Es por todos conocida la expresión con la que titulo este artículo, coloquialmente es que uno no se toma en serio lo que le dicen. En Derecho es aquella forma de aceptación de la herencia que excluye la obligación personal del heredero de responder con su patrimonio de las deudas. En este momento la situación por la que estamos pasando, en las diferentes esferas, ambas acepciones son aplicables.
Los discursos y acciones políticas se hacen convencidos de que no existirá responsabilidad ulterior, además sin dar fiabilidad alguna de aquello que se hace o dice, por ello vete tú a fiar de las encuestas que nos inundan a diario. Ha llovido tanto que el campo se ha inundado, nos refiramos a los pensionistas en la calle preocupados e indignados por la cuantía y perspectivas de su modo de supervivencia; a las mujeres clamando por la situación de discriminación en la que siguen estando sea salarial, de consideración, oportunidades o que no se sea capaz en poner fin a los lacerantes hechos violencia sobre ellas, muchos de ellos mortales; la justicia (o los que la imparten) se encuentren, por un lado, cuestionados por la calle y ,por otro, por el propio Ministro del ramo; que jueces y fiscales preparen una huelga porque sus reivindicaciones de mejora manifestadas hace meses sean desoídas por Gobierno, Parlamento y por su propio Consejo (CGPJ); que en la Comunidad Autónoma con mayor repercusión económica de España y que alberga su capital se produzca la dimisión de su Presidenta por un escándalo sobre su manifiesta falta de idoneidad que ha durado un interminable mes y el jefe máximo de su partido, y a la sazón Presidente del Gobierno de la Nación, primero la apoye, luego la niegue y finalice con un carpetazo como si nada hubiera pasado. Como diría su jefa de comunicación: “Dan ganas de hacerles un corte de mangas de cojones y decirles os jodéis”. Luego lo más que “toca” …” no es explicar, porque no tiene sentido, sino pedir disculpas y santas pascuas” o ni eso.
Ahora, se quiere colocar enfrente un líder potencial, encumbrado por encuestas de a 2.000 en un país que superan los cuarenta millones. No asume responsabilidad sobre nada, con un discurso de gabinete comunicacional (“el problema es el bipartidismo”, “nosotros estamos en las soluciones”, “somos los que conseguimos cambiar las cosas”), cuando no han hecho ni el huevo por solventar la situación en Cataluña siendo el partido más votado, ni sentándose a dialogar, ni obligando a su socio de gobierno a que lo haga, incluso se siente fuerte levantando el banderín del tercio de Fuengirola si alguien dice que hay que sentarse a dialogar con los nacionalistas (versión independentistas que es lo que hay). ¡Alma de cántaro, cómo pensarás que se va a solucionar el problema! Y en Madrid, el regenerador refrenda al palmero de la anterior. ¡Increíble!
¿La izquierda? Languidece en el rincón de pensar porque informadores y opinadores no los consideran mediáticos, salvo que se peguen entre ellos o discrepen entre sí y sin que, en ella, hay que decirlo, por sí misma se sepa salvar la barrera de la opinión publicada.
Tenemos una ciudadanía que, desconcertada, va tomando la calle, con sus razones, pero donde solo evidencia, eso, el cabreo del desconcierto. Las soluciones se las trasmiten una pléyade de opinantes que desde el titular de tuit creen formar criterio solvente. Luego pasa lo que pasa, preguntan al joven huelguista sus motivos y no se pone colorado diciendo “no he leído esa sentencia que me habla, pero es fascista y machista y demuestra que los jueces son unos corruptos”. Con dos bemoles del que lo dice y de la televisión que lo repite en todos sus telediarios.
Entre todo esto, a Macron le dan el Premio Carlomagno por una Europa que piensa construir, como a Obama le dieron el Nobel de la Paz a los ocho meses de su mandato por la paz mundial que iba a conseguir, hoy se lo piden para Trump un enfermo patológico que la única agenda que tiene es deshacer lo que hizo el anterior, como el trabajado acuerdo con Irán para no proseguir con las armas nucleares. Ahora se sentará con el Kim de los videojuegos para que no tire más cohetes de ¡Ay!, objetivo demostrar que él es mejor que el anterior. Es lo que hay, un tipo que está gobernando el mundo a golpe de Twitter y de pagos a estrellas porno.
Hacen falta discursos serenos, opiniones reposadas, pedagogía de lo que pasa y de cómo debería ser. Las palabras templadas y razonadas, las propuestas compartidas y que buscan la solución de los problemas que igualmente compartimos no tiene en este momento altavoces para ser dichas y no sé si existen oídos predispuestos a escucharlas.
Todo se dice a beneficio de inventario, el que escucha no cree nada y pocos de los que hablan asumirán la responsabilidad si esto tiene coste.