Después de imponerse por amplio margen en la elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del pasado 11 de agosto, Alberto Fernández trata de hacer creer al electorado de que es el virtual presidente electo y que no hay nada más por hacer.
Intenta crear la idea de que las elecciones generales del próximo 27 de octubre constituyen un mero formulismo y que no está de campaña sino dedicado a organizar el próximo gobierno kirchnerista que asumirá inexorablemente el 10 de diciembre. Incluso afirma que tiene definido el 70% de su futuro gabinete de ministros.
Al mismo tiempo el candidato kirchnerista trata de enviar señales de calma y moderación al electorado de clase media que, aunque disconforme con el gobierno de Mauricio Macri, teme un retorno de Cristina Fernández de Kirchner y sus huestes de La Cámpora.
El 11 de septiembre llegó incluso a llamar a la calma a sus aliados de la izquierda que atronaban las céntricas calles de Buenos Aires con marchas de protesta. “Pido a todos los argentinos mantener la calma – dijo conciliador Fernández- todos sabemos de la justicia de los reclamos. Pero todos debemos intentar no complicar el escenario que tenemos. […] Lo que pido a todos los argentinos es serenidad. Lo peor que nos puede pasar es que los nervios abran paso a los violentos y que los violentos se lleven la salud y la vida de alguien.”
En la misma dirección, Alberto Fernández ha negado que el kirchnerismo se proponga reformar la Constitución Nacional, para habilitar la reelección presidencial y alterar el régimen de propiedad privada. “No hay ninguna posibilidad de que a mí me convenzan de que hay que reformar la Constitución”, declaró Fernández en entrevista con el periodista Joaquín Morales Solá.
También trata de calmar a los mercados financieros, a los inversores y gobiernos extranjeros asegurando que Argentina cumplirá con sus obligaciones con los organismos financieros internacionales.
Incluso recorre países y se entrevista con sus aliados ideológicos con actitudes de presidente electo cuando en verdad es tan sólo uno más de los candidatos en campaña.
Mientras, Alberto Fernández adopta la estrategia de reunirse con dirigentes peronistas moderados, gobernadores de provincia, tecnócratas y sindicalistas haciendo todo tipo de promesas y ofrecimientos de cargos para ganar adhesiones y evitar que le recuerden sus dichos cuando era un quejoso disidente del kirchnerismo. A los futuros candidatos, Fernández les exige el más absoluto secreto y que no hagan ningún tipo de declaraciones. En las filas del “Albertismo” el único vocero es él.
El primer círculo que rodea al candidato presidencial esta formado por un grupo de antiguos amigos del Partido Justicialista porteño que se formaron en los ochenta y noventa en torno del polémico Carlos Grosso.
Grosso, miembro de la llamada Renovación Peronista, fue intendente de Buenos Aires durante el primer gobierno de Carlos S. Menem. Debió dejar su puesto y terminó encarcelado brevemente por cargos de corrupción y asociación ilícita. Grosso convertido en un símbolo de la corrupción nunca logró reciclarse como político pero siguió actuando intensamente como operador político en las sombras. De fuertes vínculos con la familia Macri, para quienes trabajo como analista político durante los años de la dictadura (1976 – 1983), hoy mantiene buen diálogo con el presidente Mauricio Macri quien escucha sus sugerencias y consejos.
Alberto Fernández formó parte del equipo de Carlos Grosso como intendente y de esa época conserva buenos amigos. En especial, el actual presidente del PJ porteño, el secretario general del poderoso gremio de los porteros y trabajadores de edificios, Suterh, Víctor Santa María.
Santa María es quién ha prestado a Alberto Fernández el búnker de oficinas de la calle México 337 donde el candidato del Frente para Todos ha establecido su cuartel general. El sindicalista es también un importante empresario con raíces en los medios de comunicación y la cultura.
Santa María es director del “Grupo Oktubre” que gestiona las revistas Caras y Caretas, el diario de izquierda Página 12, Diario Z, Revista PIN, Planeta Urbano y las emisoras de radio AM 750, Radio Oktubre FM 89.1, Radio Gol FM 94,7, Radio Palermo FM 93.9 y Radio Malena (solo streaming).
