DEFINICIONES DE AGRESIÓN:
Comportamiento socialmente definido como afrentoso o destructivo. Se diferencia la agresión hostil, que tiene como propósito infligir deliberadamente un daño o sufrimiento a otra persona, de la agresión instrumental, que persigue otro objetivo, que puede ser una recompensa de cualquier tipo (monetaria, adquirir un puesto, etc.) y que no se refuerza con el sufrimiento del otro, sino que se es indiferente ante el mismo.
También puede definirse como un ataque no provocado o un acto belicoso y también la práctica o hábito de ser agresivo o belicoso. Para la psicología es una tendencia o conducta hostil o destructiva. Dollard afirma que es cualquier secuencia de conducta cuya respuesta de meta es el daño a la persona a la que se dirige.
DEFINICIONES DE VIOLENCIA:
La violencia es una acción ejercida por una o varias personas, en donde se somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación u otra acción que atente contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo social.
Es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser psíquica o emocional, a través de amenazas u ofensas. Algunas formas de violencia son sancionadas por la ley o por la sociedad, otras son crímenes. Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.
Acto violento: “es aquel que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia”. Entendemos por legalidad a la inscripción psíquica, exquisitamente humana, que permite situar y discernir aquello que sí se nos está permitido hacer y/o decir de aquello que de ninguna manera lo está.
Esta dimensión se vive a través de una ley simbólica interna, que permite a las personas orientarse, establecer lazos regulados con los otros y, en definitiva, llegar a convertirse en un ser humano plenamente. La ley simbólica se internaliza entre la temprana niñez y el final de la adolescencia.
FASES DE LA VIOLENCIA:
Fase de tensión creciente: Esta fase está dada por la acumulación diaria de tensiones causadas por situaciones conflictivas, las cuales son reprimidas o minimizadas bajo sentimientos de desesperanza, disgusto y depresión.
Fase de explosión: En esta fase la acumulación y represión de tensiones, se concentran en un solo momento, cuando la persona estalla emocionalmente, por medio de actos violentos o agresiones físicas, verbales, emocionales o sexuales.
Fase de remordimiento: La culpa consume al victimario, al darse cuenta de la agresión perpetrada, quien en un primer momento se excusa por sus actos, causándole un daño irreparable a su autoestima, facilitando el inicio de estas tres fases cíclicas.
TIPOS DE VIOLENCIA
Violencia directa: Llamamos violencia directa a la violencia física, aquella que tiene por objetivo destruir, neutralizar (herir o matar). Está referido a “agresiones físicas” (y otras formas). Se puede generar por muchos factores (múltiples formas de discriminación, intolerancia, competencia, territorialidad, nacionalismos, adicciones, etc.).
Violencia estructural: Consiste en agredir a una agrupación colectiva desde la misma estructura política o económica. Así, se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso la muerte a la población. Serían ejemplos aquellos Estados o países que no aportan las necesidades básicas a su población. Si nos remitimos a la definición de violencia como la aplicación de métodos fuera de lo natural a personas o cosas para vencer su resistencia, hablaremos de un abuso de autoridad en el que alguien “cree” tener poder por sobre otro. Generalmente se da en las relaciones asimétricas, el hombre sobre la mujer o el padre sobre el hijo, para ejercer el control. Si bien la más visible es la violencia física, manifestada a través de golpes, que suelen dejan marcas en el cuerpo (hematomas y traumatismos).
Violencia cultural: Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia que hemos nombrado anteriormente. Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia.
Violencia juvenil: Se refiere a los actos físicamente destructivos (vandalismo) que realizan los jóvenes y que afectan a otros jóvenes (precisemos, aquí, que los rangos de edad para definir la juventud son diferentes en cada país y legislación). En todos los países, los principales actores de este tipo de violencia son los hombres, y la educación social es tal que el joven violento lo es desde la infancia o temprana adolescencia. Sin embargo, la interacción con los padres y la formación de grupos, parches, galladas o pandillas aumenta el riesgo de que los adolescentes se involucren en actividades delictivas, violentas y no violentas (acción directa).
Violencia física: Se relaciona con el uso de la fuerza humana para deteriorar las condiciones de otro ser, objeto, o si mismo, abarcando golpes, cachetadas, empujones, patadas, heridas por armas de fuego, blancas, y todas aquellas que van en detrimento de la vida.
Violencia verbal y emocional: Son todos aquellos actos en los que una persona lastima psicológica y moralmente a otra, por medio de agresiones, gritos, desprecios, insultos, mentiras, irrespeto a la privacidad, irrespeto a sus creencias e ideas, comentarios sarcásticos y burlas que exponen a la víctima al público.
