La Tierra, no obstante su nombre, es un planeta oceánico; está cubierto por el 70% de agua, que permite la vida animal y vegetal. La gran masa de agua de los océanos, es una inmensa fuente de nutrición, vía de comunicación y regulador del clima a través del “Ciclo de la vida”, por la evaporación del agua de los mares se transforma en nubes y éstas en lluvia, que al precipitarse sobre la tierra, vuelve a los océanos a través de los ríos.
La contaminación es la penetración de la inmundicia en un cuerpo, alterando sus condiciones normales. Sus sinónimos corrupción o corromper, es la de echar a perder, depravar, dañar o pudrir algo. La contaminación marina se puede originar de diferentes formas y en cualquier lugar, pero siempre afectará al mar, por ser el destino final de los desechos. La alteración de la calidad del agua afecta negativamente a la salud de la humanidad y entorpece a las actividades legítimas que se desarrollan en el mar, que deben ser controladas por el Estado, mediante la prevención legal y las acciones punitivas que le competen.
Avanzado el siglo XX, al profundizarse la preocupación por el medio ambiente, la ONU propulsó una legislación que fuese común a todas las naciones. Se realizaron reuniones, congresos y conferencias, como las de Estocolmo (junio/1972), sobre el Medio Humano y el Convenio sobre Vertimientos de Desechos y otras Materias (Londres, nov/1972), donde se reconoce el valor del mar y de los organismos que se originan y albergan en su seno, son fundamentales para la humanidad. Además de la necesidad de convertir en inocuos los desechos que se vierten a través de la atmósfera, ríos, estuarios, cloacas y tuberías. Se resalta la importancia para que los Estados elaboren productos y desarrollen procedimientos que disminuyan los desechos nocivos y se promueva individual y colectivamente los controles de las fuentes contaminantes del medio marino, que dañan los recursos biológicos. Además, establece que por vertimiento se entiende a toda evacuación deliberada en el mar de desechos u otras materias efectuadas desde buques, aeronaves, plataformas u otras construcciones en el mar y/o el hundimiento deliberado de éstos.
En la Conferencia de Río de Janeiro (junio/1992), se adoptó la Declaración que “Los seres humanos (…) tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza” y la decisión de continuar con las reuniones, conferencias, etc., pero la de “Río + 20” no fue lo esperado, al primar los intereses de los países o regiones, sobre que toda la vida en el planeta depende del agua, (…) porque sin ella, no hay vida de la tierra. Por eso el mar es imprescindible, aunque por la contaminación que sufre, diese la impresión que fuese lo menos importante.
Por su parte la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, CONVEMAR, [1982], establece las normas ambientales y la obligación de los Estados para proteger y preservar el medio marino, ha estipulado instrumentos internacionales, surgidos en el ámbito de la Organización Marítima Internacional (OMI), sobre la contaminación proveniente de buques y por vertimiento.
Las principales fuentes de la contaminación marina
Los hidrocarburos: El gas y petróleo que se obtiene del fondo o subsuelo marino mediante plataformas petrolíferas, fueron protagonistas de graves accidentes, con un alto costo para la flora y fauna, además del perjuicio económico que afectó, a la población costera. Se pueden citar, como ejemplos, la “Ixtoc” (1979), que al incendiarse derramó 560 millones de litros de petróleo en el Golfo de México, cuyas secuelas perjudiciales se prolongaron por más de una década y la “Deepwater Horizont” (2010), al incendiarse derramó 4.900.000 barriles de crudo y la contaminación afectó el delta del Misisipi y las costas de Florida y Cuba.