Incluso es el único sindicalista que cuenta con una universidad propia la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) que gestiona otro hombre cercano a Alberto Fernández, el rector Nicolás Trotta.
El grupo se completa con el director de la Editorial Oktubre, Juan Manuel Olmos. Santa María, Olmos y Trotta fueron los artífices de la visita del expresidente Inacio “Lula” da Silva a Argentina para dar una conferencia en la UMET. Este hecho explica los vínculos de Alberto Fernández con el Partido de los Trabajadores de Brasil y con Lula en particular.
El círculo íntimo también cuenta con el abogado y ex Embajador Eduardo “El gordo” Valdés quien aporta contactos diplomáticos y aspira a ser ministro de Relaciones Exteriores, junto a el opera su hijo Juan Manuel activo en el peronismo juvenil porteño.
Por último, esta la compañera de universidad de Alberto, hoy su socia en múltiples negocios, especialmente inmobiliarios, la abogada y ex secretaria de Justicia Marcela Losardo, que lo ha acompañado en todos los cargos públicos que ocupó el candidato.
En el segundo círculo se sitúan diversos políticos peronistas y tecnócratas. Comenzando por los economistas del llamado “Grupo Callao”: Guillermo Nielsen, Cecilia Todesca, Matías Kulfas, Fernando Peirano y Emmanuel Álvarez Agís. También están allí figuras emergentes como Santiago Cafiero, Miguel Cuberos, Guillermo Justo Chávez, Natalia De Sio, Juan Courel, Juan Pablo Biondi y el candidato a jefe de Gobierno porteño Matías Lammens o históricos como Fernando “Chino”, Felipe Solá, Sergio Massa y el sindicalista Rodolfo Daer.
Por último, están algunos intendentes bonaerenses no muy conformes con la conducción provincial de Axel Kicilloff: Gabriel Katopodis, Mariano Cascallares y Juan Zabaleta, Martín Insaurralde, Julio Zamora y el caudillo de la Costa Juan Pablo de Jesús.
El “Albertismo” también integra a diversas figuras extrapartidarias que se han acercado recientemente al Frente para Todos: la agrupación Somos de Victoria Donda, Nuevo Encuentro de Gabriela Cerruti, Unidad Popular de Claudio Lozano, Proyecto Sur de Pino Solanas, el maoísta PTP y figuras como el Secretario General de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) Roberto Pianelli y la abogada Eli Gómez Alcorta.
El cuadro finaliza con un conjunto de dirigentes que actúan de puente entre los sectores “albertistas” y “cristinistas” visitando tanto el búnker de la calle México como el Instituto Patria, en especial los camporistas Eduardo “Wado” de Pedro y Juan Cabandié.
En la otra vereda está sin duda Cristina Fernández de Kirchner quien se considera la auténtica dueña de los votos y que proyecta otro tipo de gobierno recostándose en sus aliados y financistas internacionales, en especial, Nicolás Maduro y los gobiernos de Cuba y Rusia.
Los incondicionales de Cristina Fernández de Kirchner tienen su cuartel en el Instituto Patria, comenzando por su hijo el diputado Máximo Kirchner, el economista Axel Kicilloff, el exsecretario Legal y Técnico Carlos Zannini, el extitular de la AFI, Oscar Parrilli, el exsecretario de Planificación Estratégica para el Pensamiento Nacional Ricardo Foster, el abogado Eduardo Barcesat y el sociólogo Edgardo Mocca.
Además de los militantes de La Cámpora, Cristina cuenta con el apoyo de los llamados “Cayetanos”, un conjunto variopinto de organizaciones sociales que se han agrupado por iniciativa del papa Francisco y que son aliados críticos del Frente de Todos.
El grupo es liderado por tres organizaciones: La Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de los Trabajadores de la economía Popular (CTEP) y Barrios de Pie y otras agrupaciones de menor capacidad de movilización como el Movimiento Evita, el Frente Popular Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en Lucha y sindicalistas como Juan Carlos Schmid y ATE Nacional. Por parte de la Iglesia estos grupos dialogan con los obispos Fernando Maletti y el titular de la Pastoral Social, el obispo Jorge Lugones.
