Las elecciones del pasado domingo 14 de noviembre no pueden dejar conformes a ninguno de las dos grandes coaliciones electorales si comparan los votos obtenidos con los que habían logrado en las elecciones generales de 2019 y no tan sólo los porcentajes como han hecho la mayoría de los medios de prensa.
El Frente de Todos ha perdido en todo el país 4.403.220 votos. En 2019 obtuvo 12.205.085 y ayer tan sólo 7.801.865. Una baja sensible de su caudal electoral. En dos años de gobierno el kirchnerismo derrochó 4,5 millones de votos.
Mientras que Juntos por el Cambio ganó 1.631.264 votos una importante victoria pero que cuando se la analiza detenidamente no ha sido tanta. El gobierno perdió el quorum propio pero conservó la mayoría propia en el Senado. También retuvo la primera mayoría y la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación, si bin perdió dos bancas y Juntos por el Cambio una.
Veamos la provincia de Buenos Aires bastión tradicional del kirchnerismo. Allí, el gobierno perdió 1.653.799 votos. En 2019 había obtenido 5.022.109 y ayer logró tan sólo 3.368.310 sufragios.
Pero lo más curioso es que Juntos por el Cambio aunque ganó en la provincia obtuvo menos votos que en 2019. María Eugenia Vidal obtuvo, en 2019, 3.687.615 y ayer Diego Santilli consiguió tan sólo 3.480298 sufragios. Es decir, que el candidato impuesto por Horacio Rodríguez Larreta perdió 319.305 votos. Ninguna gran victoria, especialmente porque ambas coaliciones obtuvieron el mismo número de diputados: 15. ¿Cuál fue la victoria? ¿Acertó Horacio Rodríguez Larreta cuando impuso a Santilli como candidato en la provincia?
Lo mismo ocurre si miramos en detalle los votos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 2019, Rodríguez Larreta obtuvo 1.095.013 y ayer su candidata María Eugenia Vidal, trasplantada a la ciudad capital, obtuvo tan solo 855.562 votos. Es decir, que Juntos por el Cambio perdió 239.451. ¿Qué sucedió?
Al parecer, María Eugenia Vidal no fue capaz de retener el voto del electorado liberal que sigue al economista liberal Ricardo López Murphy. Los votantes del "Bull Dog" López Murphy cambiaron su voto hacia la propuesta libertaria de Javier Milei. Cabe preguntarse si el electorado porteño de Cambiemos no se sentía mejor representado por la combativa Patricia Bullrich.
También es cierto que el abrazo de Mauricio Macri con Javier Milei una semana antes de la votación no ayudó mucho a María Eugenia Vidal. ¿Acaso fue un pase de factura por la negativa de Rodríguez Larreta y Vidal en acompañar a Macri en su presentación ante la justicia? Pronto lo sabremos.
Tampoco le fue bien al Frente de Todos, Leandro Santoro ayer obtuvo 456.876 votos en 2019, el kirchnerismo porteño había logrado 687.026 votos. Es decir, que el peronismo perdió 230.150 sufragios en dos años.
Estos número totales brindan un panorama muy distinto del que se obtiene analizando porcentajes. Ello se debe a que la participación electoral en 2019 fue del 76,40% del padrón y el domingo 14 concurrió a votar tan sólo el 71% de los 34 millones de electores habilitados. Es decir, que 9.860.000 argentinos no concurrieron a votar, porque están muertos (entre ellos los más de 100.000 muertos por el COVID), dejaron el país y no se registraron como votantes en su nuevo lugar de residencia en el extranjero o simplemente no se sintieron representados por la oferta política disponible.
Quizá los políticos deberían prestar mayor atención a la indiferencia de los votantes por sus propuestas. Esta podría ser una señal del resurgir del “que se vayan todos” del 2003.
Por último, el gobierno trata de presentar la aplastante derrota electoral del pasado domingo como un éxito. Nada más alejado de la realidad.
Voy a transcribir, porqué son muy ilustrativas, algunas reflexiones que me llegaron por WhatsApp:
Desde 1983, por primero vez, el peronismo perdió el control de la Cámara de Senadores de la Nación.
Todo el peronismo unido en el país obtuvo el 33,83% de los votos, realizando la peor elección de su historia. Esto significa que el 67% de los argentinos ya no cree que sea el partido hegemónico que domina todas las elecciones.
En la elección general de todo el país Juntos por el Cambio se impuso por el 8% de votos.
El peronismo perdió en la provincia de La Pampa donde desde 1994 tenía dos senadores y donde desde 1985 no perdía una elección legislativa.
En la Ciudad de Buenos Aires el peronismo porteño perdió en 14 de las 15 comunas. Incluso en el conurbano el kirchnerismo perdió en Ituzaingó, Lanús, Morón, San Isidro, San Miguel, Tres de Febrero, Vicente López y Tigre.
El Frente de Todos perdió contundentemente en Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Jujuy, Corrientes y Entre Ríos.
En las provincias de Chaco, San Juan, Salta y Tucumán donde solían hacer gran diferencia, el Frente de Todos ganó por menos de dos puntos.
El peronismo perdió en provincias que históricamente consideró como propias: La Pampa, Santa Cruz y el San Luis de los Rodríguez Saá.
El Frente de Todos sólo gana con comodidad en provincias pobres y escasamente pobladas, en asociación con oligarquías provinciales y abusando de la “política del garrote y la zanahoria”: Formosa, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Tierra del Fuego.
Por primer vez desde 1991, el kirchnerismo quedó tercero en la provincia de Santa Cruz, la cuna de la dinastía.
Por último, debemos mencionar la irrupción de un nuevo actor electoral que podría incrementar su caudal en el futuro: una derecha liberal en lo económico y conservadora en lo social. Veremos si esto ocurre y como impacta en la política argentina. Lo mismo ocurre con el crecimiento de los sectores de la izquierda revolucionaria que han alcanzado representación parlamentaria.
Si pretende ser alternativa de gobierno en 2023, Juntos por el Cambio deberá ampliar la coalición absorbiendo algunas expresiones políticas provinciales.
Deberá también gestionar con eficacia los distritos que gobiern y hacer una gestión legislativa constructiva y eficiente en las legislaturas provinciales y concejos municipales donde son la principal fuerza opositora.
Por último, deberá presentar a la sociedad un programa concreto y viable de crecimiento económico para poner en marcha al país, reducir la pobreza y acabar con la inseguridad.
La oposición no puede seguir especulando con capitalizar los errores del kirchnerismo porque para el 2023 posiblemente el electorado olvide las penurias y padecimiento de la pandemia y oriene sus preferencias hacia quien ofrezca la propuesta más real de un cambio.