción de Evita. Dos décadas después las palabras de Evita al borde de la muerte servirían a una generación distinta de peronistas -los partidarios de la “patria socialista”, jóvenes revolucionarios como los Montoneros-, para justificar el empleo de la violencia política.
Sin embargo, las palabras de Eva Perón no eran más que desgarradoras expresiones de dolor e impotencia. El 1º de mayo de 1952, Evita, estaba tan debilitada que sólo pudo aparecer en el balcón de la Rosada sostenía por Perón. Allí y en esas condiciones pronunció uno de sus más violentos discursos y lleno de odio. Después de defender a Perón como el “auténtico líder del pueblo” y atacó a sus enemigos ferozmente diciendo: “Si es necesario ejecutaremos la justicia con nuestras manos. Pido a Dios que no permita a esos insensatos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, ¡yo saldré con el pueblo trabajador, con las mujeres del pueblo, con los descamisados de la Patria para no dejar ni un ladrillo que no sea peronista!”.[ix] Sería su último discurso.
Estas palabras, como resulta lógico, incrementaron el repudio de los opositores contra Evita. Ni la inminencia de su muerte podía atemperar el rechazo que Eva Perón generaba en algunos sectores. En las paredes de la ciudad de Buenos Aires aparecían inscripciones diciendo: “Viva el cáncer”. También circulaban los rumores más disparatados se decía –por ejemplo- que en los hospitales se les sacaba clandestinamente sangre a los niños porque Eva Perón necesitaba “sangre joven y fresca”.
El 7 de mayo cumplió 33 años. Fue el único día de actividad oficial en que no cambio de vestido desde la mañana hasta la noche. Fue una jornada intensa, durante la cual recibió un gran número de visitas. Había un fotógrafo oficial, que tomó fotos de Evita con sus invitados. “Todos querían sacarse su última foto junto a Evita”, recordó Apold muchos años después.[x]
Un día después, contra todas las recomendaciones, asistió al casamiento del cantante de boleros Daniel Adamo con Emma Nicolini, hija del ministro de Comunicaciones de Perón. Quiso cumplir con una promesa que había hecho hacía tiempo: ser la madrina de Emma en la boda.
El 4 de junio de 1952 Perón asumió la presidencia de la Nación por segunda vez y Evita acumuló sus últimas fuerzas para ser parte de las ceremonias, pese a la oposición de Perón. Gracias a un armazón de yeso y alambre y a una abundante dosis de sedantes, Eva Perón pudo asistir de pie a la ceremonia de jura ante la Asamblea Legislativa y luego recorrer la Avenida de Mayo desde el Congreso a la Casa Rosada al lado del presidente en un automóvil descapotable, saludando a la multitud enfervorizada. Evita estaba –como dice Luna- más hermosa que nunca, pero con el perfil de la muerte marcando su rostro. Por ese entonces, después de diez meses enfermedad pesaba tan solo treinta ocho kilos, y seguía perdiendo peso…[xi]
Ante la inminencia de la desaparición de Eva Perón sus partidarios se lanzaron a realizar toda suerte de homenajes y misas. En tanto que los funcionarios del régimen peronista comenzaron una suerte de competencia, donde los tributos más sinceros se mezclaban con la obsecuencia más aberrante. El Congreso Nacional resolvió denominar “Período Legislativo Eva Perón” al de ese año y, por iniciativa del presidente de la Cámara de Diputados, Héctor J. Cámpora, se el otorgó el título de “Jefa Espiritual de la Nación”; para no descompensar las cosas, el previsor diputado incluyó en su proyecto el título de “Libertador de la República” para el propio presidente… A mediados de junio, Cámpora presentó otro proyecto, aprobado inmediatamente, para conceder a Evita el gran collar de la Orden del Libertador General San Martín, una preciada obra de joyería que –según Fraser y Navarro- contenía 753 piedras preciosas y seis distintas reproducciones emblemáticas: el escudo peronista, la bandera nacional, una corona de laurel, un cóndor, los escudos de las catorce provincias y, por supuesto, el emblema nacional, realizado en oro, platino, diamantes y esmaltes.[xii] La nueva provincia de La Pampa se llamaría Eva Perón; la ciudad de Quilmes había cambiado su nombre colonial por el Eva Perón; escuelas, hospitales, barrios, buques, calles, plazas, etc. se bautizaban con su nombre; mismo tiempo se multiplicaban las misas y procesiones pidiendo por su salud.
