Los que nacimos a partir de la década del 40, no podemos separar nuestros recuerdos del alud inflacionario que ha sufrido nuestro país. Es como si la historia de la Argentina, a partir de la segunda mitad del siglo XX, estuviera indisolublemente unida al descontrol económico y financiero. ¿Pero cuándo se sentaron las bases de lo que a la postre terminaría con este despropósito?
Nuestro país, podría decirse, nació rico. Cuando a partir de 1862 se inició el período llamado de la Organización Nacional y las presidencias históricas, tanto Bartolomé Mitre como Sarmiento y Nicolás Avellaneda vieron la necesidad de construir el nuevo Estado, vigoroso generador de riquezas, sobre las bases de la cultura europea. Entre los conceptos “de avanzada” que caracterizaron esa época, estaban el socialismo naciente y posteriormente el marxismo- comunismo, como así también la corriente social de la Iglesia plasmada más adelante en la encíclica Rerum Novarum de León XIII. Todo esto influyó en los principios de nuestra joven Nación, que complementó su orientación liberal capitalista con beneficios sociales como la educación y la salud pública, además de normativas laborales como la ley 4.661 de 1905. Este horizonte de bienestar, sin embargo, comenzó a diluirse a partir de 1910
La primera guerra mundial y la crisis del 29 pusieron límites a la expansión de la riqueza argentina, y posteriormente la aparición de caudillos indecentes, políticos corruptos e idealistas mesiánicos, terminó de convertir el vigoroso crecimiento en promesas de bienestar y riquezas sin contrapartida alguna. En este punto comienza a gestarse el descontrol macroeconómico y la inflación.
¿Cómo podemos entonces desactivar este proceso? La respuesta, a decir verdad, es simple: alineando las expectativas de los ciudadanos con la realidad. Pero, ¿qué tan factible es llevar adelante esta decisión en tiempo y forma dentro de una sociedad democrática?
Resolver cuestiones de igual o mayor complejidad que esta sin vulnerar libertades ha sido el gran desafío de los Estados modernos, y requiere sobre todo de líderes conscientes y capaces con una clara concepción de costos y beneficios. Este último factor escapa a cualquier planificación o proyecto político y económico, ya que hace a la natural capacidad de ciertas personas para transmitir conceptos y lograr que el resto los acepte como válidos
Aclarado el punto anterior, podemos plantear, en términos muy generales, cuáles deberían ser los aspectos a tener en cuenta para corregir el flagelo inflacionario, incluso haciendo alguna sugerencia en relación al cuadro económico financiero actual.
El proceso inflacionario reconoce tres aspectos fundamentales a tener en cuenta, a saber:
- Oferta de dinero
- Demanda de dinero
- Competencia
Vamos a desarrollar cada uno de ellos y sugerir posibles acciones para corregir desvíos
Oferta de dinero
Es el aspecto sobre el cual más se han pronunciado economistas, políticos y opinadores profesionales, y razones no les faltan
La escuela monetarista de Chicago terminó de ratificar a la inflación como un fenómeno de carácter monetario. La cantidad de dinero, en especial en su versión de base monetaria (M0) y dinero bancario a la vista (M1), termina teniendo efectos en el nivel de actividad para el corto plazo y en el nivel de precios para el mediano-largo plazo. Así, el dinero se comporta como cualquier otro bien dentro de la economía. Cuando existe en exceso, pierde valor (devaluación) o es rechazado por los operadores económicos (inflación), dándose también la contraria.
La cantidad de dinero adecuada para una economía es aquella compatible con el volumen de producción de esta y el precio de los bienes producidos. Existe, sin embargo, margen para una expansión adicional con objetivos mayoritariamente políticos, aunque también se cuenta con herramientas manejadas por los bancos centrales para neutralizar, aunque mas no sea transitoriamente, el exceso de oferta monetaria.
El gran problema es que el exceso permanente de gasto público, y las políticas monetarias expansivas para mantener el nivel de actividad, terminan generando inflación crónica en línea con el desajuste entre producción y moneda.
