Pese a su derrota en las elecciones legislativas de medio término el año pasado, el Frente de Todos controla ambas cámaras del Congreso y tiene la presidencia de las mismas.
También cuenta con mayoría en ambas cámaras y preside las comisiones legislativas más importantes.
Gobierna en la mayoría de las provincias (algunas desde hace décadas), especialmente en la estratégica provincia de Buenos Aires y en la mayor parte de las intendencias del país.
Controla los sindicatos más grandes y con mayor poder de movilización, ejerce a través de ellos su influencia en la CGT.
Cuenta con canales de televisión, emisoras de radio e importantes periódicos (como Página 12). Decenas de “periodistas militantes” defienden con sus análisis y argumentaciones las decisiones del gobierno kirchnerista y a sus dirigentes.
Tienen la adhesión de las más importantes organizaciones sociales y un abrumador poder de movilización que recientemente exhibió en la conmemoración del Día de la Memoria, el pasado 24 de marzo.
La oposición en el Parlamento modera sus críticas y acompaña las leyes fundamentales que requiere el gobierno para su gestión, como la aprobación del acuerdo con el FMI.
En tanto las fuerzas armadas han abandonado todo espíritu deliberativo, muestran una total subordinación al poder constitucional y se mantienen alejadas de la política y en calma en sus cuarteles.
Pero con todo ese poderío el gobierno kirchnerista no se siente en capacidad de gobernar y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, impulsa una iniciativa legislativa para alcanzar consensos con otros espacios políticos en una suerte de “Pactos de Moncloa” al estilo argentino que le den mayor gobernabilidad al país.
Massa planteo esta iniciativa ante empresarios y sindicalista en el Centro Cultural Kirchner y más tarde ante ONG, políticos oficialistas y opositores en el encuentro de “Conciencia”.
En realidad, lo único que atenta contra la gobernabilidad y las posibilidades de desarrollo del país no es la oposición, ni las entidades del campo, ni los medios hegemónicos ni ninguna entelequia semejante.
El problema reside en el conflicto entre el presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Alberto Fernández debe cumplir con las exigencias del Fondo Monetario Internacional para estabilizar al país. Cristina Kirchner, por el contrario, esta preocupada por retener la mayor cantidad posible de sus votantes y para ello se resiste a asumir el más mínimo costo político como reducir el gasto fiscal, reducir el tamaño del Estado, sincerar las tarifas de los servicios públicos, aumentar el precio de los combustibles y el transporte, etc.
Cristina Kirchner pretende la imposible tarea de “hacer una tortilla sin romper huevos”, es decir, gobernar sin recursos aplicando políticas distribucionistas y sin asumir costos. Insiste en ello aún a riesgo de precipitar al país a una nueva hiperinflación y a la cesación de pagos.
Por eso, el diputado Massa debería comenzar su propuesta de un “Pacto de la Moncloa” logrando que el presidente Alberto Fernández y su vicepresidente restablezcan el diálogo interrumpido desde hace un mes.
En un país con el 37,3% de la población en la pobreza y con una inflación interanual superior al 50% (encaminándose rápidamente a superar el 60%) con desabastecimiento de gasoil y la amenaza de un invierno sin gas y con cortes de luz, entre otros muchos males, las internas políticas dentro del partido de gobierno deben quedar de lado por el bien de todos los argentinos.