VÍCTIMAS SIN ESPERANZAS
Los inhóspitos campamentos de Tinduf implantados en la implacable lahmada argelina se han transformado gradualmente en una trampa mortal donde en los últimos cinco años han perdido la vida a manos del Ejército Nacional Popular de Argelia al menos veinte personas.
En los campamentos de Tinduf vive una población marroquí de origen étnico saharaui que desde hace más de cuatro décadas está forzada a permanecer allí en condiciones infrahumanas por sus captores del Frente Polisario y su amos argelinos.
Se trata de una población vulnerable, mantenida indocumentada y sostenida solo por la escasa ayuda humanitaria suministradas por la ACNUR y algunas ONG humanitarias europeas.
Para colmo de males, buena parte de los alimentos y bienes de la ayuda humanitaria son desviados ilegalmente por los dirigentes polisarios a los mercados informales del Sahel.
Es así como la población con reales necesidades sanitarias, alimenticias y educativas insatisfechas, forzada a vivir en humildes jaimas o contenedores de chapa al sol, porque el gobierno argelino no permite construcciones estables en los campamentos, enfrenta un futuro sin destino.
Privados de toda alternativa laboral o comercial, en su desesperación por sobrevivir y aliviar las penurias de sus familias muchos jóvenes terminan involucrándose en riesgosas actividades ilegales.
Las más frecuentes de estas actividades ilegales son el contrabando (especialmente el tráfico de combustible) y la minería ilegal.
Los mineros ilegales saharauis del oro, por lo general extraen unas pocas pepitas, a riesgo de morir sepultados por un derrumbe, de pequeños yacimientos en la región de Ghar Ajbilat en el suroeste de Argelia.
Pero, el gobierno argelino prohíbe las actividades de minería y para ello restringe y reprime duramente los desplazamientos de los pobladores saharauis entre los campamentos.
Los militares argelinos no dudan en disparar contra los pobladores indefensos o recurrir a procedimientos aún más salvajes.
VIOLACIONES SISTEMÁTICAS A LOS DERECHOS HUMANOS
El lunes 19 de octubre de 2020, por ejemplo, mientras desarrollaban su actividad excavando un pozo entre las rocas en busca de algunas pequeñas cantidades de oro u otro mineral valioso, Maha Ould Hamdi Ould Suelem y Ali Idrissi, dos jóvenes veinteañeros que se dedicaban a la minería ilegal en proximidades del campamento “Dakhla”, fueron sorprendidos por una patrulla del Ejército argelino.
Los jóvenes mineros sabían muy bien el destino que les esperaba. Una paliza antes de ser recluidos en una oscura mazmorra argelina donde pasarían varios años en medio de torturas y hambre. Tratando de escapar a esa terrible suerte decidieron sin mucho pensarlo ocultarse en el interior del pozo esperando que los soldados argelinos se cansaran de intentar sacarlos y siguieran con su patrullaje.
No obstante, los soldados argelinos estaban dispuestos a hacer un escarmiento con los infortunados mineros ilegales. Primero dispararon dentro del pozo para forzarlos a salir y cuando esta táctica fracaso, los quemaron vivos introduciendo mantas humedecidas en combustible con la intención de que el humo los asfixiara y los forzara a salir.
Pero, el humo los asfixió totalmente antes de que pudieran salir y perecieron dentro del pozo quemados y ahogados por el humo. Una muerte terrible y absolutamente injustificada.
Esta práctica criminal se reiteró el martes 4 de mayo de 2021. En esa oportunidad se llevo a cabo el asesinato de mineros saharauis ilegales también en el denominado “Campamento Dakhla”, situado al sur de la localidad argelina de Aouinat Belkraa.
En ese atentado fuerzas del Ejército Nacional Popular ultimaron con disparos al joven Saïd Ahmad Salem Rguibi, de la tribu Rguibat, Ahl Qassem, asesinaron a otro joven saharaui no identificado, hirieron a un tercero, detuvieron a dos más.
EL NUEVO CRIMEN
Nuevos hechos demuestran que el uso indiscriminado de la fuerza contra pobladores saharauis pacíficos y desarmados es una práctica común de las fuerzas armadas y seguridad de Argelia en la región de Tinduf.
Recientemente se acaba de repetir una vez más la feroz represión militar argelina con víctimas fatales saharauis.
Durante la noche del 20 al 21 de noviembre de 2021, a cinco kilómetros de los campamentos de Tinduf, elementos del Ejército Nacional Popular abrieron fuego contra Lakbir Ould Mohamed Ould sid Ahmed Ould El Markhi y Ould Mohamed Fadel Ould Laman Ould Chghibine de la tribu Sellam – Rguibat.
Los dos saharauis eran miembros del Frente Polisario pero eso no impedía que fueran conocidos como contrabandistas de combustible. Esa noche fueron sorprendidos por una patrulla argelina cuando viajaban en un todoterreno 4X4. Los jóvenes saharauis no acataron la vos de alto y se dieron a la fuga, entonces los efectivos militares abrieron fuego matando a Lakbir Ould Mohamed e hiriendo gravemente a Ould Mohamed Fadel.
El cuerpo del infortunado Lakbir Ould Mohamed y su compañero herido fueron llevados al “hospital” del campamento de Tinduf. Desde entonces, el cadáver y el herido permanecen en custodia del Ejército argelino.
Los saharauis no portaban ningún tipo de armas ni opusieron resistencia alguna. No se ha determinado con precisión si contrabandeaban combustible o se dirigían a algún tipo de yacimiento, lo cierto es que fueron asesinados por estar en una zona prohibida y no detenerse cuando se los intimó a hacerlo.
Este nuevo hecho demuestra claramente que la represión sobre la población marroquí de origen saharaui es un práctica sistemática y constante. La cual llevan a cabo los miembros del Ejército argelino sin el menor cuestionamiento de las autoridades del Frente Polisario.
Esta situación hace imperiosa la necesidad de que esa población regrese a su hogar en el Sáhara marroquí, del cual nunca debería haber salido.
También deben cerrarse para siempre los infames campamentos de Tinduf, poniendo fin a la farsa de la inexistente República Árabe Saharaui Democrática y a un conflicto artificial que data de los tiempos de la Guerra Fría. Los miembros del Frente Polisario deben ser desmovilizados y desarmados para dar estabilidad y seguridad a toda la región.
Solo los intereses geopolíticos de Argelia y la terquedad de sus dirigentes impiden la pacificación del Magreb y atropellan los derechos humanos de los marroquíes retenidos en Tinduf.