La herramienta principal para corregir estos desvíos es la llamada política monetaria, a través de la cual los bancos centrales absorben o liberan, según el caso, cantidades de dinero. Como dijéramos previamente, estos movimientos son de carácter necesariamente transitorios, ya que no pueden contrarrestar un exceso permanente de oferta monetaria. La forma de llevar a la práctica estas intervenciones es a través de 2 factores: Tasa de interés y operaciones de mercado abierto (compra y/o venta de títulos públicos por parte de los bancos centrales). Existe un factor adicional en todo este proceso que analizaremos en el próximo punto, pero antes demos un vistazo a la situación local en este aspecto
Como ha sido observado por muchos, la Argentina adolece de un excesivo y crónico gasto público improductivo, al punto que la ya muy pesada carga impositiva y endeudamiento público no logran todavía financiarlo por completo. Por esta razón, es una generadora permanente de excedentes monetarios que las autoridades tratan de neutralizar por todos los medios, pero que confluyen en gigantescos endeudamientos a nivel BCRA (leliqs y pases) y Tesoro Nacional (letras y bonos). Toda esta situación, desafortunadamente, solo reconoce soluciones traumáticas
La Argentina debe reducir en forma SERVERA E INMEDIATA el gasto social, suspendiendo los planes sociales y las moratorias previsionales. A esto deberá sumarse el congelamiento de los sueldos de empleados públicos a su valor nominal, y complementarse con la suspensión del derecho de huelga para el sector público y empresas del Estado. Posteriormente deberá encararse un proceso de racionalización del sector público
Se tendrá que liberar el tipo de cambio y permitir que el peso alcance su verdadera paridad en relación al dólar, utilizando el oro de las reservas internacionales y cualquier otro activo en moneda dura de libre disponibilidad, para cancelar los pasivos remunerados del BCRA, inclusive a costa de suspender pagos internacionales. De la misma forma deberán devolverse TODOS los depósitos en dólares. Se entrará así en un probable default, pero se evitará una quiebra bancaria masiva.
Por un tiempo prudencial, el crecimiento de la base monetaria deberá ser nulo, y el BCRA se abstendrá de intervenir en el mercado de cambios, debiendo cursarse las operaciones de comercio exterior a través del sistema bancario público y privado
La consecuencia de todo esto podría ser en lo inmediato una severa stagflation, pero la misma debería comenzar a moderarse en un plazo no demasiado prolongado
Demanda de dinero
Se trata de un concepto más elusivo que el anterior, con una lógica mucho menos inmediata.
De acuerdo con el mismo, los operadores económicos experimentan la necesidad de conservar riqueza en la forma de dinero en efectivo. Las causas para ello podrían resumirse en tres: motivos transaccionales, motivos especulativos y motivos precautorios, dependiendo el monto de dinero a conservar de la tasa de interés o rendimiento de activos alternativos. Entonces será mayor el monto a conservar en la medida que los rendimientos alternativos sean menores y viceversa, pero dependerá también de cuán efectivamente la moneda en cuestión permita satisfacer los motivos mencionados precedentemente. O sea, las tenencias de dinero en efectivo están en función de su aceptación por terceros y su capacidad de actuar como reserva de valor
En la medida que la demanda de dinero sobre una moneda sea elevada, los factores condicionantes de la oferta del mismo tienden a relativizarse.
Así, un exceso en la oferta de la moneda en cuestión, no necesariamente debería traducirse en escenarios inflacionarios, ya que los operadores económicos tenderían a retener dicha moneda como forma de atesoramiento. El caso más conocido es el del dólar estadounidense
De la misma manera, en un escenario de rechazo a la moneda, la escasez de la misma no necesariamente llevaría a una disminución de las presiones inflacionarias. Algo así ocurrió durante la crisis hiperinflacionaria argentina de fines de los 80. ¿Cómo es entonces la situación en nuestro país hoy en día?
Argentina literalmente destruyó su moneda. Como indicáramos precedentemente, se lanzó hacia una emisión descontrolada de pesos mientras la demanda de los mismos caía verticalmente, solamente sostenida por transacciones menores y la estructura impositiva. Es así que la huida de nuestra moneda culminó con macro devaluaciones y un proceso inflacionario que se ha espiralizado cada vez más. ¿Qué podríamos hacer, por lo tanto, para revertir el peso de este factor en el flagelo inflacionario?
El aumento de la demanda de dinero es consecuencia de un ordenamiento político y económico que despierte expectativas positivas en los operadores, pero dentro del paquete de medidas que podrían implementarse, hay 2 que seguramente colaborarían con este propósito.
