El anuncio de conversaciones entre Rusia y Ucrania, en la frontera con Bielorrusia, para poner fin a la guerra entre ambos países abre una luz de esperanza para lograr un alto al fuego duradero.
Vladimir Putin ha hecho una brutal demostración de fuerza aplastando en 72 horas al ejército ucraniano ante la mirada impotente de los países de la OTAN.
Ahora, con las fuerzas rusas a las puertas de Kiev, el amo del Kremlin frena el avance de sus fuerzas y acepta dialogar.
Putin tiene muy presente la repetida sentencia de Karl Clausewitz, el filósofo de la guerra, quien afirmaba que la guerra no era más que la continuación de la política por otros medios. Es decir, mediante el empleo de medios violentos.
Por lo tanto, sabe que el conflicto se dirime no sólo en el campo de batalla si no también y muy especialmente, ante la opinión pública internacional.
Putin no necesita ni imágenes de soldados rusos combatiendo contra civiles ucranianos o de mujeres y niños heridos y muertos recorriendo las pantallas de los medios informativos mundiales.
Tampoco le interesa exponer a sus tropas a un combate en localidades largo, sangriento y extenuante si puede evitarlo. Sabe que una guerra corta y victoriosa consolidará su liderazgo. Mientras que la prolongación de las operaciones y el incremento de las bajas pone a Rusia al borde de una guerra de desgaste que pronto se hará más impopular de lo que en este momento es.
Por otra parte, cuanto más rápido cesen los combates más posibilidades tiene el Kremlin de que se levantes (o al menos se relajen) las sanciones militares impuestas por Occidente.
En consecuencia, primero golpeo fuertemente y ahora se sienta a negociar intentando recoger el mayor botín posible y a reparar los daños provocar por esta apelación a fuerza.
Esto nos lleva a preguntarnos, cuáles son los objetivos de Rusia en este conflicto. Evidentemente sus objetivos son complejos y diversos.
En primer término, y así lo ha manifestado en distintas ocasiones Putin, es frenar la expansión hacia el Este de la OTAN y también de la Unión Europea. Expansión que implica la incorporación al pacto militar de exrepúblicas soviéticas fronterizas con Rusia como la propia Ucrania, Georgia o Moldavia y también de otros países hasta ahora neutrales pero que pueden dejar de serlo como Suecia y Finlandia.
Para todos estos estados la invasión rusa es una clara advertencia de hasta donde está dispuesto el Kremlin a llegar para evitar una situación que percibe como una clara amenaza a sus intereses vitales.
En segundo término, con este decisivo golpe militar, los rusos terminan drásticamente con cualquier expectativa de Ucrania de recuperar con apoyo de la OTAN la península de Crimea.
En tercer lugar, al aplastar al ejército ucraniano y ocupar el territorio de su vecino, Rusia estabilizó la situación militar en torno a las separatistas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk cuya independencia reconoció Moscú un día antes de comenzar la invasión.
Incluso, es probable que las repúblicas separatistas incrementen su territorio a expensas de Ucrania dividiéndose la cuenca minera e industrial del Donbas.
Por último, seguramente Vladimir Putin, al apelar al empleo de la fuerza desafiando el derecho internacional y poniendo a prueba la decisión de la OTAN de contenerlo a riesgo de desatar una tercera guerra mundial, intenta restaurar el estatus de superpotencia que Rusia perdió en 1991, cuando se disgregó la Unión Soviética, desapareció el Pacto de Varsovia y los países de Europa Oriental pasaron de aliados a potenciales enemigos de Moscú.
Hoy resta saber cuántos de estos objetivos logrará alcanzar y consolidar Moscú y a qué precio lo hará.
Por el momento, pareciera existir una confluencia de intereses entre Moscú y Kiev de lograr un alto al fuego y avanzar en una negociación diplomática que ponga fin a las hostilidades, permita la evacuación de las fuerzas rusas de territorio ucraniano y posibilite restaurar el equilibrio y la estabilidad de Europa Oriental.
Resta saber en que medida esto es posible y cuales serán las consecuencias para Ucrania de este conflicto, por lo cual aún es muy pronto para ser optimistas.