El barcelonés Juan Goytisolo (1831 – 2017) fue un intelectual amigo de Marruecos, país que eligió como patria adoptiva y para que reposen sus restos, y un gran admirador de la cultura árabe.
Le tocó transitar una difícil infancia en medio de la Guerra Civil Española. Las bombas italianas le arrebataron a su madre cuando tenía tan sólo siete años de edad.
Los jesuitas se ocuparon de enseñarle las primeras letras, de poner disciplina en su vida y de que una vez adulto fuera un buen ateo.
No fue fácil crecer en la “España del brazo en alto” atravesando por los duros años de la Segunda Guerra Mundial y de la posguerra en que el franquismo aislado internacionalmente ajustaba el control interno.
A los 23 años decidió abandonar sus estudios de derecho en la Universidad de Barcelona para seguir su vocación de escritor.
Sus primeras novelas, fueron inscriptas en las tendencias del realismo social de los años cincuenta, son Juegos de manos (1954) y Duelo en el paraíso (1958). Tanto estas primeras obras, como en la trilogía formada por El circo (1957), Fiestas (1958) y La Resaca (1958), destaca su pensamiento inconformista y anti burgués, actitud que defendió en el texto Problemas de la novela (1959) y en Campos de Nijar (1960).
Su agobio ante la sofocante atmósfera del franquismo lo condujo al enfrentamiento con el régimen, que prohibió varias de sus obras y lo impulso al exilio.
Ciudadano del mundo vivió y escribió en París, fue profesor de literatura en universidades de California, Boston y Nueva York, corresponsal de guerra en Chechenia y Bosnia, para recalar al final de su vida en un exilio voluntario en Marruecos.
En 1996, después de la muerte de su esposa y compañera de su vida, la escritora francesa Monique Lange, decidió radicarse definitivamente en la acogedora ciudad marroquí de Marrakech.
Compartió el refugio de su vejez con otras celebridades también enamoradas de Marrakech, como Yves Saint Laurente o la pareja formada por el ex presidente Nicolás Sarkozy y la cantante Carla Bruni.
Goytisolo escribió intensamente a lo largo de toda su vida. Su obra extensa y variada, de más de cincuenta libros y centenares de artículos, comprende la narrativa y el ensayo. Además, cultivó géneros tan diversos como el reportaje, los relatos de viajero y las memorias.
Aunque siempre mantuvo unas firmes convicciones ideológicas que son inseparables de su obra, permaneció a lo largo de su vida totalmente independiente de organizaciones políticas. En cuanto a su relación con España, se debatió entre el amor a su lengua y a su herencia literaria y el rechazo a su presente social y político.
En algunos oídos aún resuenan sus palabras al recibir el Cervantes, el más importante premio de lengua castellana, en 2014, cuando España todavía se debatía en medio de una dura crisis social: “Sí, al héroe de Cervantes y a los lectores tocados por la gracia de su novela nos resulta difícil resignarnos a la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes como el que actualmente vivimos”.
Ahora su pluma reposa. Tras una corta ceremonia de quince minutos, en el que no hubo ningún símbolo religioso por expreso deseo del difunto, el multipremiado escritor barcelonés yace en “cementerio español” de Larache.
El cuerpo de Goytisolo descansa en una colina que mira al Atlántico, a la vera de la tumba de escritor francés Jean Genet, que yace allí desde 1986. Su sencillo sepulcro está rodeado de las simples lápidas de otros españoles muertos en la década de los años veinte del siglo pasado, la mayor parte soldados caídos en las distintas guerras de Marruecos.
La Unión de Escritores de Marruecos, que lo nombró miembro honorario en 2007, lo despidió diciendo que era un escritor “comprometido con las causas humanitarias, universales y justas, en primer lugar, la causa palestina, defendiendo su dimensión humana e histórica legítima”. “Era fiel a su segundo país, Marruecos, donde había elegido vivir, a tal punto que su nombre se hizo insuperable de Marrakech”.