Juan B. “Tata” Yofre ha vivido siete décadas de intensa labor como periodista, hombre de Estado, diplomático y, en la última etapa, como prolífico historiador, escritor y analista político.
Su producción de la última década, más de diez libros, es tan importante y diversa que resulta difícil elegir una obra como la más importante. Pero, sin duda “Dios y la patria se lo demanden” está entre los dos mejores libros escritos por Yofre.
El texto combina en dosis exactas el documento histórico inédito, el anecdotario curioso y el testimonio vivencial. Todo ello registrado por la pluma ágil y directa de un periodista de fuste devenido en historiador que asume y defiende claramente una visión crítica del pasado de nuestro país. Posición que es y ha sido la misma a lo largo de su vida, sin cambios camaleónicos u oportunistas
Alguien podrá o no estar de acuerdo con las ideas de Yofre pero no podrá cuestionar la honestidad intelectual y la valentía con que siempre las ha sostenido.
Está por demás, tratándose de una obra de Yofre, decir que las cuatrocientas páginas del libro son de rápida y amena lectura.
Resulta difícil decir que capítulo del libro resulta más interesante. Si lo es el que describe la ceguera con que Hipólito Yrigoyen dejó que se llevara a cabo el golpe de Estado de 1930, o el que detalla los entretelones que rodearon la captura del general Juan José Valle en junio de 1956. Quizá el rescate de la figura histórica del teniente coronel Jorge M. Osinde o el relato de los vanos intentos del almirante Eduardo Massera para buscar una aceptación internacional que le permitiera convertirse en “presidente constitucional” con el apoyo de un sector del peronismo, mientras intentaba ocultar su papel de actor central en la represión genocida llevada a cabo por el Proceso de Reorganización Nacional en 1976.
Quizá sea lo más relevante la ambigua posición del presidente de la Unión Cívica Radical, el Dr. Ricardo Balbín, quien en un “diálogo político” con el ministro del Interior general Albano Harguindeguy durante la dictadura, dieciocho meses antes de su muerte, por un lado justificaba el golpe de Estado contra Isabel Perón, decía que “nunca hice política con los muertos” y por el otro pretendía negociar ventajas para su partido y acordar una fecha para el llamado a elecciones.
Mi parte favorita, son sin lugar a duda, los últimos tres capítulos del libro. Cuna “el Tata” por primera vez hace un relato pormenorizado de como surgió su relación personal con Carlos S. Menem durante la campaña presidencial de 1988 – 1989.
En especial, cuando describe como se gestó la nota de contratapa del diario Ámbito Financiero, del lunes 9 de mayo de 1988, titulada: “Menem pasó por La Matanza y mostró su popularidad en los sectores marginados.”
Pocas notas periodísticas han sido tan influyentes como esa. Al alertar el fenómeno que se estaba gestando en torno de la figura de quién, hasta entonces, era poco más que un ignoto gobernador riojano y sobre las posibilidades de que se convirtiera en el futuro presidente de los argentinos. Yofre, con esa nota, influyó en la campaña presidencial y cambio la vida de muchas personas, entre otras la mía.
Tratando de imitar el estilo autorreferencial de Yofre voy a concluir con un recuerdo personal.
En la página 391 de “Dios y la patria se lo demanden”, Juan B. Yofre hace mención a un informe “secreto” sobre la marcha de la economía presentado en noviembre de 1989 al presidente Menem, con la firma de Jorge y Juan Born, que casi le cuesta el cargo.
El informe en cuestión, tengo entendido fue elaborado por un brillante economista, el Dr. Carlos García Martínez, en ese entonces asesor en la Secretaría de Inteligencia de Estado, aunque Yofre no lo menciona. El Informe fue uno de los motivos de su alejamiento de la SIDE.
Yofre presente el informe al presidente como un documento “solo para sus ojos”, pero Menem confrontó al equipo económico y a Eduardo Bauza diciéndole algo parecido a “Miren esto es lo que piensa la SIDE de la marcha de la economía”.
Eso desató el vendaval y la guerra abierta de Yofre contra los “celestes” del entorno presidencial.
La mañana del escándalo tuve la oportunidad encontrarme con Yofre a su regreso de la Casa Rosada tras su acalorada disputa originada por el informe.
Había concurrido con el teniente coronel ® Roberto “El negro” Pascale a llevarle un ejemplar de un libro que recién había publicado: “Estrategia y acción militar. De Sun Tzu a la Guerra de las Galaxias”.
En su despacho del quinto piso de la calle 25 de Mayo 11, Yofre nos recibió inmediatamente tratando de disimular su preocupación y contrariedad.
Fue, como siempre, muy cortes y amable pero parecía sumamente cansado y su mente estaba en otra parte.
Cuando le mencione que tenía una invitación del gobierno de Sudáfrica para conocer el país, dijo: “Andá… Andate ahora”.
No interpreté lo que ocurría y decidí posponer el viaje hasta después del verano. Mala decisión de mi parte. Nunca conocí Sudáfrica.
Abandone del despacho del jefe de la SIDE con una rara sensación, que quería apartar de mi mente. Sentía que “el Tata” no seguiría por mucho tiempo en su despacho de la SIDE. Lamentablemente, estaba en lo cierto.
Juan B. Yofre tiene una deuda con los argentinos, escribir sus memorias completas. Esperemos que lo haga antes de que como las de Ramón J. Cárcano lleven el título de “Mis primeros ochenta años”.
Por lo pronto, si usted quiere conocer porque la Argentina esta hoy como está, debe comenzar por leer: “Dios y la Patria se lo demanden”. No se lo pierda.