La constitución de la Alianza de Estados del Sahel, entre Mali, Burkina Faso y Níger, parece enterrar finalmente a la françafrique. Pero, también es una señal de cambios geopolíticos más profundos que se están operando en África.
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El retiro de las fuerzas francesas del Sahel, después de infructuosa lucha contra el terrorismo yihadistas que no pudo impedir la expansión de este flagelo por la región y propicio el estallido de siete golpes de Estado: Mali y Burkina Faso en dos ocasiones, pero también en Sudan, Níger, Chad, Guinea y Níger; es una señal inequívoca de los cambios geopolíticos que se están produciendo en el seno de África.
El repliegue francés
Durante el siglo XX, en las décadas de los años cincuenta a setenta, se desmembraron los grandes imperios coloniales forjados por los portugueses, británicos y franceses en el Tercer Mundo.
Después de la descolonización, Francia supo mantener el predominio y la influencia, tanto militar como económica y cultural en la mayoría de ellos. Más de 327 millones de personas hablan francés en el mundo. Cerca de la mitad, unos 167 millones de francoparlantes, vive distribuida por todo el continente africano, en especial, en los países de África Occidental y el Sahel.
Siete de los nueve estados francófonos en África Occidental todavía emplean como moneda al Franco FCA (Comunidad Financiera Africana) que ésta vinculado al euro y respaldado por Francia, como un legado de la política económica francesa hacia sus excolonias. Entre otras servidumbres económicas, por el uso del Franco FCA, los países deben depositar anualmente la mitad de sus reservas en divisas en el Banco de Francia. Además, el tipo de cambio ligado al euro dificulta las exportaciones locales y mantiene a esos países en el atraso económico.
En 2013, Francia incrementó su presencia militar en el Sahel, iniciando la Operación Serval en el Norte de Mali con el apoyo de varios países africanos, occidentales y el auspicio de Naciones Unidas. Esa operación tenía por objeto frenar el avance de las insurgencias islamistas vinculadas a Al Qaeda en Mali.
Un año más tarde, Francia debió ampliar su presencia en el Sahel a través de la Operación Barkhane, ampliando sus acciones a Mauritania, Burkina Faso, Níger y Chad.
Después de una década de infructuosas operaciones, el 15 de agosto de 2022, Francia comenzó su repliegue de Mali, que se aceleró tras los golpes de Estado en ese país y en Burkina Faso.
En 2023, el Eliseo se vio obligado a anunciar el fin de la Operación Barkhane, pero mantuvo un contingente de 1.500 hombres de Níger.
El retiro de las fuerzas francesas del Sahel creó condiciones favorables para la expansión de la presencia militar rusa en el Sahel.
No obstante, es importante destacar que las fuerzas francesas en los países de África occidental, además de luchar contra el terrorismo yihadista, protegen intereses estratégicos de Francia en esa región.
Francia es la principal potencia europea en lo que hace al empleo de energía atómica. Produce casi el 70% de su electricidad por medio de centrales termonucleares y el 30% del uranio que emplean dichas plantas proviene de las minas de Arlit, Akokan e Imouraren, en el norte de Níger, país que es el cuarto productor de uranio en el mundo. Esas minas generan para Francia 140 millones de dólares al año.
En una emergencia, si Francia pierde sus minas de uranio en Níger, siempre podrá abastecerse en otros países productores como Canadá o Kazajstán. Pero, no es un secreto para nadie que los precios de la energía no han dejado de crecer desde la pandemia del Covid 19.
Las empresas francesas han desempeñado un papel hegemónico en las excolonias galas desde el momento mismo de su independencia, paro en los últimos años esa situación se ha modificado debido a la inestabilidad política, los golpes de Estado, el terrorismo yihadista y los errores de la política francesa hacia la región.
Francia ha dejado de ser el principal socio comercial para los países de África Occidental. Mientras que a principios de siglo era país desde el que se importaban la mayoría de los productos para Níger, Burkina Faso y Malí, en realidad China y varios de los Estados del Golfo, como Emiratos Árabes Unidos, han suplido holgadamente a París en estos mercados.
