El Estado Islámico se encuentra evidentemente en crisis. No solo por sus pérdidas territoriales en Siria, Irak y Libia. Si no, especialmente, porque sus últimos atentados en Europa evidencian una carencia absoluta de medios materiales y de preparación.
Convengamos que un yihadista atacando con un machete a policías fuertemente armados o apuñalando transeúntes en una ciudad europea puede ser muy aterrados para la mayoría de los ciudadanos. Aunque desde el punto de vista de la seguridad es verdaderamente patético.
Que una organización que pretende reconstruir el Califato Islámico y reducir a España a la condición de provincia musulmana de este, no sea capaz de proveer a sus terroristas suicidas de armas de fuego y cinturones explosivos hace que no se la pueda tomar en serio.
Siempre habrá individuos que se radicalizan por diversas circunstancias y aceptan inmolarse por su fe y por sus creencias. Pero cuando estos individuos alineados solo pueden agredir envistiendo con un automóvil alquilado o con un cuchillo de cocina comprado en una tienda, el grupo yihadista deja de ser una real amenaza a la seguridad nacional para transformarse tan solo un serio problema policial.
En ocasiones el árbol puede ocultar el bosque. Un atentado que cobra la vida de quinde personas es, sin lugar a duda, un hecho muy grave e impactante. Un hecho que no debería ocurrir bajo ningún concepto. Pero, el atentado podría haber sido mucho más grave y solo la torpeza y la falta de medios de los terroristas lo impidieron.
EL PLAN TERRORISTA
La célula yihadista de Ripoll se proponía realizar un atentado explosivo de gran envergadura que produjera numerosas víctimas. El blanco, además, debería tener un gran valor simbólico para los españoles y para el mundo entero.
En la lista de posibles blancos, en Barcelona, sobresalía la iglesia La Sagrada Familia, un emblemático edificio creado por el arquitecto Gaudí. Esta Iglesia, patrimonio de la Humanidad, era visitado diariamente por centenares de turistas. De modo que un ataque en ese lugar afectaría a gran número de personas.
En segundo término, en la nómina de posibles blancos, se situaba el paseo de La Rambla. Otro lugar emblemático de la ciudad de Barcelona muy concurrido a toda hora por españoles y turistas extranjeros.
Al parecer, sin definir claramente el blanco todavía, los terroristas se dedicaron a producir explosivos (Triperóxido de Triatoma -TATP-, más conocido entre los yihadistas como “la madre de Satán”) y a acumular bombonas (garrafas) de gas butano, de las cuales llegaron a adquirir poco más de un centenar.
Estaban en este proceso, cuando su propia torpeza y falta de medios provocó una gigantesca explosión que destruyó totalmente la finca de Alcanar donde habían improvisado su laboratorio de explosivos y tenían el depósito de las bombonas.
La detonación mató también a dos miembros de la célula yihadista, entre los cuales se encontraba el líder y organizador: el imán Abdel Baki Essatti.
Los terroristas sobrevivientes muy afectados por el suceso entraron en pánico sin saber muy bien que hacer.
Muerto su líder, el imán Abdel Baki Essatti, perdidos los explosivos que pensaban detonar y bajo la certeza de que pronto la policía saldría a darles caza y que en el mejor de los casos terminarían sus días en una cárcel española, los terroristas elaboran un alocado “Plan B”: inmolarse llevándose consigo al mayor número de infieles posibles.
El problema era que contaban con escasos medios. Un par de vehículos a lo sumo. De allí que salieran a comprar cuchillos en un bazar y armar falsos cinturones explosivos para intimidar a la policía. Su propósito era atentar mediante un atropellamiento en La Rambla y apuñalar a todos aquellos que se pusieran a su alcance.
Cabe pensar cuanto más daño podrían haber hecho estos jóvenes yihadistas si hubieran contado con el mismo armamento que los terroristas de Club Bataclan y el entorno de Saint-Denis.
Recordemos que, en los ataques del 13 de noviembre de 2015 en París, siete terroristas armados con fusiles Kalashnikov y cinturones explosivos llevaron a cabo seis ataques que produjeron 130 víctimas mortales, 352 heridos (entre ellos 99 en estado crítico) y grandes destrozos materiales.
EL ATAQUE EN LA RAMBLA
Esta vez la suerte estuvo del lado de los terroristas. El paseo de La Rambla no contaba con ningún tipo de infraestructura defensiva que protegiera a los transeúntes en caso de un ataque por atropellamiento o de coche bomba. El atentado se produjo en un horario de gran afluencia de paseantes y la saña y sangre fría del conductor terrorista incrementaron el número de víctimas dando mayor transcendencia al atentado.
Los hechos en Cambrils son menos claros. Lo cierto es que los Mossos d´Escuadra estaban en alerta y con gran eficacia neutralizaron a los terroristas abatiéndolos antes de que pudieran provocar gran número de víctimas. Recordemos que estos estaban solo armados con cuchillos de cocina.
El balance final es claramente desfavorable para el Estado Islámico. Perdió a una célula de al menos doce hombres, sumando los muertos y detenidos posteriormente. Entre sus bajas se cuenta un importante cuadro terrorista, el imán Abdel Baki Essatti, muerto en la explosión de la finca de Alcanar.
El imán tenía experiencia en el reclutamiento de jóvenes para radicalizarlos, estaba familiarizado con los viajes por diversos países europeos y hasta con la preparación de atentados. Un cuadro de estas capacidades no es fácil de reemplazar para una organización terrorista.
El Estado Islámico no pudo llevar a cabo un ataque de envergadura y debió conformarse con la pequeña victoria de un atropellamiento particularmente exitoso. Magro botín para una organización que tan sólo tres años atrás pretendía modificar el mapa de Medio Oriente creando un nuevo estado teocrático.
Perder a una docena de “soldados de Ala” para asesinar a tan solo quince infieles no es ningún triunfo militar tan sólo una victoria pírrica. Ninguna fuerza combatiente sobrevive mucho tiempo con ese nivel de bajas.
Pero cuidado. El enemigo no está muerto sino solo muy golpeado. Aún puede hacer serio daño. No es momento para celebrar y mucho menos para relajar los controles o aflojar en la lucha. Hay que seguir negando a los terroristas en Europa el acceso a armas de fuego y a los explosivos. También debe monitorearse a los imanes para evitar que algunos prediquen un discurso de odio que lleve a la radicalización a los buenos muchachos musulmanes.
Recordemos que siempre habrá fanáticos dispuestos a todo.