Hablar del director de esta Revista Digital de Pensamiento y de un amigo, tal y como está el mundo, puede borrar de plano lo objetivo que se pueda decir. Hemos llegado a un punto en donde todo terminan siendo juicios de valor, que no dejan de ser juicios de opinión, en los que cada cual establece sus argumentos desde la posición o el interés que tiene. Convirtiéndose en árbitros de una especie de superioridad moral sin una prueba en contra.
Dicho esto, de los nombramientos realizados por el actual Gobierno para el ejercicio de funciones públicas, el de José Félix Tezanos como presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha merecido diferentes críticas, algunas de una dureza sin sentido, y todas ellas basadas en argumentos que en mi modesta opinión, tan válida como las demás, evidencia más a los que la realizan que lo que se pretende censurar.
En primer lugar, nadie puede cuestionar la trayectoria profesional de un catedrático de universidad, funcionario público, y uno de los exponentes más reputados de la sociología española moderna. Con múltiples obras publicadas, proyectos de investigación dirigidos y una infatigable actividad por el enriquecimiento y modernización de las Ciencias Sociales en España.
Tampoco puede ponerse en cuestión que el Centro de Investigaciones Sociológicas que es un Organismo autónomo que tiene por finalidad el estudio científico de la sociedad española, regulado por Ley (L.39/1995, de 19 de diciembre (BOE 20/12/95), pueda ser “manipulado” en su trabajo por estar presidido por una u otra persona en función de la adscripción ideológica de la persona que lo preside. Eso sería tanto como poner en cuestión el propio Centro y a los funcionarios que trabajan en él, bajo estrictas reglas de transparencia y rigor técnico. Y donde todos los estudios y la base de datos de estos están a disposición de los que los quieran consultar y donde la famosa “cocina” puede ser realizada por cada grupo político o medio de opinión. Es ponerse una malsana y prejuiciosa venda en una herida imposible.
Todo ello por no traer a colación cómo desde distintos medios se ha estado utilizando la realización de pseudo encuestas para generar tendencias electorales y favorecer a determinados grupos políticos. Tal vez en esto esté su culpa, cuando señaló que las encuestas que hacen los medios “no son sociología, sino para-sociología” y “una especie de brujería”.
En definitiva, lo que se ha puesto en cuestión es su pertenencia a la Ejecutiva Federal del PSOE y su responsabilidad sobre los estudios y programas de los socialistas. Función legalmente compatible y éticamente irreprochable. Todo ello dependiente de la capacidad personal y física para poder realizar ambos cometidos sin menoscabo del uno y del otro. Nada cuestionable de antemano. Evidenciando las críticas una palmaria ignorancia de que es el CIS y una función ejecutiva de esta naturaleza en un partido político.
En todo caso, el ataque mediático sufrido por el Profesor Tezanos, y el realizado por algún grupo político que piensa que quizás en el futuro no le proyecte al estrellato demoscópico es absurdo, tanto como la de buscar “prima face” un responsable personal de no ser ya tan favorecido en las preferencias de los potenciales electores.
A nadie se le puede censurar por su militancia política y por el ejercicio de responsabilidades dentro de su partido político. Pilar del Castillo, que fue presidenta del CIS y posteriormente Ministra de Educación con Aznar, fue durante su ejercicio como responsable público gubernamental activa miembro del Consejo de FAES, por ejemplo. En el caso de los socialistas la cuestión parece ser distinta, su ideología y su pertenencia partidaria parece ser un baldón. Un halo que incapacita per sé pues otros motivos no parecen encontrarse.
El hecho de que Tezanos haya dejado sus responsabilidades orgánicas le honra después de la cacería abierta. Como bien ha dicho, lo primero es “preservar la buena imagen del CIS y su reputación institucional”, al no existir ninguna razón objetiva para ello. El convencimiento moral es algo que hoy nos resulta cursi y la objetividad una suma de subjetividades despojadas de rigor. Pero yo tengo el convencimiento moral y objetivo de que el CIS tiene un extraordinario presidente, quizás por ser socialista.