Los Cayetanos son organizaciones combativas que en el último año han incrementado su poder de movilización debido a que disponen de mayores recursos financieros provenientes, en su mayor parte, de fondos aportados por el gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
Esta disponibilidad de recursos se aprecia en la gran logística que exhiben en sus movilizaciones: remeras, globos, gigantografías, medios de transporte propios, etc. Incluso la CTEP, de Juan Grabois cuenta con una flota de ambulancias para asistir a sus militantes en las marchas, tal como puede verse en la foto que ilustra este artículo.
El sector cristinista del Frente de Todos no apoya la estrategia electoral y los planes de gobierno que elabora Alberto Fernández. Incluso algunos hacen todo lo posible por sabotearlos.
Recientemente, el dirigente social Juan Grabois, un mimado del papa Francisco y de Cristina Kirchner, grabó un video, donde planteó: “nadie puede tener más de 5 mil hectáreas” y para ello propuso “la expropiación” de 50 mil parcelas para entregárselas “en propiedad a los pequeños productores y pagarles a los propietarios el precio de mercado de la tierra en un proceso de pago de 20 años".
Además, el piquetero propuso la confiscación de terrenos y viviendas urbanas no ocupadas por sus propietarios para ser entregada a pobladores sin techo.
Grabois no se quedó en las palabras, pocos días después envió a sus militantes de la CTEP a generar incidentes en los lujosos shoppings de Patio Bullrich, Village Recoleta, Galerías Pacífico y Alto Palermo, donde tienen sus locales las principales marcas internacionales. Los piqueteros hostigaron a los clientes que hacían sus compras en esos locales acusándolos de oligarcas que compran productos de lujo mientras “el pueblo” pasa hambre.
También desde el Instituto Patria, se difunde una versión muy distinta del discurso de campaña de Alberto Fernández. La web del Instituto difunde cursos para sus militantes de “Formación Política en tiempos de Lawfare”, es decir, “guerra judicial”, tal como denominan los kirchnerista al accionar de la justicia federal de Argentina investigando la corrupción durante los doce años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner.
La web del Instituto Patria incluso ha llegado a publicar el borrador de un preámbulo para una nueva Constitución de Argentina donde dice: “La Nación Argentina surgida de las luchas por la independencia nacional y del continente suramericano, reconociendo y valorando a los pueblos originarios que poblaron su territorio y el continente que integra, adopta la forma republicana, representativa, participativa y federal para su gobierno, en base al principio de soberanía del pueblo de la Nación, fuente de toda legitimidad política y su derecho a la autodeterminación y a la independencia económica”.
“La Nación Argentina es multiétnica, respetuosa del pluralismo cultural y de creencias, con igualdad para todos sus habitantes, fundada en una justa distribución de la riqueza y de la capacidad para el acceso y satisfacción de los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.”
Los kirchneristas postulan una nueva Constitución donde se modifique el régimen de propiedad privada, del capital, la democratización del Poder Judicial con jueces votados por el pueblo, la responsabilidad social de los medios de comunicación y otros cambios radicales.
Este doble discurso no es casual. Indica la existencia de una sórdida competencia entre dos sectores del Frente para Todos. El constituido por el peronismo histórico que cierra filas en torno de Alberto Fernández y está formado por gobernadores de provincias, políticos moderados y los sindicalistas que controlan la central obrera de la CGT, por un lado.
Este panorama no deja de inquietar a una buena parte del electorado argentino incluso de aquellos sectores moderados que votaron al Frente de Todos cansados del severo ajuste económico llevado a cabo por el presidente Macri.
No son pocos los argentinos que están realizando averiguaciones en las embajadas de España e Italia para obtener una ciudadanía comunitaria con vistas a una posible inmigración. Los ocurrido en Venezuela con el éxodo de población podría repetirse en Argentina incluso con buena parte de los 40.000 venezolanos que llegaron al Río de la Plata en los últimos años.
El temor e incertidumbre que viven algunos argentinos también podría cambiar los resultados electorales de agosto, dándole al presidente Macri la posibilidad de llegar a una segunda vuelta electoral. Por el momento, la posibilidad parece aún muy remota pero falta más de un mes de campaña electoral y eso en Argentina es mucho tiempo.