El sábado 26 de julio de 1952, un desapacible día de invierno se hizo evidente que el final estaba próximo. Temprano llegó a la Residencia su hermana Elisa para reemplazar a su hermana Blanca en el cuidado de la enferma. Luego llegó la madre, Juana Ibarguren y al mediodía su otra hermana Erminda.
La gente siguió las alternativas del agravamiento del estado de la enferma a través de los boletines que emitía Radio del Estado. En el primero informaba que “el estado de salud de la señora Eva Perón ha declinado sensiblemente”, el siguiente alertaba que “la señora está muy grave” y ya a las veinte horas el parte advertía que “la ilustre enferma ha perdido el conocimiento”.
Según la versión oficial del peronismo, rodeaban el lecho de la moribunda los doctores Ricardo Finochietto, quien le sostenía la mandíbula, y el doctor Alberto Taquini, quien le tomaba el pulso. A las seis de la tarde, Eva había entrado en un estado de inconsciencia. También estaban a su lado Perón, su madre, sus hermanas, su hermano Juan, Héctor J. Cámpora, presidente de la Cámara de Diputados: Carlos Aloé gobernador de la provincia de Buenos Aires, Atilio Renzi secretario privado de Eva, Raúl Apold, subsecretario de Prensa, Oscar Nicolini, viejo amigo de la familia Duarte y Orlando Bertolini, esposo de Erminda.
A las 2023, Finochietto le soltó la mandíbula y le hizo un gesto al presidente Perón indicándole que su esposa había fallecido. Taquini dijo: “ya no hay pulso”.
El primero en reaccionar fue Apold. Rápidamente salió de la habitación y ordenó la redacción de un comunicado de prensa informando que a las 20 y 25, la señora Eva Perón entró en la inmortalidad– “Urgente, a todas las radios y agencias de noticias. ¡Ojo, eh! A las 20 y 25”. Era una hora más fácil de recordar.
Pasadas las 21.30 horas el locutor oficial Jorge Furnot, de Radio del Estado, anunciaba: “Cumple la subsecretaria de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20 y 25 ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa espiritual de la Nación”.
El comunicado fue emitido cada quince minutos. Las radios suspendieron sus programaciones, que fueron reemplazadas por emisiones de música sacra.
Mientras tanto, Perón ordenó desalojar la habitación donde yacía el cuerpo de su esposa y convocó al peluquero Julio Alcaraz, quien atendía a Evita desde sus inicios como actriz y era el primero en entrar cada mañana a su habitación para peinarla. En una ocasión Evita le pidió: “Julio, un día me vas a prometer delante del general que ni siquiera después de muerta me vas a abandonar”.[xiii]
LA VERSIÓN SOBRE UNA SUPUESTA LOBOTOMÍA
En agosto de 2011, en la Universidad Nacional de Cuyo, el neurocirujano Daniel Nijensohn dio a conocer esa hipótesis, que luego publicó en una revista especializada y fue divulgada por distintos medios. En un reportaje del diario La Nación, el doctor Nijensohn, nacido en la Argentina y profesor de la estadounidense Universidad de Yale, señalaba: “Nuestra investigación comenzó en 2005, cuando el cirujano húngaro George Udvarhelyi, que vivió en la Argentina entre 1948 y 1953, declaró al diario Baltimore Sun que había participado de una lobotomía que se le realizó a Eva Perón. […] No sabemos la fecha exacta, pero sospechamos qué para su última aparición pública, cuando Perón asumió su segunda presidencia, ya había sido operada”.