Los errores de Macrón
La política africana de Francia ha entrado en crisis, en especial, desde la llegada de Emmanuel Macron al Eliseo.
Macron, desde el comienzo de su presidencia, ha realizado diversas declaraciones inoportunas y polémicas respecto del continente africano.
En 2017, durante su primer año en la presidencia, aprovecho la Cumbre del G-20 para hacer referencia a los problemas que entonces vivía África como de origen “civilizacional” e, insólitamente, consideró que los problemas de gobernabilidad que enfrentaban los países africanos estaban ligada a la alta tasa de natalidad de las mujeres.
En noviembre de ese mismo año, durante una visita a Burkina Faso, el entonces presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré, se vio forzado a abandonar la rueda de prensa conjunta debido a los comentarios humillantes de Macron en referencia al mal estado de la red eléctrica del país.
También las relaciones de Macron con Argelia y Marruecos sufren por las agraviantes actitudes del presidente galo.
Paris se niega a aceptar que el Plan para Negociación de un Estatuto de Autonomía en el Sáhara, presentado por Marruecos en Naciones Unidas, en 2007, es la única solución realista, justa y posible para el diferendo en esa región, tal como han hecho numerosas naciones europeas, africanas, asiáticas y americanas.
Una muestra de esa tensión fue la decisión de Marruecos agradecer, pero no aceptar, la ayuda francesa para hacer frente a las consecuencias del terremoto del pasado 7 de agosto.
Macron no se resignó a lo que considera un desplante marroquí que le impide reactualizar sur rol de potencia hegemónica en el Norte de África. Especialmente, después de que Marruecos sí recibiera ayuda humanitaria y equipos de rescate aportados por España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Macron denunció en un mensaje por la red social X (antes Twitter), lo que denominó “controversias que no tienen cabida en la relación” existente entre ambas naciones y pidió respeto para las víctimas.
Las palabras del presidente Macron no hicieron más que incrementar el disgusto hacia Francia, porque en Marruecos se consideró una violación al protocolo que no se empleasen los canales y procedimientos diplomáticos habituales para plantear la cuestión o incluso de que no se hicieran los anuncios a través de medios de prensa marroquíes.
Insólitamente, días después la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, anunció, en una entrevista a la cadena LCI en Egipto, Colonna dijo que el rey Mohamed VI de Marruecos invitó a Macron (a realizar una visita oficial al Reino Alauí) este verano cuando hablaron y apuntó que no se ha elegido hasta ahora ninguna fecha para realizarla: “Esta invitación está hecha y esperamos poder cumplirla”.
“Las relaciones entre los dos países son antiguas, están enmarcadas por una profunda amistad entre los dos países, nuestros dos dirigentes volvieron a hablar hace unas semanas de esta visita de Estado. El presidente de la República ha sido invitado a realizar una visita de Estado (a Marruecos) que hay que hacer sin duda ahora”, afirmó Colonna.
Al conocerse esa declaración en Marruecos causó sorpresa y disgusto. La visita del presidente francés, Emmanuel Macron, a Marruecos “no está en el orden del día y no está programada”, indicó una fuente gubernamental oficial marroquí.
La misma fuente gubernamental oficial se sorprende de que Colonna haya tomado “esta iniciativa unilateral y se haya dado la libertad de hacer un anuncio no concertado sobre una cita bilateral importante”.
Esta nueva chapuza en la política exterior francesa no hace más que sumar malentendidos y tensiones a las relaciones bilaterales entre Marruecos y Francia.
Un proceso similar vivió Francia con Argelia. Los vínculos entre ambos países experimentaron un serio enfriamiento en septiembre de 2021, cuando el presidente Emanuel Macron reprochó al sistema “político militar” argelino el mantenimiento de una “renta de memoria” (contra Francia en torno a las violaciones a los derechos humanos durante la guerra de liberación.
Pero, fue sobre todo su cuestionamiento de la existencia de una nación argelina antes de la colonización lo que ofendió al gobierno y al pueblo.
Así, a finales de 2021, la crisis entre los dos países estaba en su peor momento de los últimos quince años. Argel retiro a su embajador y prohibió a los aviones franceses sobrevolar su espacio aéreo para abastecer a las fuerzas que participaban en la operación antiterrorista Barkhane en Mali.
