Nota al lector: Este artículo, resulta ser un tanto especial dado que es producto de mi primera clase de Historia Constitucional en la Universidad de Harvard. Los conocimientos adquiridos en esas casi tres horas de debate sobre el texto constitucional de los Estados Unidos, me llevo automáticamente a pensar en los ejes transversales que atraviesan a la historia argentina y a la historia estadounidense. Dos historias que transcurren en territorios diferentes, pero donde una resulta ser repetición de la otra, tornándose tan solo una historia.
Mientras tomaba mi café observando mis alrededores: escenarios testigos de la Revolución del Té, testigos de las largas conversaciones entre Madison, Jay y Hamilton, testigos de las grandes discusiones constitucionales e institucionales, y por sobre todas las cosas testigos del nacimiento del federalismo mas puro, me puse a pensar sobre el modelo gubernamental argentino, y sobre sus falencias, y debo decir que la respuesta la encontré aquí en Boston observando ni más ni menos que a la estatua de Sarmiento, y fue allí donde surgió mi segundo interrogante: ¿Por qué tuve que tomar dos vuelos para encontrarme con parte de mis historia, nuestra historia? Arribe a la respuesta luego de discutir con compañeros de clase de Luxemburgo, Alemania, Finlandia, Brasil, Canadá, México e Inglaterra.
En 1776 tenían lugar dos acontecimientos: por un lado, parte del ex Virreinato de Nueva España se declaraba libre de su metrópoli: Inglaterra, y 2) España no estaba dispuesta a tolerar movimientos independentistas en el Virreinato de Nueva Granada y en el Virreinato del Alto Perú, fue allí donde se volvió necesaria una fragmentación territorial, lo cual se tradujo en la creación del Virreinato del Río de La Plata. Fue allí donde todo comenzó.
Para 1789, Estado Unidos ya tenía sancionada su primera Constitución, con claras influencias de los sucesos que tenía lugar en el otro lado del charco: la Revolución Francesa, y claro que siguiendo los ideales de los “Papeles de El Federalista”. El resultado fue un texto fundante de derechos, una Carta Magna que permitía generar algo que se consolidaría un par de años más tarde: el tan preciado estado de la unión: pero para eso se tendrían que sortear varios obstáculos: la fragmentación entre las trece colonias y los estados del sur, la esclavitud, la guerra civil y el deceso de un presidente. Costos muy altos, los cuales perseguían un ideal: concretar la utopía de un estado. Para finales del siglo XIX, esto ya era un hecho, el sistema federal ya se había instaurado desde Nueva York hasta Texas. La idea de un presidente manejando las cuestiones externas y gobernadores abocados a sus propios estados era el lema.
Pero ¿Cómo esta historia se repite en la Argentina? La respuesta es muy sencilla. Ambos países poseen punto de contactos: ambos fueron colonias de grandes potencias marítimas, ambos sufrieron las luchas internas por el poder y por el sistema de gobierno, ambos tomaron a Francia como modelo, ambos creyeron en el ferrocarril como elemento de unión, ambos tomaron las ideas de los padres fundadores.
Estados Unidos fue producto de las convicciones de Hamilton, Jay y Madison. Argentina fue producto de las discusiones de Sarmiento y Alberdi, quienes veían plausible instaurar el sistema anglosajón en nuestro territorio.
Fue así como a mediados del siglo XIX los grandes pensadores argentinos comenzaron a exportar elementos de los Estados Unidos a la Argentina: cultura, política y sociedad. El plan era recrear el ensayo del norte, en el sur. En este sentido es que Sarmiento emprende sus viajes al norte, su papel no fue otro que el de un sociólogo que se dedico a observar las conductas de aquella sociedad. Día a día prestaba atención al funcionamiento político, educacional y social. Fue en Boston donde pensó que era necesario impregnar a la Argentina de aquel modo de vida, de aquel comportamiento. El primer paso para Sarmiento estaba ligado a la educación. La educación era el motor del cambio, la educación era la herramienta para transformar el futuro argentino. Tal es así, que el periodista, militar, historiador y docente considero necesario importar educadoras desde Boston hacia la Argentina.
No es casual que en el jardín de las estatuas de Back Bay West se encuentra la figura inmortal del prócer argentino. Observar de cerca la estatua me permite pensar en todos los sacrificios y costos de la unión, ligados claro a la pregunta que se encuentra en la mayoría de mis artículos: ¿Qué hacer con el poder?