Si esta nota se hubiera escrito hace un mes la prognosis del futuro electoral de los dos únicos contendientes, habría sido la misma. Si bien han sucedido eventos políticos y económicos, que agudizan la crisis casi permanente en que se halla inmerso nuestro país desde hace tiempo, siguen siendo los mismos y perversamente unidos por el espanto. El actual presidente, que busca su reelección y la ex presidente Cristina Elizabet Fernández de Kirchner siguen siendo los casi únicos pretendientes en vista de los comicios. Ambos cruzan sus habilidades como cortesía electoral pues cada uno oficia de jefe de campaña del otro, al cometer cada uno errores que favorece al opuesto. Lo que parecería una broma de mal gusto, así es la pobre realidad de nuestros días.
La presuntuosa denominación de estrategia a una simple, peligrosa y arriesgada decisión de elegir como “enemigo único” al mejor estilo de Cristina cuando en el poder seguía los consejos y recomendaciones del escritor argentino post marxista Ernesto Laclau, pone a Macri en una posición desventajosa, tal como se enunció más arriba y que vale redundar la evaluación de peligrosa y arriesgada.
La vulnerabilidad de esa posición es debida a que es fácilmente atacada desde dos frentes principales, desdeñando desde la Casa Rosada lo peligroso que es pelear en dos frentes al mismo tiempo, como la Historia y la Ciencias Políticas enseñan.
Los dos frentes son, uno el frente interno y el otro, la elección de Cristina como principal contendiente.
En el frente interno. Los continuos errores de gobierno, de toda clase y tipo, en particular la desastrosa economía recesiva, inflacionaria y de escaso o nulo control cambiario. Esa descripción negativa desde hacer varios meses es denominador común en periodistas y analistas tanto afines como independientes y que no pueden ser calificados, en modo alguno, de “K” u opositores. O sea, que el equipo (“dream team como nunca logrado”, según las expresiones al asumir), que hace de todo y entre todos, no puede hacer nada bien, demostrando la descoordinación entre las diferentes áreas de gobierno. Las continuas acciones erróneas deprecian y disminuyen, día a día, la ceñida ventaja electoral de Macri, residual del lejano y dilapidado triunfo del 2017.
Con sólo tres ejemplos, se evidencia la grave situación interna del gobierno. Primero el lapidario comunicado del FMI aclarando que los acuerdos los hace con los países y no con sus gobiernos, es casi un “tirón de orejas” a un Macri desobediente o incapaz de llevar a cabo lo comprometido eficazmente; segundo, las notas de prestigiosos periodistas de nota de diferentes medios de circulación nacional, que hasta ayer daban por descontado la continuidad, hoy escriben y hablan de “la probable reelección de él”. Por último, el tercero la reciente ruptura de la coalición CAMBIEMOS, en la provincia de Córdoba.
A lo anterior se suman, las apuradas inauguraciones de obras públicas y medidas populistas (incremento de las AUH), los pobres discursos (mal expresados), las patéticas imágenes del presidente con otros candidatos oficialistas que ilustran para la comunicación de esos eventos, agravan la pérdida de imagen y decepción especialmente de los votantes que lo eligieron en la pasada elección. Porque tales inauguraciones no resuelven la pesada carga de los bolsillos de cada ciudadano. Además, para abonar lo dicho, cabe agregar que algunos estudios muestran que cada vez que sube el valor del dólar estadounidense, baja proporcionalmente la imagen de Macri.
Lamentablemente y a pesar de, eso denota una grave falla de conducción por parte del presidente. Pues la experiencia y otra vez la historia, indican que no existen equipos malos, sino dirigentes malos.