Lentamente, se logró una distensión y el embajador regresó a Francia y los aviones franceses volvieron a surcar el cielo argelino en su viaje a Mali, hasta que el 8 de febrero, surgió un nuevo incidente. Argelia nuevamente a su embajador en París como protesta por la fuga (con asistencia de los servicios de inteligencia galos) de la periodista opositora Amira Bouraoui, quien huyó a Túnez y luego a Francia.
Cuando gradualmente las relaciones entre Argel y París comenzaban a distenderse el golpe de Estado militar en Níger, del 26 de julio pasado, volvió a tensar el vínculo
Estados Unidos y Francia (que tienen 1.000 y 1.500 efectivos de sus fuerzas armadas respectivamente para tareas de lucha contra el terrorismo yihadista) amenazaron con suspender la ayuda económica al país poniendo en riesgo el aporte de miles de millones de dólares. El 40% del presupuesto de Níger depende de la ayuda extranjera que asciende a 2.200 millones de dólares anuales.
La Comunidad Económica de Estados de África Occidental, por su parte, se pronunció con un ultimátum a la Junta Militar nigeriana, el 30 de julio, para que en el plazo de una semana restituyera al presidente Bozoum o atenerse a las consecuencias, lo que incluía una posible acción militar.
Mali y Burkina Faso, países vecinos en manos de gobiernos de facto militares, expresaron su apoyo a los golpistas nigerianos, afirmando que considerarían cualquier intervención extranjera como una “declaración de guerra” contra ellos.
Frente a la crisis en el Sahel, Argel se opuso a cualquier intervención militar por temor a una afluencia de refugiados nigerianos a su territorio, cabe recordar que Níger y Argelia comparten una frontera de casi mil kilómetros.
El diferendo se convirtió en un nuevo motivo de distanciamiento entre Argelia y Francia. El gobierno argelino nuevamente decidió negar a las aeronaves militares francesas el permiso para sobrevolar su espacio aéreo dificultando notablemente cualquier operación militar gala en la región.
La Alianza de Estados del Sahel
En ese contexto africano complicado para el Eliseo, se produce el golpe de gracia para la influencia francesa en África Occidental de la Creación de la Alianza de Estados del Sahel por los gobiernos de facto militares de Malí, Burkina Faso y Níger.
El 16 de septiembre de 2023, los jefes de Estado de Burkina Faso, Capitán Ibrahim Traoré, de Mali, coronel Assimi Goïtia y de Níger, general Abdourahamane Tiani, suscribieron la denominada Carta de Liptako – Gourma (en referencia a la región fronteriza tripartita situada al noroeste de África que forma parte del Sahel).
Según este acuerdo: “Cualquier ataque a la soberanía e integridad territorial de una o más partes contratantes se considerará una agresión contra las otras dos partes.”
En su cuenta de la red social X, Traoré subrayó que la creación de la Alianza de Estados del Sahel “marca un paso decisivo en la cooperación entre Burkina Faso, Malí y Níger”
Los tres Estados eran miembros de la fuerza conjunta de la Alianza G5 Sahel, apoyada por Francia, junto con Chad y Mauritania, lanzada en 2017 para hacer frente al terrorismo yihadista en la región.
El G5 Sahel se desintegró cuando Mali abandonó la alianza, en 2021, después del golpe de Estado.
Francia, que se ha visto obligada a retirar sus tropas de Mali y Burkina Faso, ahora enfrenta el pedido de los militares golpistas de Níger para que retire a los 1.500 hombres de sus fuerzas armadas en el país e incluso a su embajador.
Tal como puede apreciarse claramente, de los hechos expuestos, en los últimos años, Francia enfrenta el ocaso de su influencia económica y militar en África sin que el presidente Emmanuel Macron encuentre la forma de frenar esa decadencia.
Resta saber quién ocupará el vacío geopolítico dejado por Francia, será Rusia, China o los pueblos africanos encontrarán la forma de dirigir sus asuntos regionales y encarar su desarrollo sin depender del tutelaje de las antiguas potencias coloniales. Solo el tiempo lo dirá.