Según el doctor Nijensohn, la operación habría sido realizada por James L. Poppen, un célebre neurocirujano estadounidense que visitó la Argentina en varias oportunidades y tenía muy buenas relaciones con el peronismo. El propio Poppen, en 1955, publicó un libro en que valoraba positivamente a Perón y a su gobierno. Pero en esa obra, Poppen menciona haber estado en la Argentina y tratado a Perón en tres ocasiones, en los años 1949, 1950 y 1954. En las dos primeras visitas tuvo oportunidad de ver también a Evita, pero en ningún momento menciona viaje alguno en 1952.
Más aun, al contar en su libro “Perón, el hombre” su tercer viaje a Buenos Aires en 1954, cuando recibió la condecoración de la Orden del Mérito del gobierno argentino, deja en claro que hacía cuatro años que no visitaba el país.
El doctor George Udvarhelyi, única fuente primaria sobre la supuesta lobotomía, falleció en 2010; Poppen, a quien se le atribuye la operación, murió en 1978. Ninguna otra persona vinculada al cuidado de la salud de Evita, ni nadie de quienes estuvieron a su alrededor en esos meses finales, en sus muchas declaraciones y testimonios a lo largo del medio siglo pasado desde entonces hizo referencia alguna a otra intervención quirúrgica fuera de la operación de noviembre de 1951 y las biopsias de comienzos de 1952. De haber ocurrido, se trataría de la operación más secreta de la historia de la medicina, y por los testimonios sobre los últimos días de Eva, sin el resultado buscado.
Consultado especialmente por el historiador Felipe Pigna, para su Evita. Jirones de su vida,[xiv] sobre el tema, señaló el doctor Daniel López Rosetti: “La paciente cursó su enfermedad durante dos años y medio. Del seguimiento de la sintomatología resulta evidente que clínicamente empeoró sensiblemente en los últimos dos o tres meses. A la pérdida de peso se agregó la falta de aire debido a metástasis pulmonares. Los dolores eran tratados con dosis crecientes de morfina, que seguramente estaba dimensionada a los requerimientos en términos de disminuir el dolor producido por el tumor y sus metástasis, como así también proveer la sedación necesaria. La morfina es una sustancia analgésica sumamente potente, sobre todo en una paciente que hacia el final de sus padecimientos pesaba tan solo 36 kg. No parece razonable optar en ese momento por una lobotomía para el tratamiento del dolor, ya que la morfina resultaba suficiente y el cuadro clínico era claramente terminal y el pronóstico de vida era muy malo a cortísimo plazo.
“Por otro lado, la lobotomía iba acompañada de efectos colaterales claros en la conducta y las funciones emocionales e intelectuales superiores. Los pacientes sometidos a lobotomía cambian de carácter. Los lóbulos frontales resultan ser la parte del cerebro donde anida el ser mismo. La propia identidad, el modo de ser, la emocionalidad, el autocontrol.
“La persona lobotomotizada deja de ser quien es. Al menos deja de ser quien era. No la reconoceríamos como tal, no sería la misma. Es aquí donde la historia clínica nos aporta más datos. Quienes interactuaron socialmente con la paciente hasta sus últimos momentos, la describen como coherente y consecuente al temperamento y el carácter con el cual la habían conocido.
“Son varios los testimonios que avalan esta conducta clínica. Pero hay uno que me consta en forma personal y que aporta datos clínicos de interés. Se trata de María Eugenia Álvarez, enfermera personal de la paciente y que acompañara a la misma hasta el último momento de su vida. Entrevisté a dicha profesional en tres oportunidades. Dos en forma personal y una en forma telefónica. Durante las entrevistas tomé la precaución de repetir preguntas “clave” de un cuestionario previamente formulado. En las tres oportunidades la enfermera tratante respondió coherente y coincidentemente al cuestionario, otorgando verosimilitud al relato en todos sus detalles. Hay algo más. También le consulté, puntualmente, si a la paciente le habían realizado una lobotomía con la finalidad de disminuir los dolores. Respondió negativamente y con argumentos clínicos sólidos. Además de la respuesta formal al cuestionario, del cual se desprende el mantenimiento de la conducta intelectual y emocional de la paciente hasta el final, hay algo más, le creí.