Actualmente más 2.000 buques diarios transportan el 90% del comercio petrolero mundial, del cual el 30% corresponde a la Comunidad Europea y el 25% a los Estados Unidos. Los accidentes de estos buques, por su derrame, la marea negra, causan daños incalculables a la flora y fauna, además de los perjuicios económicos a las zonas costeras. Sirva de ejemplo el “Exxon Valdez”, Alaska (1989), al chocar contra un arrecife derramó 41.000.000 de litros que se esparcieron en 26.000 km2 y afectó a 2.500 km de costa. El “Aegean Sea” (“Mar Egeo”), azotado por un fuerte temporal, al intentar entrar al puerto de La Coruña –Galicia- España (1992), encalló contra las rocas y después de una explosión se incendió. Las llamas consumieron 50.000 toneladas y 15.000 afectaron a 300 km de las rías, con grave perjuicio para industria pesquera y la acuicultura. No obstante, el más emblemático, por sus consecuencias fue el “Prestigie” (España – 2002), que inmerso en una tempestad, sufrió una vía de agua a 28 millas (52 km) del cabo Finisterre (Galicia). Remolcado mar adentro, a 250 km de la costa, se partió en dos y derramó 63.000 t de fuel, que fue arrastrado por la Corriente de Navidad hasta la orilla gallega, y la marea negra afectó a 2.000 km de costa y a más de 740 playas, entre Galicia y el País Vasco. Trabajaron miles de voluntarios para limpiar la ribera, pero pasados diez años todavía quedaban algunas zonas contaminadas. En el estuario del Río de la Plata, el Sea Paraná y el Estrella Pampeana, (Argentina – 1999), chocaron al cruzarse en el canal intermedio, frente a la costa bonaerense. El derrame, estimado en 5.000 m3, afectó a unos 30 km de costa por dos de ancho, que por la crecida del río se extendió por los arroyos y humedales de Magdalena y Berisso, además de los numerosos balnearios, comercios y el Parque Costero “Man and Biosphere” de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura”. Fue el mayor desastre ecológico en agua dulce.
Al ser todo buque una fuente de contaminación, máxime en la descarga de hidrocarburos, la OMI, a través de MARPOL (Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques) tiene por objetivo preservar el ambiente marino de la polución de hidrocarburos u otras sustancias nocivas por vertimientos o descargas accidentales, sin embargo, no siempre se respetan las normativas anti-polución, como el lavar los tanques de los restos de gas o petróleo cuando regresan vacíos y desagotan en el mar.
Las sustancias químicas sintéticas son las derivadas del petróleo de uso doméstico y cotidiano, además de los productos industrializados, medicamentos, computadoras, tejidos, combustibles, comestibles, etc. y fertilizantes utilizados en la agricultura, que al ser arrastrados por las lluvias hacia los causes de aguas subterráneas, ríos, etc., desembocan en el mar, matando a la flora y fauna, al consumir el oxígeno presente en el agua. La acuicultura también es perjudicial concentrar la mayor cantidad de peces en el menor espacio posible, cuyos excrementos sin tratamiento contaminan el hábitat acuático.
Hay países que regulan por las leyes de la fabricación, importación y uso de las sustancias químicas, además de las de protección ambiental y reguladas otras como la ley de pesca que incluye la protección del agua y la vida acuática.
La contaminación radioactiva o contaminación nuclear es la presencia de sustancias radioactivas en el medio ambiente, que se transforman en otros productos químicos. Ciertos elementos son de fuentes naturales (radio, uranio, radón, potasio) o artificiales, realizadas en laboratorio. Son radio nucleidos utilizados en la energía eléctrica, en medicina y en la faz bélica para armamentos y propulsión de naves y vehículos. No hubo acuerdo para evitar la contaminación, solo se logró (1994) la prohibición de verter en el mar residuos radioactivos.
El plástico Elemento omnipresente, presente en todas las actividades humanas, también ha invadido los mares. Se producen más de 100 millones de toneladas anuales y en un alto porcentaje termina en el mar, donde constituye el 80% de la basura, con un promedio de 13.000 piezas por km2, cuya degradación puede prolongarse por siglos. Pero el mayor problema son los nurdles (2 a 3 mm) de plástico, utilizados en la fabricación de artículos plásticos, ingeridos por las aves marinas y se mezcla con la arena de las playas.
Actualmente el Mar Mediterráneo tiene una elevada concentración de plástico, pero lo más destacable son las inmensas islas de plástico, de reciente descubrimiento, compuestas de basura plástica flotante, altamente tóxica, con superficies superiores a diversos países o estados de EUA, muy difíciles de fotografiar desde satélites y tampoco localizables por radares. Hasta el momento las más importantes son cinco: dos en el Océano Pacífico (Norte y Sur); dos en el Océano Atlántico (Norte y Sur), y una en el Océano Índico.
El mayor daño lo sufren las especies marinas al confundir el plástico con alimentos que les causan la muerte. Para tener una idea del perjuicio que causa con el agravante de lo irreversible, basta recordar que se vierten al mar ocho millones de toneladas por año, 200 kg., por segundo.