Por el Dr. Adalberto C. Agozino
Tal como era previsible, la ola democratizadora y de descontento que recorre a Argelia, desde el pasado 22 de febrero, ha terminado por llegar a los “Campamentos de la Infamia” donde el Frente Polisario mantiene desde hace más de cuarenta años retenida en condiciones infrahumanas a una parte de la población marroquí de origen saharaui.
La crisis económica que en los últimos años ha sufrido Argelia, unida a las luchas de poder en el seno del gobierno argelino tras el derrocamiento del presidente Abdelaziz Bouteflika por un golpe de Estado militar encabezado por el general Ahmed Gaid Salah, ha debilitado el control que el Frente Polisario ejercía sobre la población de los campamentos de Tinduf, haciendo que los elementos más valientes, hartos de vivir en la miseria y la opresión, hagan notar su descontento.
La población de los campamentos trata de dar forma al descontento generalizado contra el régimen dictatorial y represivo que ha implantado el Frente Polisario, llevando a cabo desde el pasado 27 de abril, manifestaciones en Rabuni. Un centenar de disidentes de los campamentos se congregaron ese día frente a la sede de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.
Falto de toda respuesta, el Secretario General del Frente Polisario, Brahim Gali ha recurrido al único método de diálogo que conoce la brutal represión de los descontentos.
Siguiendo el ejemplo de su amigo, el también dictador Nicolás Maduro, ha empleado las modernas tanquetas militares modelo BMP1, que le suministro Argel, para literalmente aplastar la protesta.
Al igual que ocurrió en Venezuela, las autoridades del Frente Polisario, con la complicidad de sus socios argelinos interrumpieron las comunicaciones telefónicas y de Internet para evitar que los manifestantes coordinen su accionar y al mismo tiempo, que trasciendan al mundo los detalles del malestar imperante entre la población de Tinduf.
Hasta el momento, el aparato de seguridad del Polisario, con el apoyo de fuerzas militares argelinas, han detenido a catorce manifestantes.
Según informa la Asociación Asadedh Saharaui de Derechos Humanos, el Frente Polisario mantiene a los presos políticos saharauis en la prisión de Dhebia, en Rabuni.
Los presos políticos saharauis, algunos de los cuales se encuentran heridos o contusos, son privados de asistencia médica y sometidos a inhumanas condiciones de detención, vejámenes y torturas. No obstante, llevan a cabo una huelga de hambre como medida de protesta frente a su arbitraria detención.
La dura represión ejercida contra la población marroquí de los campamentos se explica por la pésima imagen que la camarilla corrupta de Brahim Gali y el Secretariado del Frente Polisario tienen entre los habitantes de Tinduf.
Recordemos que, la justicia española tiene una orden de detención contra Gali no solo por actos de terrorismo contra barcos españoles, sino también por una causa penal ordinaria debido a la violación de una mujer saharaui.
Además, toda la población de los campamentos de Tinduf es plenamente consciente de cómo los altos mandos del Frente Polisario se han enriquecido con el robo de la ayuda humanitaria que diversas ONG internacionales envían a Argelia para aliviar las pésimas condiciones de vida que atraviesan desde que fuera forzada por el Polisario a permanecer en la cruel hamada argelina.
Argelia, por su parte, apoya la represión en Tinduf porque teme que las protestas aceleren el proceso de descomposición que vive en los últimos años el Frente Polisario. El colapso del llamado “Ejército Popular de Liberación Saharaui” podría hacer que parte del arsenal de que hoy dispone termine en manos de grupos radicalizados y del crimen organizado que operan dentro de su territorio.
Por el momento, y pese a la dura represión, los disidentes que encabezan el movimiento democratizador mantienen viva la protesta en Tinduf pero necesitan de la solidaridad internacional para que su voz no sea ahogada por la tiranía del Frente Polisario.