Llamo el Pulpo Nicolás a los ocho tentáculos que, hasta ahora, el régimen ha puesto en movimiento para impedir la candidatura de María Corina Machado.
Los demócratas de Venezuela y del mundo no deben permanecer ajenos al estado anímico del poder: desesperación en crecimiento. La ruptura entre pueblo e ilusión chavista se ha consumado. Las promesas, los bonos, la presión en los barrios de las UBCH y los colectivos, la coacción en despachos y oficinas del sector público, las jornadas de adoctrinamiento político en los cuarteles, la práctica de te anoto o te borro de la lista de las bolsas de comida (podrida), el pago por asistir a movilizaciones, ninguno de los recursos de extorsión política, que fueron eficaces por años, funciona ya.
Tampoco alivian las mentiras de los encuestadores del régimen o de los encuestadores alacranes, que también los hay. La verdad ha ido adquiriendo proporciones nítidas e indiscutibles: María Corina Machado tiene sobradas condiciones y apoyo popular para derrotar a Maduro en una contienda electoral, en condiciones de igualdad.
Del primer tentáculo, el de la inhabilitación, no hay mucho que agregar: es ilegal, írrita, puro abuso de una dictadura que controla todos los poderes públicos, y ejecuta las órdenes que Miraflores dicta. Cuando el contralor abre la boca, es la voz de Maduro la que se escucha.
El objetivo de desmontar los equipos y la posible estructura de movilización electoral constituye el segundo tentáculo. Uno de sus más recientes ataques se produjo el 23 de enero, cuando fueron detenidos Luis Camacaro, Guillermo López y Juan Freites, víctimas de una acusación descabellada, la de ser parte de una conspiración, que es el señalamiento predilecto del régimen, y que cada vez se repite de forma más alarmante, sin que parezca importarles que resulten evidentes su falsedad e inconsistencia. No es la primera vez. A finales del año pasado, recuerde el lector, fueron detenidos Henri Alviárez Alviárez, Pedro Urruchurtu Noselli, Claudia Macero González y Roberto Abdul, solo por brindar apoyo profesional a la candidata Machado.
Estos señalamientos deben entenderse como un preámbulo del tercer tentáculo: envolver de acusaciones y mayores obstáculos de orden legal -a pesar de que es un poder fuera de la ley e ilegítimo- a María Corina Machado, a su partido, a quienes la apoyen y a todo factor que reciba su apoyo. En la más reciente edición del siniestro programa del siniestro Cabello, llamó a denunciar a María Corina Machado en la Fiscalía y en los tribunales, que es como decir que los denuncien en su oficina. El dueño de los tribunales quiere ver colas delante de sus dominios.
El cuarto tentáculo del Pulpo Nicolás tiene presencia diaria: actúa para impedir que Machado llegue a los actos, interrumpe la circulación, bloquea calles y avenidas con piquetes policiales, corta el servicio eléctrico, detiene a proveedores de tarimas o equipos de sonido u hostiga a los ambulantes que aprovechan las concentraciones para vender agua o caramelos. Sabotean con violencia -de eso trata justamente la furia bolivariana ordenada por el Pulpo-, se apropian del espacio público, ejercen la violencia política con total impunidad, la impunidad que les garantizan desde Miraflores y desde las oficinas corporativas del Mazo.
Tengo amigos empresarios en Venezuela, por cierto, no solo en Caracas, también en otras ciudades, que han recibido visitas de altos funcionarios de entes reguladores o de uniformados, en las que les advierten de que se abstengan de apoyar a Machado, al tiempo que les dan un consejo: para evitar la violencia y hacer viable las elecciones, hay que buscar “otra solución”, la que sea. Que esto es un lineamiento lo sugiere un hecho que he podido constatar: hay frases en el relato que son idénticas, que se repiten aquí y allá. Tengo amigos a los que han preguntado si entre sus trabajadores los hay que participen en política o si les han contactado para pedir apoyo financiero. Este es el quinto tentáculo.
El sexto tentáculo consiste en el esfuerzo por aislar la candidatura de María Corina Machado, no solo dentro del país, sino también en la arena internacional. El discurso de los voceros del madurismo fuera de Venezuela, de sus socios internacionales, de articulistas a su servicio, se concentra en esto: hay que buscar una solución “pragmática” a la crisis venezolana. Ese pragmatismo consiste en, nada menos, que cambiar al candidato, que sea “cualquiera menos ella”.
Con el séptimo tentáculo está ocurriendo un inocultable fracaso, una patética operación consistente en poner en la calle un conjunto de candidaturas a las elecciones presidenciales, ruidosas e insustanciales. Tiene el mundo alacrán una paradójica característica: cacarean, declaran, hacen declaraciones enfáticas cuya resonancia se apaga a los pocos segundos. ¿Puede creer el lector que ya son doce -¡¡¡doce!!!- los candidatos que se llaman a sí mismos opositores, que se presentan como alternativas al poderoso liderazgo de Machado? Que todo esto no es más que una pantomima del Pulpo lo demuestra un hecho: sumados todos, no alcanzan ni el 1% en los estudios de popularidad. Y ojo: vienen más candidatos alacranes. Los recursos del poder para insistir en esa fechoría están lejos de agotarse.
¿Y contra quién sacude Nicolás su octavo tentáculo, a quién quiere golpear, arrinconar, humillar? A los millones de ciudadanos que legitimaron a María Corina Machado el 22 de octubre en las elecciones primarias, a los millones que ya han salido a las calles a aclamarla o que lo harán apenas llegue a los pueblos y ciudades que seguirán en su recorrido.
Mientras María Corina Machado recorre el país, rodeada de miles y miles de personas en cada rincón del territorio venezolano, ¿qué hace el Pulpo Nicolás? Mira la televisión desde su pecera. Escucha los informes que le llegan de los cuerpos de inteligencia que siguen a Machado las 24 horas del día. Y se prepara para ordenar el próximo zarpazo.
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