Violencia sexual: Abarca desde los ataques sexuales directos como violaciones, hasta la incitación a realizar actos de índole sexual sin el consentimiento de la otra persona, pasando por la violencia verbal dirigida al sexo, piropos obscenos, propuestas indecentes, entre otras.
Como vemos, la violencia directa es clara y visible, por lo que resulta relativamente sencillo detectarla y combatirla.
La violencia cultural y la estructural, en cambio, son menos visibles, por lo que suponen más problemas a la hora de reconocerlas propiamente, como su origen y combatirlas.
Podemos encontrar que la violencia en la escuela es síntoma principal a una problemática severa que relaciona tanto al Estado, como a la educación, además de una proliferación de conductas violentas en la sociedad.
Este grave nivel de violencia es un indicador fundamental en nuestra sociedad, ya que las mismas señalan la combinación de grupos marginales, jóvenes, niños, y barrabravas con la adicción a diferentes sustancias toxicológicas en las que se destaca principalmente el paco, y se extiende en diferentes segmentos sociales que de a poco van afectando a las nuevas generaciones. Encontramos que la difusión de las armas en la sociedad también incide en el problema.
La cuestión de la violencia radica en el valor, y en el sentido de respetar las normas de convivencia, que actualmente se encuentran olvidadas.
Como responsables de este turbio clima social encontramos responsabilidad en la acción de diversos actores:
Los padres, como agentes socializadores primarios, son los que tienen mayor responsabilidad con respecto a la educación de sus hijos, todo comienza desde el núcleo familiar, en la vinculación de valores y metas honorables para el buen desarrollo del niño. Es fundamental que el niño crezca en un ambiente social sano, estable, limpio de violencia y agresión familiar, respetándose los derechos del mismo, y formando, de esta manera, a un buen ciudadano.
Los padres deberían, en el límite de sus posibilidades, pasar más tiempo con sus hijos, tratar de entender su nueva forma de hablar, escuchando sus problemas, que aunque parezcan menores a ellos los inundan de temor, así como también fijando nuevas normas de convivencia y estableciendo límites para acompañarlos y estar más cerca de ellos.
La escuela como institución de carácter pública o privada, teniendo como objetivo principal la formación de jóvenes dignos, con valores, virtudes y buena convivencia , necesita poseer un cuerpo de docentes capacitados para poder instruir a los alumnos en los distintos temas establecidos en el plan de educación. Es fundamental que los educadores logren establecer una buena relación docente -alumno, para poder escucharlos y ayudarlos.
La Ciudad de Buenos Aires cuenta con 440 escuelas primarias de gestión estatal distribuidas en 21 distritos escolares; en las cuales encontramos por cada distrito un gabinete psicopedagógico, cada uno de ellos se encarga de brindar apoyo y asesorar realizando entrevistas con directivos, niño y familia.
Cuando la situación lo amerite se realizan derivaciones a el EOE (Equipos de Orientación Escolar), que dependen de la Dirección de Salud y Orientación educativa.
Misión y funciones de los EOE:
Realizar tareas de prevención de problemáticas psicológico-pedagógico – sociales en el ámbito educativo y de promoción de la salud integral de la comunidad escolar.
Orientar, asesorar y apoyar al conjunto de los actores de la comunidad educativa en situaciones problemáticas a nivel grupal e institucional en el ámbito escolar.
Proveer el apoyo técnico-profesional en intervenciones diversas de carácter interdisciplinario e intersectorial, orientadas a la consecución del ingreso y permanencia de los alumnos en el sistema educativo, su promoción a niveles superiores de escolaridad y el mejoramiento de calidad de la oferta educativa.
Desarrollar acciones que posibiliten la convivencia democrática en los establecimientos escolares y la promoción de vínculos cooperativos con el conjunto de la comunidad educativa.
Los equipos son interdisciplinarios, están compuestos por profesionales de las áreas de Psicología, Ciencias de la Educación, Psicopedagogía y Servicio Social. Hay un equipo por Distrito Escolar que atiende escuelas primarias y el nivel inicial; dos de Adolescentes y Adultos y uno para el nivel medio que abarca escuelas normales y artísticas.
Los medios de Comunicación, estos en reiteradas oportunidades transmiten mensajes que hacen creer que lo correcto es lo incorrecto, eso influye en la pérdida y la degradación de valores fundamentales.
También puede transmitir malos ejemplos como conductas violentas o destructivas (a través de programas, series y noticieros que muestran ese tipo de imágenes desvalorizando la vida humana).