El otro frente referido, (erróneamente designado como se dijo), fue la elección de Cristina como su principal contendiente, quien como hábil adversaria ella si aplica en su sentido lato del término y concepto de estrategia dado que le permite mantener la iniciativa de sus ataques a un gobierno quieto, casi inmovilizado; ella elige el lugar, cómo y cuándo; o sea que hábilmente maniobra en el tiempo y el espacio, para eludir las pobres acciones de su contrincante tanto como las acciones judiciales en su contra, que para sí es su mayor peligro que sobrevuela su cabeza. O sea, que al igual que otros sectores sociales, gremiales y políticos, también ella, con total disomía hace lo que quiere y cuándo quiere en el país.
Macri, queda así aferrado a lo que imponga su contrincante elegido, hasta cuando quiera o hasta el límite de junio.
Antes de plantear una prognosis electoral, habría que aclarar que la autodenominada Arquitecta Egipcia, tiene por mérito propio muchísimos defectos y otros tantos asignados por el folclore popular, pero en modo alguno se la podría calificar de una persona lela. Y consecuentemente, él víctima de su propia decisión (aunque haya sido propuesta por Peña o por Durán Barba, la responsabilidad es suya), observa como Cristina tiene la capacidad y libertad para ocuparse en la defensa de sus múltiples juicios; mientras sus segundos y peones perfeccionan el frente opositor para las elecciones. Pues, lamentablemente, la corrupción no mide en las encuestas en gran parte del electorado.
Asimismo, tanto desde las percepciones populares, como de las encuestas indican que tanto Macri como ninguno de los dos más probables candidatos (obviamente Cristina entre ellos), alcanzarían los votos suficientes para ganar en primera vuelta. Consiguiente la elección se definirá, en un balotaje con un candidato que aún no se conoce.
¿Y por qué no se conoce el candidato?
Porque es altamente probable que la ex presidente no se presente como candidata, por obvias razones y motivos concurrentes. En principio, y lo importante, si bien Cristina, tiene un piso seguro de un 25/30% aproximado de votantes, es muy difícil que pueda atraer votos de sectores adversos al kirchnerismo, justicialismo en sus variantes, o sea la mayoría del electorado independiente (inclusive los decepcionado de haber votado a Macri), que le haga elevar un porcentaje suficiente para vencer en primera vuelta; en consecuencia su derrota en la segunda sería segura. Derrota que sin duda alguna la definirá el electorado que está del otro lado de la grieta, los “anti K o neo gorilas”.
Por lo tanto, una nueva derrota, esta vez directa y personal, sería fatal para ella que afectaría tarde o temprano su futuro político y judicial, con todo lo que arrastra una caída de esa magnitud.
Entonces porqué y para qué arriesgar su cuota de poder efectivo, su significativo capital político ante un oponente que tendrá un nuevo periodo presidencial aciago, con también una casi segura pérdida de bancas en el Congreso, con gobernadores e intendentes opositores fortalecidos, y sin el apoyo territorial pleno que oportunamente le dio el radicalismo; tampoco con la presencia y apoyo de fieles colaborados y operadores políticos que fueron desplazados por intrigas palaciegas, especialmente de aquellos que le hicieron ganar la primer magistratura y conseguir un buen comienzo de alianzas en el Congreso.
Por eso para Cristina, a la sazón, no confrontar, no competir en la próxima elección presidencial, es un triunfo en sí y además sin arriesgar a perder su importante número de militantes y adherentes, especialmente en el territorio bonaerense, para continuar airosa como referente político de importancia. Tampoco olvidar que aún tiene un año más de fueros como senadora, lo que no es un tema menor y que huelga explicarse.
Y como se dijo más antes, ella, quien de acuerdo con el cantar popular de sus seguidores dicen que “de tonta no tiene un pelo”, no va a caer en ese averno que son los próximos años, ni caminar sobre un terreno minado como el que dejó.
Ya su cometido lo habrá cumplido. Tuvo ocupado a Macri hasta el 22 de junio, fecha de las inscripciones de candidatos. A partir de ese momento él tendrá que poner en marcha un improbable “Plan B” ¿Qué acaso lo tendrá?
