SALVADOR ILLA UN DUQUE PARA LA POLITICA ESPAÑOLA.
A pesar de los pesares, estas elecciones en Cataluña tienen un trasfondo positivo que la vorágine política no deja ver, al menos no con la claridad que debería. “España importa para Cataluña y viceversa “, aunque solo sea a efectos electorales. Ahora, la dificultad es que ambas partes se den cuenta de que realmente se necesitan. Eso solo lo dirá el tiempo y que la argamasa con la que se construye sea lo suficientemente consistente para aguantar el paso del tiempo.
“España importa para Cataluña y viceversa”
En la noche de estas últimas elecciones catalanas, el riesgo de decir obviedades ha sido mayor. Las obviedades electorales pretenden construir una relación que anticipe lo que puede pasar, se sabe que es inexistente, da lo mismo, lo esencial: hacer entrar en la relación lo que deseamos que pase. Que pase ya es otra cosa.
Los resultados electorales han dejado el mapa de los caminos a seguir totalmente abiertos, todas son sendas de caminos igualmente inciertos. Los opinadores se apresuraron a concluir el resultado final de la eliminatoria, todas las posibilidades se redujeron a una: La única salida posible a un Gobierno de izquierdas (PSC+ ERC + Comunes).
El escenario quedó hecho añicos en la propia noche electoral tras la intervención del hasta ahora líder de ERC y presidente en funciones de la Generalitat, Aragonés, quienes pasaban a donde los electores les mandaban, “la oposición”. Esto, junto con la asunción personal de la responsabilidad de la pérdida electoral, le honra, no es muy habitual últimamente. El reconocimiento de la propia derrota tiene un alto valor democrático.
Si ERC pasa, sin más, a la oposición, hace que las posibles salidas se fraccionen, como una bomba de racimo donde no se sabe dónde pueden explotar las mini bombas.
Creo que Puigdemont nunca ha pensado que él fuera ya un líder derrotado. Visto su actitud desde que entró en nuestras vidas, a fuer de ser cansino, es persistente y va a seguir en sus trece. El paso atrás de ERC le da mayor protagonismo del que las urnas le han otorgado.
Las noches electorales se han convertido en una atracción más de la feria en los medios de comunicación. Los resultados se van desmenuzando en los platós de televisión minuto a minuto, y cada sesenta segundos se solicita la opinión de “políticos implicados” a quienes previamente se les ha dicho lo que tenían que decir, en ese minuto, según el argumentario. Los opinadores expertos, que hace días hablaban sobre cómo está subiendo el precio del aceite y también el de la vivienda, o sobre la ocupación de Rafah, hoy hablan de transferencias de votos, de lo que están pensando los dirigentes políticos… todo con el mismo grado de solvencia que con el aceite. Es decir, ninguno.
El problema sigue siendo nuestro, todos confundimos lo que creemos que preocupa a los políticos con la política. No es así. Cada uno de ellos, salvo honrosas excepciones, incorpora su futuro personal en el análisis de situación. Es subjetivismo puro, el mismo del que tiramos cuando pretendemos analizar las decisiones de los electores desde el pensamiento de nuestros pareceres. Habrá que esperar un tiempo prudencial para tener lecturas correctas y disponer de los datos demoscópicos para poder interpretar con cierta confiabilidad.
Esto nos obliga a que muchas declaraciones de estos días hay que tomarlas a beneficio de inventario. Eso sí es comprensible, como no decir nada cuando te colocando el micrófono rozando los incisivos.
Los días irán diciendo cosas y va a ser un proceso lento, todos van a tomar los posibles acuerdos y sus contenidos (convertidos en exigencias) con mucha calma. En pocos días hay unas nuevas elecciones, las cuales, como ésta, son solo una patada para seguir de la siguiente jugada de la elección interminable.
Hoy, si me preguntan, diría que todo apunta a unas nuevas elecciones más que a cualquier formación de gobierno. Ni al PSC, ni al PP, ni a VOX les puede interesar esta solución. Es difícil que mejoren los resultados obtenidos. Ahora bien, a todos los demás, ¿por qué no les podría beneficiar una nueva convocatoria? Que a nadie se le olvide el altísimo porcentaje de votantes que se ha quedado en casa. Los post electorales nos aproximarán a las transferencias de votos producidas, pero hoy ya se puede decir que muchos de los votantes que se han quedado en casa pertenecen a esa amalgama política que se configuraba en el entorno independentista. Tal vez, una vez castigados a los suyos (ERC) y no estando lo suficientemente motivados por los otros (Puigdemont + Junts), decidieron desbloquear la situación dándoles una nueva oportunidad.
No obstante, creo que, hasta el último momento, cuando una nueva convocatoria electoral sea irreversible, se irán poniendo sobre el escenario diferentes decorados que se irán sucediendo uno tras otro.