Hallamos también en varios programas destinados a chicos, la excesiva discriminación que provocan al intentar “dar un ejemplo” incorrecto, e incitan a realizar conductas inadecuadas cuando salen de ese contexto y se instalan tanto en el ámbito escolar como en su vida cotidiana. Los mismos provocan que los niños adopten esas conductas y quieran “imitar” a sus ídolos. Un claro ejemplo de esto es el actual programa “patito feo” difundido en todo el país, a pesar de aparentar ser una simple emisión televisiva para jóvenes, se convierte en un mal ejemplo al ser distinciones entre las distintas “chicas” del colegio, donde claramente notamos la discriminación que se realiza entre feas, divinas, lindas, populares o como se las quieran llamar, constantemente se están agrediendo y nunca se trata de llegar a una buena relación entre ambas. En realidad, eso es lo que vende el mercado y la gente compra.
Cada vez tenemos mejores y más medios para comunicarnos, cada día se nota más el analfabetismo funcional, el desinterés por el otro, la pérdida de la compasión, el aislamiento, el fraccionamiento de las luchas sociales y el “yo me ocupo de mi vida”, como si esta estuviera ajena a la interrelación social y cultural con la vida de los demás.
Con respecto a la televisión notamos que se le ha dado una ponderación desproporcionada a un instrumento y esto está generando muchos problemas sociales porque estimula y profundiza la confusión y la pérdida de valores humanos ya existentes.
El Estado, constituye una función indelegable de éste brindar educación y establecer un control oportuno de los institutos educativos a nivel público y/o privados. Además de brindar una capacitación gratuita para dichos educadores.
Según la ley de educación 26.206 no brinda soluciones y ni siquiera plantea capacitar a los docentes para encarar el problema de la violencia escolar.
A su vez, sería necesario un control estatal más efectivo con respecto a los medios de comunicaciones.
Se denomina ciberbullying o e-bullying a una forma de acoso que se produce a través de Internet, mediante el uso de teléfonos móviles u otros medios tecnológicos como cámaras fotográficas o de video digitales, es decir usando las nuevas tecnologías la alcance también de nuestros niños y adolescentes. Una forma de violencia que nos hubiera parecido imposible años atrás.
En los últimos tiempos se da con frecuencia este fenómeno, siendo común que los adolescentes sean capaces de unirse y empiecen a pegar, insultar y humillar a sus compañeros, grabando esas imágenes en teléfonos móviles, o con cámaras y después las enseñen y divulguen por la web, con la finalidad de someter a otros o de divertirse en una forma distorsionada y morbosa.
Muchos de los videos subidos retratan lo que realmente suceden entre los estudiantes.
ESTADÍSTICAS:
Cabe destacar que, según lo analizado, el 15% de los chicos del nivel primario, tienen problemas psicológicos serios.
Según La Organización Mundial de la Salud (OMS) el desarrollo humano depende de la salud positiva de las comunidades, especialmente en cuestiones asociadas a la salud mental. Casi la mitad de los chicos que van a la primaria tienen algún problema psicológico.
Para conocer el estado de salud mental de los chicos argentinos, el Ministerio de Salud encargó un estudio a las universidades nacionales, los datos obtenidos fueron los siguientes:
– 15,3% se encuentra en situación de alta vulnerabilidad psicológica. (El 4,3% en muy alta vulnerabilidad).
– 28,3% en vulnerabilidad mediana.
– 46% tiene algún nivel de agresividad.
– 43% ansiedad y depresión.
– 41% problemas sociales y de atención.
Por otra parte, en una encuesta realizada por el Ministerio de Educación en el 2006 en las principales ciudades del país, se reveló que los niños y adolescentes de entre 6 y 16 años tienen anualmente, en promedio, unas mil horas de clase, pero en ese periodo pasan poco más de 1.500 horas frente a una pantalla de televisión o frente a una computadora.
CASOS PUNTUALES
– Villa Gesell:
Una tragedia ocurrida en un colegio en la que un chico de 17 años mato a un compañero de 18.
Un adolescente de 15 años apuñaló y asesino a otro, de 16, durante una discusión que mantuvieron cuando salían de la escuela.
Según fuentes policiales se produjo un forcejeo hasta que la víctima y el otro menor cayeron al piso. El chico de 15 años saco un cortaplumas y apuñalo en el pecho al compañero.
– Las Toninas:
Un chico de 13 años llevo a la escuela una réplica de una pistola con el objetivo de amenazar a un compañero, fue detenido por la Policía y luego devuelto a sus padres.
– Córdoba:
Sus compañeros lo amenazaban para que faltara al colegio (se “rateara”). Un chico contó que, en el aula, algunos compañeros lo insultan, y basurean todo el tiempo.
