Cada día parece más cercana la aspiración del presidente ruso Vladimir Putin de reunificar los quinces fragmentos en que estalló la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desaparecida en diciembre de 1991.
Protestas callejeras generadas en el aumento del ciento por ciento en el precio del gas licuado -el combustible empleado por la mayoría de los automovilistas de menores recursos que está fuertemente subsidiado y es muy económico- derivaron en estallidos de violencia con el asalto e incendio de instalaciones gubernamentales, del aeropuerto de Almaty y de cinco emisoras televisivas.
El presidente Kassym-Jomart Tokáyev respondió con una violenta represión en el marco de la cual autorizó a las fuerzas policiales a emplear gases lacrimógenos y luego al empleo de munición de guerra y a abrir fuego contra los manifestantes sin previo aviso.
El saldo fue un número indeterminado de víctimas fatales. Oficialmente, las víctimas fatales fueron 146 -incluidos 18 policías-, 4.800 heridos y cinco mil personas detenidas.
No obstante, ni el empleo de armas letales, la interrupción de los servicios de telefonía e internet, ni la implantación del Estado de Emergencia hasta el 19 de enero con toque de queda entre las 23.00 y las 07.00 hs., el gélido frío invernal o loa pandemia de Covid 19 atemperaron la virulencia de las protestas.
Ante la violencia descontrolada, el presidente Tokáyev, aparentemente desconfiando de sus propias fuerzas armadas, solicito telefónicamente al presidente ruso Vladimir Putin la intervención de “fuerzas de paz” de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para restablecer el orden.
En ese contexto arribó a Kazajstán un contingente militar de aproximadamente cinco mil hombres pertenecientes a Rusia, Bielorrusia, Armenia, Tayikistán y Kirguistán. Aunque el grueso de los efectivos pertenece a las Tropas Aerotransportadas Rusas, una unidad de rápido despliegue considerada de élite.
La presencia de tropas rusas en suelo kazajo cierra un período de treinta años de vida independiente en que este rico y estratégico país de Asia Central supo balancear las influencias de poderosos vecinos: Rusia y China y de otras potencias: Estados Unidos, Turquía y la Unión Europea para modernizar su economía y convertirse en el país más próspero de la región.
UN PAÍS GRANDE Y PRÓSPERO
Kazajstán es un país transcontinental, con la mayor parte de su territorio situado en el Asia Central y una porción menor (al oeste del río Ural) en Europa Central.
Con una superficie de 2.724.900 km², una extensión muy similar a la Argentina continental, lo convierte en el noveno país más extenso del planeta y uno de los menos poblados con 19 millones de habitantes (el número 61º en el mundo).
País sin costa, Kazajstán comparte 7.644 km de fronteras con Rusia (la segunda frontera más extensa del mundo después de Estados Unidos – Canadá), 2.330 km con Uzbekistán, 1.765 km con China, 1.212 km con Kirguistán y 413 con Turkmenistán.
Hasta el siglo XVIII, el actual territorio del Kazajstán estuvo habitado por tribus nómadas asiáticas islamizadas que carecían de un Estado unificado. A mediados del siglo XIX, las tropas rusas invadieron la región y la anexaron al Imperio Ruso, imponiendo su idioma, alfabeto y en cierta medida su religión.
Tras la Revolución Rusa y después de unos breves años de caótica vida independiente se constituyó, en 1936, la República Socialista Soviética de Kazajstán como parte integrante de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas situación que se prolongó hasta 1991.
Durante el período soviético, Kazajstán ocupó un lugar relevante en los proyectos del Kremlin. Durante los años de la dictadura estalinista (1923 – 1953) se alteró el perfil demográfico del territorio. Josiph Stalin envió contingentes de pueblos castigados por su supuesta o real falta de lealtad como los chechenos y ucranianos o ciudadanos rusos sobre los cuales caía el anatema de “enemigos del pueblo”. Finalmente, el amo del Kremlin decidió rusificar el territorio forzando a población rusa a instalarse allí.
Hacia 1959, los kazajos constituían el 30% de la población y los rusos representaban el 43% de ella. Hoy los kazajos representan el 68,5 de la población y los rusos 18,8% el resto está constituido por tártaros, ucranianos, uzbekos, bielorrusos, uigures, azeríes, polacos y lituanos.
