Que las encuestas preelectorales en Argentina han demostrado ser poco confiables ha quedado en evidencia en las últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). En los días previos al 11 de agosto, hubo empresas encuestadoras que llegaron a dar por ganador al macrista Frente por el Cambio. Otras aunque auguraron el triunfo de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner indicaban un margen sustancialmente menor a los 17 puntos que separaron a los dos candidatos presidenciales más votados.
Todas las firmas de encuestadoras erraron en sus estimaciones por un margen superior al +/- 3 de tolerancia que usualmente se acepta para decir que una predicción ha sido acertada y la encuesta estuvo bien instrumentada.
Las causas de la escasa confiabilidad que presentan las consultas de intención de voto en Argentina son diversas. Algunas empresas encuestadoras, por falta de recursos o por carecer de idoneidad en el tema, insisten en emplear métodos de medición que otros profesionales actualmente se han descartado por sus reiterados fallos. En especial, el empleo de consultas telefónicas que no discriminan la franja etaria ni las zonas geográficas donde se realizaron las mediciones.
En otros casos hay errores en el diseño de la muestra (por ser demasiado reducida o estar mal distribuida geográfica y etariamente). También algunas encuestas fracasan por que los cuestionarios son administrados por encuestadores poco capacitados para llevar a cabo esta tarea o, lo que es más grave aún, son inescrupulosos e inventan los datos que deberían recabar.
Lo mismo ocurre con mediciones elaboradas en base al seguimiento de redes sociales o focus group (que consiste en evaluar la opinión de un pequeño grupo de personas, 12 a 30 sujetos fijos y evaluar cómo evoluciona con el tiempo y los acontecimientos). La validez instrumental de tales metodologías aún no ha sido totalmente verificada.
Por último, cabe considerar que muchas personas desconfían de las encuestas y se niegan contestar o dan respuestas distintas de lo que realmente votaran porque creen que esa es la respuesta que espera el encuestador o para ser “políticamente correcto” apoyando verbalmente al candidato que aparece como triunfador aunque finalmente vote a otro.
Por último, están las encuestas que en realidad nunca han sido implementadas y son tan sólo un dibujo más o menos creativo sobre intención de voto para sostener el triunfo de un candidato o sus datos surgen de realizar el promedio de las cifras dadas a conocer por otros encuestadores.
En muchos casos las encuestas deben ser consideradas como “fake news” o, como se decía antes en la jerga periodística, “pescado podrido”.
Tal el caso de una encuesta recientemente dada a conocer por Gustavo Córdoba y Asociados, supuestamente confeccionada a través de un sondeo domiciliario personal sobre 1.200 casos consultados entre el 4 y el 9 de octubre pasado. La misma ha sido reproducida sin una verdadera evaluación por medios usualmente confiables como Urgente24.com y diario Perfil.com y sus datos principales se consignan en el gráfico que ilustra este artículo.
Analicemos más en detalle los datos recabados por esta medición de intención de voto. Si sumamos los incrementos de las tres fórmulas presidenciales que aumentan su caudal electoral con respecto a lo obtenido el 11/8, tenemos (que 4,5 + 0,9 + 1,7 = 7,1) hay un 7,1% de incremento. Mientras que las tres fórmulas que pierden votos (0,3 + 1 + 0,9 = 2,2) pierden 2,2% de votos.
Si restamos los votos perdidos de los votos ganados resulta que hay un 4,9% de nuevos votos. Pero, los votantes del 27/10 serán los mismos que votaron el 11/8. Por lo tanto, el incremento de votos de las fórmulas más votadas sólo puede producirse porque gente que no asistió en agosto si lo haga en octubre o porque los votos en blanco y nulos (blanco 3.11 + nulos 1,21 + imputados 0,02 = 4,34) o porque pérdida de las otras fórmulas.
Pero, estas cifras no concuerdan y están sujetas a muchos condicionantes de difícil evaluación. Nada permite cuantificar hasta último momento cuanta más gente concurrirá a la votación del 27/10 y esta cifra puede variar considerablemente conforme a las condiciones meteorológicas de ese día. Incluso es difícil determinar qué porcentaje de quienes votaron en blanco en las PASO decidan hacerlo por un candidato en las presidenciales.
En otras palabras, si Alberto Fernández y Mauricio Macri cosechan más votos para el 27/10 alguien tiene que perder esos votos. No obstante, la encuesta no dice eso y nos hace dudar seriamente de que sea válida.
Se insiste en decir que Mauricio Macri no mejora y que si lo hace Alberto Fernández. Pero, los últimos datos señalan la existencia de otra realidad subterránea. Los candidatos del Frente de Todos en las últimas elecciones de Mendoza y Salta obtuvieron menos votos de los que cosecharon en las PASO y perdieron ante candidatos macristas, la agrupación radical Franja Morada y sus aliados se impusieron por 71,74% a los candidatos del Frente de Todos que obtuvo solo el 13,29% en las elecciones estudiantiles de la Universidad de Buenos Aires y los actos de campaña del Frente Juntos por el Cambio reúnen gran cantidad de fervorosos asistentes allí donde se realizan.
Difundir encuestas falsas sirve para convencer a los indecisos de que la elección ya esta resuelta y que no vale la pena concurrir a los comicios o votar por un candidato que de todos modos va a perder la votación.
En esta forma se desalienta a la oposición esperando que sus militantes bajen los brazos, pierdan el entusiasmo y hasta descuiden la fiscalización de los comicios y acepten presiones y fraudes en los lugares de votación.
También permite implantar en la población la idea de que un resultado distinto del esperado solo puede deberse a la comisión de fraude.
Por lo tanto, es conveniente no prestar atención a las encuestas interesadas que se difunden con poca seriedad a través de los medios de comunicación. Siempre termina ocurriendo que la encuestas estaban equivocadas.