El joven desde que comenzaron las clases comenzó a estar más nervioso y ahora no quería volver porque tenía miedo. No hubo violencia física, pero si amenazas verbales para que no entrara a clase.
– Masacre de Carmen de Patagones:
En Carmen de Patagones, un alumno de 15 años mató a tres compañeros e hirió a otros cinco, les disparó en su aula con una pistola calibre 9 milímetros de su padre que era suboficial de la Prefectura Naval, este hecho causo dolor y consternación en la ciudad.
Se determinó su inimputabilidad debido a su edad. Le decían “Pantriste”. Así lo habían bautizado las chicas del curso inspirándose en el personaje principal de una película de dibujos animados de Horacio García Ferré, estrenada a mediados de 2000.
Flaco, desgarbado y retraído – como el personaje de la película-, el joven era centro de las burlas de sus compañeros.
Odiaba su sobrenombre y, de acuerdo con los investigadores, las constantes cargadas y bromas sobre su forma de ser fueron el detonante del crimen.
La duda sobre el estado mental del acusado se origina en las discrepancias entre dos pericias psiquiátricas ordenadas por la Justicia. La primera consideró que tenía una personalidad “pobremente estructurada”, pero sabía perfectamente lo que hacía. La segunda concluyó que había obrado “fuera de sí”.
En una celda, el joven asesino pasó los siguientes siete meses, hasta que lo trasladaron a Sierra Chica un establecimiento de máxima seguridad. Para protegerlo, los otros 29 menores que comparten el lugar no saben quién es ni qué hizo.
CONCLUSIONES:
La violencia es una conducta que afecta a todos en la sociedad. Esta está destruyendo valores sociales que son necesarios para la convivencia en armonía. Es por esto por lo que se hace necesario que se manejen de manera adecuada cada una de las particularidades de las familias envueltas en un ambiente de violencia.
Es necesario que se intervenga de inmediato en el manejo del conflicto y que se realicen planes de mejoramiento de convivencia familiar. Tanto para la víctima como para el victimario, pues ambos sufren las consecuencias del acto violento.
También es necesario que el Estado tome acción en la erradicación del mal de la violencia. Poniendo en verdadero cumplimiento las leyes que existen al respecto y no dejarlo como letra muerta. Es necesario que la comunidad acuse al victimario y no se haga parte de un silencio extenso que lleve a consecuencias fatales como la muerte.
Este mal no se arregla removiendo menores de sus hogares, ni llevando a la prisión al que comete la violencia, es necesario una educación de valores cívicos y morales y un buen sistema de ayuda a la salud mental de la sociedad en general.
Una mirada al interior de las Instituciones nos permite dar cuenta de que lo que sucede en ellas no es ajeno a lo que pasa afuera, la escuela es un reflejo de la sociedad, y esto lo reconocemos todos y cada uno de los miembros que trabajamos en ella. Las desigualdades sociales, culturales, económicas; la lucha por el poder, la fuerza del sometimiento hasta llegar a la reducción nos afecta y no podemos dejar de creer que es posible que cada uno desde su lugar pueda lograr un cambio.
Las distintas instituciones entraron en crisis. Las experiencias vinculares del entorno familiar se alteraron. La familia como espacio de contención, de formación, ha sufrido cambios y perdió significatividad. Los padres no acompañan a sus hijos, no asumen sus deberes como formadores y guías. Son comunes las situaciones familiares conflictivas y desarticuladas, con niveles importantes de violencia en dicho entorno. Entonces el chico reproduce muchas veces lo que ve en su hogar, o actúa por todo lo que no tiene, especialmente si carece de lo afectivo.
Se diluyó el rol docente relacionándolo con lo específicamente pedagógico, para pasar a ser en forma constante mediador, contenedor, árbitro en la resolución de conflictos.
De esta manera, la violencia se engendra fuera del ámbito escolar, pero sus efectos están adentro de la escuela.
Como hemos podido ver la violencia escolar abre un espectro muy amplio de conductas, desde la agresión verbal , pasa por la falta de respeto mutuo entre distintos integrantes de la Institución, por el atropello a los derechos del otro, por el desprecio y el hostigamiento hacia el más débil o el diferente, la discriminación, la segregación dentro de los grupos y sigue con reiterados actos que parecen sencillos, pero por acumulación degradan la calidad de vida de todos los actores del sistema educativo, alterando el ánimo.
La violencia para ser diluida necesita de una práctica diaria y constante por parte de los adultos, que escuchen a los chicos y que tengan una mirada valorativa, considerándolos “sujetos de derecho, sujetos de palabra”. Aunque podemos ver en el aspecto legal que esto se está considerando y hasta legislando, distamos mucho de una aplicación práctica que la sociedad necesita con gran urgencia.