El economista liberal Javier Milei, el candidato impensado, se encamina a ganar en primera vuelta las elecciones generales de Argentina en octubre.
En Argentina se práctica un juego de naipes, tan popular como el mate, que se lleva a cabo empleando naipes de la baraja española: el truco.
El truco (un juego también muy popular en Galicia, Uruguay y Paraguay) es un juego de engaño donde no suele ganar quién mejores cartas reciben, si no quien mejor sabe mentir y ocultar mano.
Usualmente, las partidas se juegan a treinta puntos divididas en dos partidas chicas a 15 puntos. Los primeros quince son denominados “las malas” y los segundos quince “las buenas”.
Si trasladamos las reglas del truco al “juego electoral”, la Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) serían “las malas” y las generales del próximo 22 de octubre serían “las buenas”.
Si trasladamos las reglas del truco al “juego electoral”, las PASO serían “las malas” y las elecciones generales del próximo 22 de octubre serían “las buenas”.
En esta partida de truco en que se han transformado los comicios argentinos, el economista liberal Javier Milei se impuso ajustadamente en “las malas” y ahora se dispone a cantar la “falta envido” en “las buenas”, con las mismas tácticas que empleó en las PASO, sin que sus adversarios de Juntos por el Cambio (JXC) y Unidos por la Patria (UxP) parezcan comprender como neutralizarlo.
Milei arranco su campaña electoral hace un año y medio antes de los comicios, cuando ni JxC ni UxP habían definido a sus precandidatos para competir en las PASO. Lo hizo presentando un plan concreto de gobierno para sacar al país de la prolongada crisis económica que enfrenta hace una década. Un plan basado en la dolarización de la economía u definiendo a un enemigo para cohesionar a sus partidarios: la casta política, gremial y empresarial.
Así la polémica que desató en la sociedad argentina le proporcionó un espacio central en los medios televisivos y radiales haciéndolo popularmente conocido. Mientras que sus rivales, en otros espacios políticos, se enfrascaban en agrias disputas por los cargos, exhibiendo una absoluta falta de ideas y propuestas.
Milei pronto se convirtió en el preferido del electorado joven, compuesto por los votantes de menos de treinta años. También lo votaron aquellos electores frustrados, que el pasado lo hicieron por el kirchnerismo o por Mauricio Macri, tan solo para ver cómo día a día su calidad de vida se deterioraba y desparecían sus esperanzas de progreso. Estos votantes no expresaban descontento, sino que buscaban una nueva alternativa para el país.
Al conocerse el triunfo de Milei en las PASO, con el 30% de los votos, algunos periodistas y encuestadores vinculados con JxC y UxP se apuraron a desmerecer el triunfo del economista liberal diciendo que era tan solo la expresión del “voto bronca”, un voto de protestas contra el estado en que se encuentra el país y en repudio a la vieja clase política tradicional. Estos mismo auguraban que en la elección general muchos de esos votantes reorientarían su voto hacia la oferta de las grandes coaliciones tradicionales.
Sin embargo, esto no es lo que indican los primeros sondeos poscomiciales. La consultora CB reveló una encuesta pos-PASO sobre la base de un relevamiento nacional de 4.430 casos.
Según esa encuesta, Milei retendría el 91,7% de sus votantes y al mismo tiempo recibiría votantes de otros de sus competidores, como Patricia Bullrich (9%) y Horacio Rodríguez Larreta de JxC y el peronista cordobés Juan Schiaretti que le aportarían entre un 8% y un 10% de nuevos votos.
También la mayoría de los electores que se inclinaron por otros espacios en las PASO y que no superaron el umbral del 1,5% de los votos (pero que sumados hacen un total del 13,6% del padrón) o que votaron, anularon su voto o directamente no concurrieron a los comicios (que suman el 31,4% del padrón) prefieren a Javier Milei mayoritariamente por sobre otros candidatos.
En esta primera proyección Javier Milei seguiría liderando la intención de voto y habría incrementado la diferencia con sus competidores alcanzando por el momento el 35,3% de las preferencias, seguido por el candidato oficialista, el ministro de Economía, Sergio Massa con 30,8% de intención de voto gracias a que capta gran parte del voto de izquierda, luego se sitúa Patricia Bullrich de JxC con el 27,7% (los mismos votos que su espacio obtuvo en las PASO), muy lejos se sitúan Juan Schiaretti con el 4,2% y la socialista Myriam Bregman con el 2%.
Ahora, cuando sus adversarios, Patricia Bullrich y Sergio Massa, aún no se han repuesto de sus muy pobres desempeños en los comicios del domingo 13 de agosto, Milei ha reiniciado su campaña multiplicando nuevamente su presencia en los medios tradicionales y en las redes sociales.
Por último, cabe mencionar que Javier Milei afirmó que perdió aproximadamente cinco puntos en las PASO debido al “robo de boletas” en los cuartos oscuros y el fraude en el recuento de votos por falta de fiscales, advirtiendo que su partido La Libertad Avanza (LLA) está trabajando aceleradamente para superar esta deficiencia.
Mientras tanto, sectores kirchneristas han hecho circular la versión que los fiscales de UXP habrían “cuidado la boleta” de LLA para favorecerlo frente a JxC. El fantasioso relato donde los punteros de La Cámpora cuidan los votos de sus archienemigos, los liberales, no resiste el menor análisis. Un relato que sería gracioso si no fuera trágico.
Lo cierto es que todo parece indicar que Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza se encamina a triunfar en primera vuelta electoral de octubre y a convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Entonces, deberá enfrentar el problema de implementar las reformas que propone con un Congreso atomizado, donde no tendrá mayoría en ninguna de las dos cámaras, tan solo contará con un bloque de unos diez senadores y de treinta y cinco diputados en la cámara baja. Tampoco contará con aliados entre los gobernadores de las 24 provincias.
Milei deberá en un primer momento recurrir a la convocatoria de figuras independientes y con experiencia para completar los 5.400 cargos públicos jerárquicos (muchos de ellos técnicos) que se renuevan con cada cambio presidencial. El flamante presidente deberá enfrentar un desafío importante pero no insalvable.
Por último, Milei deberá encontrar la forma de liderar a un país desquiciado, sumido en una grave crisis económica y con una sociedad enferma que dejarán como trágica herencia los últimos veinte años de gobierno kirchnerista.