Terremotos y violentas lluvias e inundaciones convierten al Norte de África en una zona de devastación con miles de muertos.
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Un terremoto de siete puntos en la escala de Richter asoló el Norte de Marruecos con epicentro cercano a las montañas del Atlas. Mientras aún vibraba la tierra marroquí, las lluvias torrenciales e inundaciones provocadas por la tormenta subtropical Daniel devastaba Libia.
Ambos desastres naturales combinados arrojaron un saldo de 15.000 muertos y otro tanto de heridos, infraestructuras críticas destruidas y miles de viviendas inutilizadas.
Pero, mientras que en Marruecos las autoridades, dirigidas por el Rey Mohammed VI, reaccionaron inmediatamente movilizando todos los recursos del Reino, comenzando por el personal y equipos de las Fuerzas Armadas Reales y siguiendo por el personas de defensa civil, en la recuperación de las víctimas que permanecían atrapadas entre los escombros, asistencia a los heridos y socorro con agua, alimento y mantas a los sobrevivientes ilesos, pero que habiendo perdido sus viviendas y todo lo que tenían en el seísmo, deambulaban conmocionados por calles y plazas, muchas veces tratando de ubicar a sus familiares desaparecidos.
Mientras que la sociedad marroquí muestra un gran poder de resiliencia, es muy distinta la situación en Libia, un país de seis millones de personas, dividido entre dos gobiernos antagónicos y donde no existen los equipos de rescate especializados, socorristas capacitados o perros de rescate, porque todo en los últimos años ha girado en torno a la guerra civil.
Las inundaciones de septiembre en Libia son las más mortíferas que el Magreb ha visto en décadas. La anterior inundación importante en ese país fue en 2019, cuando cuatro personas perdieron la vida y decenas de miles resultaron afectadas. Pero la magnitud de las lluvias en 2023 no tiene precedentes en Libia.
La tormenta Daniel atravesó el Mediterráneo e impacto especialmente en el este de un país dividido y arrasado por más de una década de guerra civil tras el derrocamiento y asesinato del dictador Muhammad Gadafi, en 2011.
En los hechos, Libia esta dividida entre dos gobiernos antagónicos, uno en el Este y el otro en el Oeste, cada uno respaldado por diferentes milicias y gobiernos extranjeros. Una década de conflicto armado, con la intervención de fuerzas mercenarias, ha dejado a un país rico en gas y petróleo convertido en una ruina con su infraestructura anticuada cuando no destruida.
En ciudades como Derna, la más afectada, las autoridades ni siquiera fueron capaces de recoger los cadáveres regados por las calles.
La tormenta subtropical Daniel causó estragos e inundaciones repentinas en muchas ciudades del este de Libia, pero la peor destrucción se produjo en Derna, una ciudad de 120.000 habitantes más grande del país que fue en gran medida construida por los italianos cuando Libia era una colonia de Italia.
Derna es una ciudad costera famosa por sus casas pintadas de blanco y sus jardines de palmeras, se encuentra rodeada de montañas. Esta situada a 900 kilómetros al este de la capital de Libia, Trípoli. Está atravesada por un río estacional que permanece seco la mayor parte del año, el Wadi Derna, que fluye desde las tierras altas hasta desembocar en el mar. De esta forma, la ciudad se sitúa entre las montañas y el mar. Está protegida de las inundaciones por dos represas.
En esta ocasión las fuertes lluvias que acompañaron a la tormenta, solo en 24 horas cayó el equivalente a 18 meses de lluvia, según reportó la Organización Meteorológica Mundial, hicieron que los muros de las represas se resquebrajaran y luego colapsaran vertiendo de golpe 33 millones de litros de agua sobre el centro de la ciudad sin dar tiempo para evacuaciones de los pobladores o la adopción de otro tipo de medidas preventivas.
Una auténtica muralla de agua y barro arrastró todo a su paso dejando a la ciudad inaccesible por vía terrestre, sin servicios eléctricos, ni telecomunicaciones o agua potable. Edificios de departamentos de varios pisos se deslizaron hacia el mar, la ciudad literalmente fue tragada por el barro y el mar perdiendo el 25% de sus viviendas.
Darna está controlada por las fuerzas del Ejército Nacional Libio (LNA) que comanda el poderoso general Khalifa Hiffer, aliado al Parlamento, La Cámara de Representantes, con sede en el este de Libia y que está liderado por Osama Hamad y tiene su sede en la ciudad de Tobruk. Su rival es el Gobierno de Unidad Nacional (GUN), el único gobierno reconocido internacionalmente, tiene su asiento en Trípoli y su primer ministro es Abdelhamid Dbeibah.
Darna era un antiguo bastión del grupo terrorista yihadista Estado Islámico hasta que fue desalojado de allí.
La tormenta azotó otras zonas del noreste de Libia, una de las regiones más fértiles y verdes de un país en que tan sólo el 8% de su territorio apto para la agricultura. La zona de Jabal al – Akhdar, tiene una de las precipitaciones anuales promedio más altas del país. Allí se encuentran las ciudades de Bayda, Susa, Marj y Shahatt que también fueron muy afectadas por la tormenta como el resto de la costa hasta Bengasi. Los expertos estiman que hasta 1,8 millones de personas han sido afectadas a las lluvias torrenciales e inundaciones.
En Libia, ante la falta de recursos, la ayuda internacional se convirtió en esencial para paliar los efectos del desastre natural. Los Estados Unidos enviaron fondos de emergencia. Mientras que Egipto, Túnez, Argelia, Jordania, Francia, Italia, Emiratos Árabes Unidos y Turquía se hicieron presentes en Libia con socorristas, personal médico, alimentos, agua potable y mantas para abastecer a los damnificados.
Desde un primer momento ONG como la Cruz Roja Internacional, la Medialuna Roja y la Organización Mundial para la salud desplazaron socorristas y enviaron ayuda humanitaria.
El GUN, por su parte, envió un avión con 14 toneladas de equipos médicos, medicamentos y bolsas para cadáveres.
No obstante, la división del país entre dos gobiernos antagónicos dificulta considerablemente las labores de rescate y seguramente también será un serio obstáculo para la posterior reconstrucción del país. Por lo cual, la formación de un único gobierno nacional libio debería ser una prioridad.
Estos terribles fenómenos naturales ponen en evidencia la vital importancia que tiene la reconstrucción y puesta en vigencia de la Unión del Magreb Árabe para dinamizar la solidaridad regional e impulsar la reconstrucción de los países afectados haciendo un mejor aprovechamiento de los recursos humanos y materiales.