La primera es mantener permanentemente tasas de interés fuertemente positivas. Tanto los depósitos bancarios como títulos de deuda pública y privada deberían presentar altas tasas reales de interés, ya sea con relación a las divisas o pesos en moneda constante. Esto, por supuesto, requiere reducir drásticamente el endeudamiento público, ya que de lo contrario estaríamos realimentando el proceso.
La segunda es plantear una suerte de convertibilidad, pero dada la falta de reservas internacionales y la absoluta inconveniencia de más endeudamiento, se procedería a realizarla con respaldo de títulos de deuda emitidos por el tesoro nacional. Esto se implementaría a través de un canje de títulos de deuda en cartera del BCRA y los adelantos transitorios al gobierno nacional por títulos bajo legislación extranjera. A partir de aquí, cualquier expansión de la base monetaria se haría condicionada a la existencia de este respaldo, el cual deberá convertirse gradualmente en moneda dura a medida que el BCRA este en condiciones de salir a adquirirla.
Existen antecedentes de algunas de estas medidas, ya sea en la convertibilidad de los años 90 o en la política de crecimiento 0 de base monetaria de finales del gobierno de Cambiemos. En ambos casos la inflación disminuyó sensiblemente o se detuvo por completo
Competencia
Los aspectos mencionados precedentemente hacen hincapié en cuestiones monetarias y las medidas sugeridas para su implementación. Sin embargo, la experiencia demuestra que, en última instancia, la decisión de mover los precios obedece a la percepción empresarial sobre utilidad y riesgo asociado a la venta de productos. La única forma de poner límites a esta dinámica es a través de la competencia.
Las políticas monetarias y fiscales mencionadas en los puntos anteriores pueden no dar el resultado esperado si las aplicamos en economías cerradas. La demanda de dinero podría no recuperarse en un plazo prudencial, si las acciones de cobertura a través del aumento de precios no encuentran limites precisos. Es por eso que todo plan de estabilización macroeconómica tiene posibilidades de éxito únicamente en un contexto de liberación de los mercados.
La República Argentina se ha caracterizado por tener una economía cerrada e intervencionista. Esta situación, que se remonta a la década del 30 y luego se profundiza con los gobiernos radicales y peronistas, no solo ha sido en parte responsable del proceso inflacionario, sino que también fue causa de ineficiencia empresaria y conductas abusivas y corruptas. La inflación refleja directa e indirectamente las deficiencias del sistema económico, y nuestro caso no es la excepción.
Es esencial para completar lo antes posible un proceso de estabilización, la libre circulación de bienes y servicios a través de las fronteras, con aranceles aduaneros que pongan en un plano de igualdad la producción nacional y extranjera. A su vez, las empresas nacionales deberían ser liberadas de las tremendas restricciones a las que son sometidas por la legislación laboral vigente, reduciendo su carga impositiva a niveles acordes con la media internacional.
Conclusiones
Como ya hemos aclarado, la presente nota no pretende desarrollar un plan económico para estabilizar la economía argentina, sino destacar los aspectos fundamentales sobre los que debería basarse cualquier intento de estabilización. Las acciones señaladas precedentemente podrían formar parte de una construcción integral, que debería tener en cuenta la oportunidad de su aplicación y el estado del balance del BCRA. Es condición necesaria, sin embargo, que las medidas sean aplicadas apenas asuma un nuevo gobierno, y se implementen en forma simultánea. La CONTUNDENCIA es esencial a la hora de detener el actual deterioro y luego proceder a revertirlo.
Contestando a las preguntas que encabezan esta nota, SI, ES POSIBLE terminar con la inflación en Argentina. Aun en un escenario de grave deterioro, existen acciones y medidas que podrían tomarse para replantear el panorama, pero ¿qué tan probable?
La respuesta a este último interrogante la tendremos dentro de algunos meses. Si la formación política que llegue al poder tiene la voluntad de confrontar con aquellos que representan el último siglo de historia argentina, y además lo hace sin temerle al juicio de las próximas generaciones, entonces ES PROBABLE. De lo contrario, cualquier disquisición teórica, correcta o equivocada, se perderá entre millones de palabras cuyo único mérito sería haber alentado la esperanza.