El sucesor de Stalin, el ucraniano Nikita Jrushov destruyó el ecosistema de la estepa kazaja con su disparatado proyecto agrícola de “Las tierras vírgenes” que implicó un desacertado manejo del suelo y los fertilizantes. El proyecto terminó erosionando la capa fértil del suelo y contaminando con fertilizantes los ríos y el Mar Caspio. Así desaparecieron los grandes pastos aptos para la ganadería y la erosión convirtió en áridos y ventosos desiertos el territorio que alimentaba a la población local.
Años después, el sucesor de Jrushov, Leonid Breznev estableció en Kazajstán nada menos que un polígono de pruebas para armas nucleares en Semipalátinski, cerca de la ciudad de Semey contaminando con radiación esa área. Luego los rusos construyeron el Cosmódromo de Baikonur que actualmente tiene Rusia arrendado hasta 2050.
La actual prosperidad de Kazajstán proviene en gran medida de sus grandes recursos naturales. Tiene la segunda reserva más grande de uranio -del que es el principal exportador mundial-, cromo, plomo, zinc, plata y volframio, la tercera reserva más grande de manganeso, la quinta reserva más grande de cobre; y está entre los diez primeros en carbón, hierro y oro. También es exportador de diamantes. Tal vez lo más importante para el desarrollo económico, Kazajstán también tiene actualmente el 11% de las reservas probadas más grandes tanto de petróleo como el gas natural.
En total, se han descubierto 160 yacimientos que suman 2,7 millones de toneladas de petróleo. Las prospecciones han determinado que los yacimientos en la orilla del mar Caspio son sólo una parte de un depósito mayor. Se estima que 3,5 millones de toneladas de petróleo y 2,5 billones de metros cúbicos de gas también se encuentran en esa zona.
La estimación global de las existencias kazajas de petróleo es de aproximadamente 6,1 millones de toneladas.
Además, decenas de las más grandes compañías chinas de Internet tienen “granjas mineras” de criptomonedas en territorio kazajo. También manejan desde allí otras operaciones virtuales que no pueden mantener dentro de China. El 18% de las “mineras” (enormes factorías de servidores conectados entre sí) del mundo están en Kazajstán, el segundo país detrás de Estados Unidos que tiene un 35%.
EL KAZAJSTÁN POSTSOVIÉTICO
En diciembre de 1991, cuando desapareció la Unión Soviética, Kazajstán fue la última república en independizarse y lo hizo a regañadientes. La transición quedo a cargo del antiguo secretario general del Partido Comunista de Kazajstán, Nursultán Nazabáyev quien hizo el pasaje de la economía planificada socialista a una economía de mercado. Inmediatamente afloró la prosperidad del país con un PBI de 200.000 millones y un PBI per cápita de 11.000 dólares al año y una tasa de crecimiento de la economía de entre 7 y 10%.
Como buen líder autocrático de estilo soviético pronto Nazarbáyev fomentó un descarado culto a la personalidad. Para fomentar la identidad nacional cambió el alfabeto cirílico y creó una nueva capital: la ciudad futurista de “Nur-Sultán”, que pronto se pobló con jóvenes funcionarios que rara vez sobrepasaban los treinta años.
Una de las razones de Nazarbáyev para trasladar la capital fue precisamente apartar la región de la influencia china y poblar el norte del país hasta entonces con mayoría rusa con kazajos.
En marzo de 2019, sorpresivamente, renunció y nombre en su reemplazo al hasta entonces vicepresidente Kassim-Jomart Tokáyev, quién dos meses más tarde ganó unas elecciones, donde solo compitió el partido oficial, con el 70% de los votos.
Nazarbáyev se reservó la presidencia del influyente Consejo de Seguridad con una oficina junto a la del presidente Tokáyev. Aprovechando la crisis actual, Tokáyev desplazó a su antecesor de 81 años del Consejo de Seguridad pese a que la constitución kazaja le otorgaba el cargo en forma vitalicia.
CONCLUSIONES
Sitúa estratégicamente entre Rusia y China, dotado de grandes recursos naturales que le permiten una prosperidad sin parangón en la región, Kazajstán constituye una pieza clave en el tablero internacional de Asia Central.
Mientras los Estados Unidos y la Europa Comunitaria miraban con preocupación el incrementó de presencia militar rusa en las fronteras con Ucrania, el Kremlin operó sobre el frente asiático controlando con sus fuerzas Kazajstán.
El presidente Tokáyev ha asegurado que las tropas de la Organización del Tratado Colectiva (el nuevo Pacto de Varsovia encargado de asegurar los intereses de Rusia en el antiguo espacio soviético) se retirarán de su país en treinta días.
Sin embargo, Occidente y Turquía observan con preocupación este nuevo gesto de expansionismo hegemónico por parte del Kremlin