La resolución del Parlamento Europeo del 26 de noviembre pasado subraya que los arrestos políticos y las detenciones arbitrarias de activistas pacíficos del Hirak, de dirigentes sindicales y periodistas han aumentado desde el verano de 2019, en violación a los derechos humanos fundamentales a un juicio justo y a una aplicación regular de la ley.
Recordemos que la inestabilidad social y política en Argelia se desató en marzo de 2019 ante el anuncio del anciano y discapacitado presidente Abdelaziz Bouteflika, de 80 años, de competir por un quinto período presidencial consecutivo.
Los estudiantes los martes y los abogados los viernes llenaban las principales avenidas y plazas de Argel demandando la renuncia de las autoridades, la renovación de los elencos políticos y mayores libertades democráticas. Había nacido el movimiento Hirak de protesta pacífica.
En un principio, el gobierno toleró las protestas esperando que se agotara por cansancio de los militantes. No obstante, esto no ocurrió. Muy por el contrario, con el correr del tiempo el movimiento de protesta se consolidó y adquirió mayor apoyo popular.
Nada detuvo la protesta, ni el golpe de Estado que apartó del poder a Bouteflika ni las elecciones condicionadas por las fuerzas armadas que consagraron a otra figura del régimen, el ex ministro de Bouteflika, el jurista Abdelmadjid Tebboune.
El inicio de la pandemia del coronavirus covid 19 con el establecimiento de restricciones sanitarias a la concentraciones y desplazamientos de la población permitieron al régimen argelino vetar las protestas. También le dio la oportunidad a las autoridades argelinas para intensificar la represión en un intento por acallar las voces críticas mediante la intimidación, las golpizas en las estaciones de policía y de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), la aplicación de penas de cárcel y multas a los periodistas independientes, el bloqueo de sitios web, la censura a programas de televisión y la persecución de los disidentes que se expresaban en las redes sociales.
Tal como ocurrió en agosto de 2019 con el periodista Mohamed Khaled Drareni, corresponsal de TV5 Monde, condenado a tres años de prisión y multado con 50.000 dinares argelinos por filmar a la policía mientras atacaba a los manifestantes en Argel.
Durante la sesión del Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de dicho Parlamento, María Arena, expresó el apoyo de la institución comunitaria al pueblo argelino “ante la adversidad de un régimen que reprime, arresta, acosa durante meses”, argumentando que “la pandemia ha empeorado la situación.”
Por su parte, el eurodiputado Mounir Satouri, citando uno por uno los nombres de los argelinos detenidos arbitrariamente en su país por ejercer su derecho a la palabras, llamó a la liberación inmediata de todos los presos de conciencia en Argelia.
La prolongada crisis de gobernabilidad que vive Argelia en los últimos años tiene diversos orígenes y causas. Por un lado la existencia de un liderazgo envejecido que está en poder desde los tiempos de la Independencia en la década de los años sesenta que se resiste a dejar el poder en manos de las nuevas generaciones. Por el otro, el estancamiento de la economía dependiente en un 95% de sus exportaciones de gas y petróleo que generan riqueza pero no aportan los empleos suficientes para compensar el crecimiento de la población.
Finalmente, la situación personal del presidente electo en octubre de 2019, Abdelmadjid Tebboune al cual no se ha visto en público desde el 15 de octubre de este año. Tebboune, de 75 años, sufrió el contagio del covid 19 y fue trasladado a Alemania para su tratamiento. Desde entonces su estado de salud es un misterio. Las versiones oficiales aseguran que ha superado la enfermedad y que se encuentra en franca recuperación. Pero, otras fuentes afirman que como una consecuencia derivada del covid, Tebboune había sufrido un accidentes cerebro – arterial que lo habría incapacitado para gobernar.
Los cierto, es que la situación interna de Argelia es sumamente confusa y comienza a preocupar al resto del mundo. Pero, los más preocupados son los dirigentes del Frente Polisario que dependen política y económicamente de Argelia para su supervivencia, especialmente en este momento, en que han intensificado su confrontación propagandística con Marruecos.