ERC se dejará presionar por el PSC, sin duda, y estos, entonando el “nosotros que nos quisimos tanto”, lo intentarán todo. Para ello, pondrán sobre la mesa uno y otro argumentario, a cuál más seductor. Los republicanos, como poco, pedirán acelerar la amnistía. Ahora es urgente, a efectos internos del relevo dentro del partido. Pedirán más, la cosa no quedará así. Tendrá que fijarse fecha y hora para el referéndum y además nada de consulta. La modificación del sistema de financiación hacia una confederalización también querrán arrancarla, no vaya a ser que en el referéndum no salga lo deseado. Los resultados obtenidos, la crisis interna y las experiencias de antaño de gobierno con los socialistas les hacen saber que pueden quedar en una posición marginal tanto entrando en el gobierno catalán, votando la investidura socialista o siguiendo, apoyando al Gobierno de Madrid. La experiencia les dice que les ha ido mejor siendo independentistas que progresistas en su historia reciente. Sus cantos progresistas en el Congreso de los Diputados no han servido para mucho o, en definitiva, no han sido valorados por sus electores. Los éxitos de su gestión también han sido escasos y los ciudadanos a veces votan o dejan de votar, también por esas cosas. ERC, evidentemente, se encuentra en uno de sus ya históricos debates internos decidiendo su futuro y sus liderazgos, al ser un partido. muy consolidado y con mucha trayectoria no les será tan complicado, como a otros, volver a tomar el sendero. Pero en ningún caso, no tienen prisa alguna en ser coadyuvantes a la gobernabilidad de Cataluña ni de España. Visto lo visto, no les va a aportar nada. Incluso el bloqueo o la sensación de bloqueo puede despertar a su electorado dormido.
Los problemas de Puigdemont son otros. El tiempo juega a su favor y a buen seguro ha experimentado que las prisas en política nunca son aconsejables. Una parte del electorado que se ha quedado en casa sabe que les corresponde volver a subir, en su momento, al escenario decorado de independentismo; también sabe que no debe cometer los errores del pasado. Para Puigdemont, lo esencial es poder volver a casa, única forma de mantener su liderazgo. Los resultados obtenidos a distancia tienen su mérito, la persistencia le ha dado buenos réditos. Ha encontrado en el PSC su contradictorio para hacer creer que él es el único gran defensor del proyecto político catalán frente a Madrid. Además, sabe que por arte de birlibirloque se ha situado en una posición de mayor fortaleza que el ganador. Puede jugar a presentarse en el Parlament, a presentarse a una investidura imposible, incluso a ser detenido antes de entrar en el palacio del Parque de la Ciudadela con cámaras por doquier. Su público aplaudirá a rabiar desde el patio de butacas, y si lo hace a través del plasma espectáculo igualmente. Todo le puede hacer permanecer en el escenario como el “zanni” o bufón de esta obra que, a los espectadores, en todo caso, les está pareciendo demasiado larga.
Puigdemont estaba fuera de juego, de forma tal que podía morirse de pena en Waterloo sin que nos enteráramos. La negociación para la investidura de Pedro Sánchez, el proyecto de Ley de Amnistía y estas elecciones le han traído, literalmente, a tomar posiciones en los Pirineos, ahora sólo le hace falta, como el maquis, pasar la frontera por el Vall de Arán o por donde sea.
Puigdemont podría tener la tentación de recuperar las esencias de lo que fue CIU y la etapa de Pujol, no consta. Ahora bien, para esta generación de nacionalistas catalanes, la independencia es todo menos una veleidad, es un objetivo que fundamenta su razón de ser. Para ellos, por ejemplo, la discusión de un nuevo modelo de financiación no es un fin en sí mismo, es la fijación de una vía transitoria hacia la independencia. Independencia de geografía variable, más cercana a una idílica confederación que les permita permanecer en Europa.
Un gobierno PSC-Junts es ilusorio. De gobierno claramente no, el PSC no puede converger en Cataluña con un partido que está decorado con tintes de extrema derecha, catalana pero extrema derecha. Junts, como decíamos, necesita al PSC para crecer, pero enfrente. Eso sí, nada quita que veamos cómo empiezan a surgir muchas piezas de cacería competencial imposible para una posible negociación. Al PSC no le va solo el gobierno, también su existencia futura, por ello tiene que ser cuidadoso con esto. Aquí no se ha acabado nada. Recuerden cuando la abultada y sorprendente victoria de Ciudadanos en las elecciones del 17 era para algunos el fin del procés. Este no se acabará nunca. La política es como el río en el que se pretendía bañar a Heráclito, parece el mismo, pero no lo es.
Lo mejor, por claro, que ha dejado estas elecciones y tiene una lectura positiva para Cataluña y España, volver a descubrir una obviedad: el discurso y el talante sosegado, sensato y sincero tienen todavía una amplia cabida en la política. Hace unos días los opinadores y los propios socialistas pensaron que no tenían liderazgos alternativos internos, esto nunca es así, la historia lo viene demostrando, que se podía percibir con facilidad. Salvador Illa ha venido a demostrar como John Wayne que el hombre tranquilo también existe en política. Y, sin duda, muchos convienen que la política española está necesitadísima de ese perfil de liderazgo que se presenta como canta el catalán Loquillo: A carta cabal. Y como el duque: Feo, fuerte y formal.
Esto, como todas las historias, comenzarán pues no es de ayer ni es de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana…
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