Un sociólogo de la Escuela de Chicago, Edwin H. Sutherland, utilizó el concepto de “delito de cuello blanco” para referirse a los ilícitos cometidos aplicando conocimientos o capacidades especiales por sujetos protegidos no sólo por su situación social, sino también por la impunidad que les proporcionan los cargos públicos que detentan.
Por lo general los delitos de cuello blanco involucran maniobras financieras, estafas, malversaciones de fondos, incumplimiento de los deberes de funcionario público, asociación ilícita, evasión impositiva, enriquecimiento ilícito, etc.
Un típico delito de cuello blanco fue el cometido por los directivos de la firma Oderbrecht Realizaciones Inmobiliarias, una de las mayores empresas constructoras del Brasil, que opera en 27 países, incluidos los Estados Unidos. Angola y Mozambique son las únicas dos naciones fuera del continente americano en las que opera el conglomerado.
El 21 de diciembre de 2016, los responsables de Oderbrecht reconocieron ante funcionarios del Departamento de Justicia de los Estados Unidos que pagaron sobornos en doce países, entre 2001 y 2016, por un monto de 780 millones de dólares.
Los sobornos se distribuyeron en la siguiente forma: 349 millones en Brasil, 98 millones de Venezuela, 92 millones en la República Dominicana, 59 millones en Panamá, 35 millones en Argentina, 33,5 millones en Ecuador; 29 millones en Perú; 18 millones en Guatemala; 11 millones en Colombia y 10,5 millones en México.
La trama de corrupción involucra a centenares de políticos legisladores, funcionarios públicos y privados de diversos niveles y lobistas de toda laya. Los delitos se cometieron por qué de la asociación ilícita tomaron parte varios jefes de Estado de la región.
Entre los mencionados, hasta el momento, figuraron: el presidente Michael Temer y el ex presidente Luiz Inacio “Lula” da Silva, el presidente Juan Carlos Varela y el ex presidente Ricardo Martinelli, los ex presidentes Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala de Perú, el ex presidente Otto Pérez Molina de Guatemala y el presidente y premio Nobel de la Paz, el colombiano, Juan Manuel Santos.
Como puede apreciarse esta gigantesca trama delictiva del llamado “Caso Oderbrecht” involucra a delincuentes de cuello blanco de nivel internacional.
Ahora bien, que rasgos comunes suelen presentar se en este tipo de criminales. Sutherland enumera los siguientes: alto nivel socioeconómico, elevado nivel de instrucción formal e importante nivel cultural no exento de refinamiento, muy buena capacidad de expresión oral y escrita.
Suele tratarse de individuos meticulosos, detallistas, con gran capacidad de organización y planificación.
Frecuentemente presentan rasgos que los convierten en personas manipuladoras, materialistas, faltas de empatía, con alto control de impulsos, gran tolerancia a la frustración, personalidad con rasgos obsesivo – compulsivos, necesitados de reconocimiento social y preocupados por su status. Por último, suelen evidenciar una personalidad seductora y hasta provocadora.
Lamentablemente, como el lector seguramente habrá percibido, estas características también suelen estar presentes en la mayoría de los empresarios y políticos exitosos.
Un problema adicional con este tipo de delincuentes es que su gran capacidad intelectual, sus conocimientos, poder adquisitivo, contactos sociales y políticos ligados a los complejos intereses que suelen involucrar en sus actividades ilícitas, suelen permitirles salir impunes o con una condena mínima cuando son expuestos a la justicia.
No obstante, queda claro que la llamada “corrupción” es un crimen, un delito de cuello blanco pero delito al fin.