El fracaso de otro intento judicial de bloquear acuerdos comerciales internacionales de Marruecos marca el aislamiento e impotencia en que se debate el Frente Polisario.
Desde hace tiempo, el Frente Polisario y sus aliados de Argelia intentan infructuosamente bloquear los acuerdos económicos entre la Unión Europea y Marruecos con el propósito de intentar debilitar la economía del Reino y, al mismo tiempo, cosechar algún tipo de apoyo internacional a sus deliberantes pretensiones sobre el Sáhara.
No obstante, todas sus maquinaciones y operaciones, montadas con el apoyo de sus compañeros de ruta en organizaciones seudo humanitarias, partidos políticos y sindicatos de izquierda, fracasan una tras otra.
Estas operaciones solo sirven para dejar en evidencia el menguante apoyo de que goza el Frente Polisario en el mundo y que, para las organizaciones centrales, que son los reales actores globales, la cuestión del Sáhara es un tema cerrado. El Sáhara pertenece a Marruecos y solo es un tema cerrado. El Sáhara pertenece a Marruecos y solo queda por normalizar la situación de la infortunada población retenida por el Frente Polisario y Argelia, desde hace más de cuatro décadas, en los infames campamentos de Tinduf.
Los dirigentes polisarios saben muy bien que estas maniobras fracasan siempre pero igualmente las promueven a los efectos de mostrar al mundo su combatividad y brindar la imagen que su agonizante organización: el Frente polisario continua con vida y vigente.
Pero, cada intento termina en un nuevo fracaso.
Hace veinte días fue el Tribunal de Apelaciones de Londres quien desestimó irrevocablemente el recurso presentado por la ONG WSCUK para intentar bloquear el acuerdo de asociación económica entre el Reino Unido y el Reino de Marruecos.
Ahora, es el Tribunal Comercial de Tarascón, el organismo judicial que ha dictado una sentencia condenatoria con la Confederación Paysanne, una organización sindical francesa, que intentó bloquear el acuerdo agrícola suscripto entre la Unión Europea y Marruecos e incluso demandar a la empresa Idyl, especializada en la comercialización de frutas y verduras del Reino.
Lamentablemente, estos constantes fracasos no impedirán que tanto el Frente Polisario como Argelia continúen promoviendo todo tipo de acciones legales con cualquier escusa porque se encuentran sumidos en la impotencia, sin poder frenar el creciente reconocimiento internacional de los derechos soberanos de Marruecos sobre el Sáhara y sin un plan alternativo realista y posible para resolver el Conflicto del Sáhara.
Marruecos, por el contrario, tiene todo a su favor: posee el control del territorio, los habitantes del Sáhara son y se reconocen como marroquíes, las principales potencias con intereses en la región (Estados Unidos y España) reconocen su soberanía y ha presentado ante las Naciones Unidas un plan creíble, posible y realista para solucionar el diferendo del Sáhara: el Plan para la Negociación de un Estatuto de Autonomía para la Región del Sáhara bajo soberanía marroquí.
Pero, por sobre todo la economía marroquí crece y el país presenta los mejores índices de modernización y desarrollo de África. Al mismo tiempo, su monarca Mohammed VI es un líder regional reconocido y querido en todo el continente que ha sabido construir una sólida red de alianzas internacionales que apoyan sus intereses.
Mientras que Argelia, el patrocinador del Frente Polisario, es una dictadura represiva y violadora de los derechos humanos que gobierna un país cuya economía se encuentra estancada y es dependiente de sus exportaciones de hidrocarburos. Además, sus principales alianzas son con países también aislados internacionalmente: Rusia e Irán.
En este contexto y tomando en consideración la existencia de importantes disidencias internas, el Frente Polisario no tiene muchas alternativas de supervivencia a largo plazo.