El rey Mohammed VI actuó rápida, decidida y enérgicamente frente a una aberrante agresión que hiere profundamente al mundo islámico
En cumplimiento de muy altas instrucciones de Su Majestad el rey Mohammed VI, en su calidad de jefe de Estado, pero también de Comendador de los Creyentes, Amir Al Muminin, el ministerio de Asuntos Exteriores, Cooperación Africana y marroquíes Residentes en el Extranjero procedió a convocar a consultas por tiempo indeterminado a su embajador en Estocolmo, Karim Medrek y al mismo tiempo citar al Encargado de Negocios del Reino de Suecia, en Rabat, para manifestarle el profundo desagrado del gobierno y el pueblo marroquí por la repetición de actos aberrantes que ofenden la fe de la comunidad islámica en el mundo.
En este período sagrado de la gran peregrinación a la Meca y en el primer día en que el mundo islámico celebra el Aid al Adha o fiesta del sacrificio. Un día sagrado para todos los musulmanes en el mundo la justicia sueca decidió autorizar la comisión de un aberrante acto de xenofobia y etnocentrismo: la quema de un ejemplar del sagrado Corán en un acto público frente a una mezquita.
Amparándose en una interpretación errónea del derecho de expresión, la justicia sueca ha permitido que un individuo insulte impunemente a mil millones de creyentes del islam en todo el mundo.
La justicia sueca parece haber olvidado el precepto básico de que la libertad de una persona termina donde comienza la libertad de los demás.
Acaso, los mismos jueces suecos hubieran permitido que se quemase la bandera de su país o que se invocase el derecho de libre expresión para calumniar al rey Carlos XVI o al primer ministro Ulf Kristersson.
¿Qué aptitud adoptaría el gobierno sueco si en la capital de algún país islámico se quemase una bandera sueca frente a su embajada (como ocurrió ente jueves en Bagdad frente a la legación sueca) para expresar el repudio que un ciudadano musulmán siente por los suecos?
Lo cierto es que, en este caso el primer ministro Kristersson se limitó a decir que el aberrante acto era “legal pero no idóneo” y añadió que quienes llevaron a cabo la agresión “pretenden provocar y ofender a otros”.
Cabe preguntarse entonces, porque, si el gobierno sueco sabía que se trataba de una provocación y que la afrenta provocaría protestas y violencia en todo el mundo, no lo impidió.
El acto fue realizado por un refugiado iraquí de 37 años, Salwan Momika, quién en presencia de unas doscientas personas prendió fuego a un ejemplar del sagrado Corán en Medborgarplats, Estocolmo, frente a una mezquita.
El evento se realizó bajo fuerte presencia policial y transcurrió sin graves incidentes, aunque una persona fue retenida por las autoridades por llevar una piedra en la mano.
Lamentablemente, no se trata del primer episodio de esta naturaleza en Suecia. En esa línea, en enero de este año se quemó otro ejemplar del Corán delante de la embajada de Turquía en Estocolmo. En ese caso, fue un ultraderechista danés – sueco Rasmus Paludan. Hecho que provocó una ola de protestas en los países musulmanes, especialmente en Turquía.
Este nuevo incidente, seguramente, terminará retrasando aún más el ingreso de Suecia a la OTAN. Un tema que se tratará en la Cumbre de Vilna, del próximo 11 y 12 de junio. Turquía y Hungría mantienen bloqueado el ingreso de Suecia y Finlandia a la alianza atlántica.
Turquía, Egipto, Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Jordania también condenaron lo sucedido en Estocolmo, pero el único país, al menos por el momento, que adoptó concretas medidas diplomáticas ha sido el Reino de Marruecos.
Actos criminales como este alimentan el discurso de odio de aquellos que siguen interpretaciones erróneas e intolerantes de islam y alimentan la violencia.
Así lo ha hecho conocer el gran muftí de Siria Ajmad Badredin Hasun al decir que este acto no quedaría sin respuesta y agregando: “podemos afirmar sin temor a equivocarnos que ellos son los verdaderos extremistas, son incluso peores que los militantes del Estado Islámico”.
Es por lo que muchos observadores temen que este acto de provocación desate reacciones violentas contra representaciones diplomáticas y otros intereses occidentales en el mundo musulmán.
Si ello ocurre la responsabilidad será exclusivamente del gobierno sueco que permite en nombre de una equivocada interpretación del concepto de libertad de expresión se insulte impunemente las creencias de millones de personas.