El 28 de abril nos deja una lección muy importante, a todos como ciudadanos, que para los que operan en política debería ser más relevante: En democracia, ni la Historia, ni las historias, están escritas y no las escribe nadie, son los votos los que ponen negro sobre blanco.
En esta ocasión de nuevo, los ciudadanos han decidido que sea el Partido Socialista el que vuelva a vertebrar España. No le han asignado esa tarea de forma contundente, pero si con una claridad meridiana. Como suele decirse, no es un cheque en blanco, pero si al portador, para que lidere la conducción de los problemas de calado que tiene este país y que por unas razones o por otras se han ido a aparcando hasta encontrar quien debe hacerles frente y con qué geometría lo tiene que hacer.
Ello nos lleva a una reflexión importante y a considerar: la crispación, la descalificación y el insulto no es el camino a seguir. Por tanto, si las urnas son el fiel de la balanza democrática, estas han puesto un punto de equilibrio. No hay felones, ni vende patrias, ni manipuladores de encuestas, ni otras sutilezas. En los escasos meses que ha durado el gobierno post moción de censura ha habido dos personas que han vivido, en sus “carnes del honor”, la permanente injuria poniendo en cuestión su moralidad pública: Presidente del Gobierno y el del CIS.
Lo que Sanchez ha venido diciendo y haciendo parece haber convencido a los españoles y las proyecciones de voto que ha hecho el instituto público demoscópico (CIS) se han parecido bastante al resultado que el cuenteo de papeletas ha dado. Evidentemente, no es cuestión en este país, ofrecer disculpas por los agravios cometidos, pero de todos modos en el pecado llevan la penitencia. En todo caso es de esperar que los crispadores y difamadores profesionales, que la política y los medios tienen en su seno, sigan durante una temporada el consejo del emérito al sátrapa sudamericano: ¡Que se callen!
Encontrar una fórmula para gobernar no va a ser fácil pero es verdaderamente lo interesante en esta nueva etapa que se abre y que bien gestionada puede ser la llave para abrir los grandes consensos que España necesita.
Desde la educación, el modelo productivo, el sistema de pensiones, la política exterior, el crecimiento de la cohesión social, hasta la transición ecológica, ¡casi nada!. Todo ello imprescindible para hacer frente, con garantías, a la anunciada crisis económica que se avecina.
El catastrofismo de la derecha, más concretamente del PP, le puede llevar a un agujero negro; continuar con el no a todo lo que venga de las filas socialistas.Ya está probado y fracasado por Casado, con lo cual el nuevo líder que habrá de venir, (otra cosa es impensable) tendrá que ser consciente que una derecha de consenso y acuerdo en los grandes temas es lo que lleva esperando España desde hace tiempo. ¡Este puede ser el momento!
Mejoraría la situación la también necesaria sustitución de Rivera al frente de su partido. Su crecimiento en escaños y votos es importante pero el estado psíquico en el que ha podido quedar su líder, después de haber mostrado síntomas de TOC contra Sánchez, también le deja muy tocado para poder tener ese papel de equilibrio negociador que han desempeñado otros partidos liberales en Europa. Se ha convertido en un personaje no fiable y capaz de poder recaer en cualquier momento. Es una pena, pero es así. Alguien que se ha querido comer lo cielos estará estragado.
Podemos ha sido uno de los perdedores de estas elecciones y no como consecuencia del voto útil a favor de los socialistas. Unidas Podemos es deudor de sus errores pasados personales, estratégicos e ideológicos. La senda abierta hace unos meses de moderación y convergencia con las políticas del Gobierno no le han servido para que el electorado perdonara el “no a los socialistas”. Iglesias se sabe necesario, pero no imprescindible, aunque me atrevo a pensar que ya sabe lo que es morir de ansia y por ello en las próximas semanas una dosis de ansiolíticos le ayudara a colaborar en la conformación de un buen gobierno.
El avance de ERC en Cataluña y la superación a la antigua CiU abre un panorama político que, a pesar del millón y medio de votos independentistas, creo que nos acerca más a una solución política que a permanecer en el bucle.
La sentencia del juicio puede despejar alguna equis de la ecuación; unas elecciones en Cataluña para el otoño también. El electorado de España y de Cataluña ha venido a decir que la solución pasa por la implicación de unos y de otros. Leer el problema nacional catalán desde el resto del país y sin duda el problema nacional español desde Cataluña. Dicho más claro, ERC no puede desentenderse de la gobernabilidad española y ello será bueno para que el autogobierno catalán tenga, dentro de la Constitución y el Estatuto, una relectura que no haga que la solución la fiemos para dentro de medio siglo. Eso sería horrible, puesto que entre otras cosas, muchos no lo veremos.
En este momento ha quedado sobre el escenario un solo partido con sentido de Estado, con capacidad de declamar correctamente lo que es España. Otro, que aunque lo tenga su partido, el líder ha demostrado que no ha estudiado su papel. El resto, excepción hecha del PNV que si tiene tal condición, sólo intuyen lo que puede ser gobernar a casi 50 millones de habitantes, en una Europa que no pasa por sus mejores momentos, unido a las dificultades endémicas patrias. Además ahora estará en el Parlamento VOX para recordarles a todos que con la democracia no se debe jugar.
En todo caso, hasta el 27 de mayo, nos olvidamos de todo esto.
¡Ya está abierta la siguiente campaña!