El director de la Agencia Central de Inteligencia, Mike Pompeo, acaba de designar a Michael D´Andrea, un veterano agente con más de tres décadas en la Agencia, como jefe de operaciones contra Irán.
La designación de D´Andrea, quien condujo el equipo de agentes de inteligencia que posibilitó llevar a cabo la “Operación Jerónimo”, el asesinato del líder de Al Qaeda, Osma Bin Laden; es una evidencia más de que la Administración Trump se propone terminar con la política de distensión aplicada por el presidente Obama con respecto a Irán.
Durante la campaña electoral, Donald Trump se encargó de dejar muy claro de que consideraba al régimen de los ayatolas como un activo patrocinador del terrorismo. Incluso afirmó que el acuerdo nuclear suscripto por Barack Obama, en 2015, era el “peor de la historia.”
Al llegar a la presidencia, Trump no avanzó contra dicho tratado, pero no atenuó su hostilidad verbal contra Irán. Incluso el 7 de junio pasado, cuando un ataque terrorista de ISIS, en Teherán, arrojó un saldo de 13 muertos y 43 heridos, el presidente estadounidense se mostró implacable al declarar que: “Los Estados que patrocinan el terrorismo se arriesgan a convertirse en víctimas del mal que promueven.”
Ahora, el anuncio de la designación de Michael D´Andrea a cargo de las operaciones contra Irán -y en especial la difusión de este hecho- se interpreta como una nueva señal de que Washington se dispone a incrementar la tensiones con Irán.
Michael D´Andrea, también conocido como “El Emir Oscuro” o “Ayatolá Mike” es una leyenda dentro de la Agencia.
Poco se sabe fuera de Agencia sobre él y seguramente algunas versiones han sido difundidas al solo efecto de proteger su identidad. Por supuesto no se conocen fotografías. Las versiones dicen que Michael D´Andrea se incorporó a la CIA en 1979, el mismo año en que el ayatolá Rudolah Jomeini iniciaba la “revolución islámica” en Irán expulsando al sha Mohamed Reza Palevi, cumpliendo su entrenamiento en la sede central de Langley, Virginia, tras lo cual fue destinado a África.
Pronto destacó como agente. D´Andrea mostró una gran capacidad de trabajo y una profunda dedicación a sus funciones. Así se convirtió en responsable de la estación de Bagdad de la CIA en tiempos de la guerra entre Irak e Irán. Según todas las versiones durante su larga estadía por Oriente se casó con una mujer musulmana, Faridah Currimjee, diez años mayor que él, y para ello se convirtió al islam. Esas mismas versiones dicen que si bien no es musulmán devoto, si es un profundo conocedor de la cultura islámica a la cual respeta. De allí su denominación de Ayatolá Mike.
Quienes no lo aprecian, tanto adentro como afuera de la Agencia, destacan su participación en la aplicación de “técnicas interrogatorios mejorados”, el eufemismo que emplean los funcionarios de la CIA para referirse a la aplicación de torturas a sospechosos durante la “Guerra contra el Terrorismo” posterior a los ataques del 11 de septiembre de 2001.
En 2006, Michael D´Andrea fue designado director del Centro de Contraterrorismo de la CIA. Permaneció en esa posición por nueve años.
Desde ese cargo habría coordinado con el Mossad la operación que culminó con la muerte de uno de los terroristas del grupo libanés pro iraní, Hezbolá, Imad Fayez Mughniyeh.
Imad Fayez Mughniyeh (1962 – 2006) era considerado responsable de infinidad de atentados terroristas. En especial el ataque con un camión bomba cargado con 5.000 kg de TNT, en octubre de 2003, contra un cuartel de la UNIFIL en Beirut, el que murieron 241 infantes de marina estadounidenses, 58 paracaidistas franceses y seis civiles libaneses. La organización Yihad Islámica asumió la responsabilidad por el atentado, pero esa organización aún se cree que es una organización fantasma que responde ante Hezbolá.
Mughniyeh era también considerado el cerebro tras los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina –AMIA- (1994). Funcionarios estadounidenses lo habían acusado de matar a más ciudadanos estadounidenses que cualquier otro militante antes de los ataques de 2001 y ofrecían cinco millones de dólares en recompensa por datos que permitieran su captura en la lista FBI Most Wanted Terrorists.
Mughniyeh fue asesinado, en la noche del 12 de febrero de 2008, por una explosión de coche bomba alrededor de las 23:00 en el barrio de Kafr Sousa, en Damasco, Siria.
Según versiones, Mughniyeh estaba en una recepción que conmemoraba el 29 aniversario de la Revolución iraní organizada por el embajador iraní en Siria, Hojatoleslam Ahmad Musivo.
Mughniyeh dejó la reunión poco después de las 22:30 y caminó rumbo a su automóvil Mitsubishi Pajero. Los asesinos habían reemplazado el neumático de repuesto por uno cargado con un alto explosivo, que detonó cuando el terrorista pasó a su lado. La explosión destruyó completamente el coche, dejó un daño mínimo en edificios cercanos y mató sólo a Mughniyeh.
Al conocerse la noticia, la Administración de George W Bush mostró su satisfacción. Un portavoz del Departamento de Estado anunció: “El mundo es un lugar mejor sin este hombre que era un asesino a sangre fría, un asesino en masa y un terrorista responsable de innumerables pérdidas de vidas. Danny Yatom, ex jefe del Mossad israelí, dijo: “Fue uno de los terroristas más peligrosos de la Tierra”.
Pero, no todo fueron éxitos, en 2009, mientras trataban de ubicar el paradero de Osama bin Laden, dieron con un médico jordano que afirmaba tener acceso al líder de Al Qaeda. Durante una reunión programa en un cuartel seguro en Khost (Afganistán), el supuesto informante hizo detonar un cinturón bomba matando a siete agentes de la CIA.
D´Andrea fue un firme impulsor de las “acciones ejecutivas”, es decir asesinatos perpetrados por el gobierno estadounidense a través del empleo de drones. En 2015, se realizaron 117 operaciones de este tipo en Afganistán, Irak y Yemen. Hasta que un error le costó el cargo. En uno de los ataques de drones contra un refugio de terroristas en el valle de Shawal, en Paquistán, fallecieron dos rehenes occidentales, que estaban allí como trabajadores humanitarios, el estadounidense Warren Weinstein y el italiano Giovanni Lo Porto.
Discretamente, el gobierno de Obama separó, meses después, a Michael D’Andrea de su cargo de jefe del Centro de Contraterrorismo y un periodista de The New York Times, Mark Mazzetti, expuso su identidad. Parecía el fin de una carrera de sacrificios y servicios para su país.
Pero, ahora la Administración Trump recurre a su experiencia profesional para remontar la producción de inteligencia sobre Irán.
D´Andrea es un halcón que se une a otros halcones como el propio Mike Pompeo, el Asesor de Seguridad Nacional, teniente general H. R. McMaster, el director del Consejo de Inteligencia, Ezra Cohen-Watnick y, finalmente, el propio presidente Donald Trump, para poner coto a las actividades de inteligencia y apoyo a grupos terroristas por parte de Irán.
Es un claro, mensaje a Teherán que está tratando de aprovechar la crisis en el Consejo de Cooperación del Golfo para incorporar al pequeño y próspero Qatar a su esfera de influencia.
Falta saber cuál será la reacción del gobierno de Irán ante la difusión de este nombramiento.