Tampoco aún se ponen de acuerdo los precandidatos del Justicialismo fragmentado (Masa, Urtubey, Pichetto o Lavagna), ninguno tiene peso propio y suficiente como para competir con un porcentual del electorado que los lleve hasta la primera vuelta; igual como sucede entre Cristina y Mauricio, a todos ellos los comprenderán las generales de la ley electoral, sólo con votos se ganan las elecciones. El inconveniente para ellos, es que no se avizora a quién pueda unir o aglutinar una mayoría peronista y que sea capaz de seducir a parte del padrón independiente. Además y no menos importante, todos ellos tienen dos pecados difíciles de absolver, porque son peronistas de origen y también algunos fueron funcionarios del gobierno kirchnerista. Estigma importante para ese electorado independiente al que se pretende pedirle votos.
El resto como los que conforman la corriente liberal, como el Partido Libertario (con las crisis propias de la gestación), y la fugaz precandidatura del diputado Olmedo, tampoco tienen una seria o importante intención de voto.
En ambos casos, para justicialistas y liberales, el tiempo les juega en contra pues no tienen el suficiente para terminar de organizarse y conseguir fondos necesarios que las campañas demandan.
¿Y la izquierda nacional?, bien gracias; como siempre permanece alienada de la realidad y presente nacional. Basta el ejemplo con una diputada que expresó “no cantar el Himno Nacional porque no la representa”, no obstante cada mes, no tiene objeción de recibir su dieta y firmar el recibo con el membrete del Congreso Nacional, al igual que sus pares ideológicos. Todos censuran el sistema, pero viven de él. Otro ejemplo, el senador Pino Solanas que tiene más de 35 asesores (con un gasto en sueldos igual que una PYME, como le censuró un prestigioso economista durante un debate televisivo).
También, será interesante para especular y extrapolar un probable triunfo oficialista, observar el siguiente indicio: el número de votos que obtenga Cambiemos – Macri – Rodríguez Larreta en la CABA (impórtate distrito electoral), particularmente en las Comunas 1, 2, 3, 6, 11, 12,13, 14 y 15. Pues son comunas, casi al igual que el resto de la Ciudad de Buenos Aires, con gran cantidad de habitantes mayores de 60/75 años o más; en especial aquellas de la periferia norte, con personas de clase media y alta de los segmentos ABC1 + C2 + C3 que suman un 54% de los porteños. Además, de acuerdo a un estudio de campo y datos tanto de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), y del cálculo del NSE (Nivel Socioeconómico), brindan un universo en donde muchas personas mayores de 70 ya han comenzado a abstenerse de votar desde el 2017, habiéndolo hecho por última vez en el 2015. Interesante dato a tener en cuenta.
Para finalizar y en síntesis. Se aprecia que el presidente Macri muy probablemente será nuevamente mandatario, pero signado con el síndrome de “pato rengo” que imprimirá sus próximos cuatros años; además teniendo sobre sus hombros, los grandes yerros de haber disipado una oportunidad de oro en sus ocho años, y de prácticamente negar a futuro, la posibilidad para que surja otra equilibrada fuerza política de centro, sin origen putativo del Justicialismo y que limite su desmesurado histórico accionar.
Intentará gobernar con una situación muy común y poco lograda por un presidente constitucional, que es tener muchos sectores sociales y de poder en contra como los sindicatos, gremios docentes, industriales, pymes, comerciantes, productores agrícolas ganaderos, productores de servicios, jubilados, amplios sectores del arte y la cultura, FFAA/FFSS y hasta al Papa junto a parte de la Iglesia Católica argentina. Salvo los dos primeros, el resto si lo votó, sólo fue porque lo hizo en contra del peronismo. Podría decirse con humor negro que “Nunca uno se puso en contra a tantos” y de tener en contra al Papa, es un logro que ni Perón pudo conseguir.
Será una victoria pírrica.
Pero el verdadero problema para el país, más que para él (como lo expuso con total desparpajo en una entrevista televisiva), será al finalizar su segundo mandato, porque la pregunta será ¿y después qué …?
Realmente lamentable.