“En medicina hay un principio rector, “la clínica es soberana”. Esto significa que el examen clínico del paciente en su aspecto intelectual, emocional y físico arroja una impresión diagnóstica relevante. En este caso, el mantenimiento de la intelectualidad, la emocionalidad y el estilo conductual hasta el final de la historia clínica es incompatible con los efectos colaterales de una neurocirugía de lobotomía. En consecuencia, teniendo en cuenta la evidencia testimonial circunstancial por un lado y la historia clínica por el otro, considero sumamente improbable que la paciente hubiera sido sometida a una lobotomía”.[xv]
El análisis médico realizado por el Dr. López Rosetti coincide con que indica la lógica y las filmaciones existentes sobre la participación de Eva Perón en la asunción del cargo por su esposo el 4 de junio, a 42 días de su muerte, que la muestra muy desmejorada, pero en pleno uso de sus facultades mentales y los distintos testimonios de las personas que la trataron en los últimos días de su vida. (Continuará).
[i] FRASER, Nicholas y Marysa NAVARRO: Eva Perón. Ed. Bruguera. Bs. As. 1982. Pág. 245.
[ii] NAVARRO, Marysa: Evita. Mencionada en TORRE, Juan Carlos (Compilador): Los años peronistas (1943 – 1955). Colección Nueva Historia Argentina. Ed Sudamericana. Bs. As. 2002. Cap. VI. P. 347.
[iii] GALASSO, Norberto: Perón. Formación, Ascenso y Caída (1893 – 1955). Ed. Colihue. Bs. As. 2015. P. 569.
[iv] GALASSO, Norberto: Ob. Cit. P. 572
[v] GALEANO, Norberto: Ob. Cit. P 574.
[vi] NAVARRO, Marysa: Ob. Cit. P. 350
[vii] LUNA, Félix: Eva Perón ha muerto. Historia de la Argentina. Ed. Crónica e Hyspamérica. Bs. As. 1992. Pág. 22.
[viii] FRASER, Nicholas y Maryssa NAVARRO: Op. Cit. Pág. 254.
[ix] FRASER, Nicholas y Maryssa NAVARRO: Op. Cit. Pág. 256.
[x] CECCHINI, Daniel: Dos inyecciones de morfina y un arnés para mantenerse en pie: el sufrimiento de Evita en su última aparición pública. Artículo publicado en https://www.infobae.com/sociedad/2022/06/04/dos-inyecciones-de-morfina-y-un-arnes-para-mantenerse-en-pie-el-sufrimiento-de-evita-en-su-ultima-aparicion-publica/
[xi] LUNA, Félix: Op. Cit. Pág. 33.
[xii] FRASER, Nicholas y Maryssa NAVARRO: Op. Cit. Pág. 261.
[xiii] INFOBAE: Los 16 días de funerales de Evita: cómo se embalsamó el cuerpo, los deseos no cumplidos de la familia Duarte y el llanto de Perón. Artículo publicado en https://www.infobae.com/sociedad/2019/07/26/los-16-dias-de-funerales-de-evita-como-se-embalsamo-el-cuerpo-los-deseos-no-cumplidos-de-la-familia-duarte-y-el-llanto-de-peron/. Bs. As. 26 de julio de 2019.
[xiv] PIGNA, Felipe: Evita. Jirones de su vida, Buenos Aires, Planeta, 2012, págs. 307-312
[xv] Fuente: www.elhistoriador.com.ar https://www.elhistoriador.com.ar/eva-peron-y-la-version-sobre-una-lobotomia-practicada-en-1952/. Ver también: https://www.infobae.com/2011/12/23/623606-revelan-las-pruebas-la-presunta-lobotomia-realizada-eva-peron/