Por el Dr. Rodrigo Agozino
La hora de las candidaturas es el momento preciso para demandar propuestas serias a aquellos que nos piden nuestro voto para disponer de un cheque en blanco por los siguientes cuatro años.
La inflación mata la esperanza de los trabajadores. En el preciso momento que nuestro país sufra, en medio del actual proceso inflacionario, una devaluación, la zanahoria económica que todos perseguimos se alejará y hasta se volverá inalcanzable. No podremos seguir dilatando la necesidad de sincerar las variables cambiarias.
Todos podemos comprender que ante la inflación a la que estamos sometidos, el país debe, no solo dejar de ampliar la base monetaria, sino que también, debe regularizar las cuentas fiscales; y por, sobre todo, el Estado debe entrar en un proceso de austeridad, redirigiendo las partidas de menor urgencia hacia los sectores más necesarios, como podría ser creación de fuentes de empleo formal o formación en oficios, así como asistencia social y jubilaciones.
Actualmente continuamos ampliando la base monetaria a través de la emisión de moneda nacional, para principalmente financiar déficit fiscal y pagar las altas tasas que se adeudan por las letras de liquidez del Banco Central (LELIQ). La finalidad de la colocación de las letras tenía como objetivo “teórico” quitar de la economía del dinero circulante, pero en la práctica, se convirtió en una trampa mortal que no permitió detener la emisión y mucho menos volcar ese dinero al mercado.
En tanto no se detenga la emisión monetaria, nuestra moneda perderá valor relativo contra el dólar y otras divisas, aumentando la presión sobre el diferencial de tipo de cambio que existe entre la cotización del dólar oficial y el paralelo.
En el momento en que se tome cualquier tipo de acción devaluatoria para aliviar esa presión, indudablemente se verá afectada la sociedad y la economía en su conjunto.
Si se hace una devaluación de manera progresiva, será una especie de agonía eterna, que mal manejada o boicoteada por grupos con diferentes intereses, seguramente nos llevará a los desastres que ya vivimos en el pasado.
Ahora bien, si por el contrario la devaluación se hiciera de forma abrupta o de “shock” considerando un tipo de cambio que le brinde al gobierno el suficiente aire para estabilizar las variables macroeconómicas, la medida tendría un nefasto impacto sobre las economías domésticas.
Analicemos superficialmente que puede ocurrir en los hogares argentinos y en la economía en general si se produce una brusca devaluación de nuestro signo monetario.
Actualmente, los productos que tienen precios en dólares más retrasados son los alimentos y los servicios. Otros bienes como indumentaria, artículos electrodomésticos, automotores, no se encuentran tan relegados.
Cuando se acelere el proceso devaluatorio, se verá afectada la capacidad de consumo de la población en general. Los sectores económicos menos favorecidos deberán optar entre bienes pueden consumir y cuales necesariamente serán relegados o eliminados de la lista mensual de compras. El grupo social con menos recursos sufrirá un impacto directo de la devaluación. Pronto se verán forzados a comprar productos tales como huevos, bananas, manzanas y papas por unidad. Los planes sociales, los bolsones de comida gratuita y los comedores sociales serán la única alternativa para sobrevivir de los más pobres.
El estrato socioeconómico medio contará con más opciones a la hora de tomar decisiones: podrá recurrir a cambiar las marcas que consume, vacacionar en diferentes lugares o por menor plazo, relegar la compra de bienes suntuarios, etc. Este estamento social sufrirá un impacto más atenuado, pero igualmente deberá estar dispuesto a realizar algunos cambios en sus hábitos de consumo.
El estrato socioeconómico de mayor capacidad económica (menos del 7% de la población), será con seguridad quien contará con mayores recursos e instrumentos para enfrentar un poco mejor esta tormenta. No obstante, habrá quienes deberán centrar sus esfuerzos en mantenerse en ese segmento. Lógicamente, este último estrato será el que menor daño sufra o el que tendrá una recuperación más rápida.
La devaluación traerá inevitablemente una feroz recesión que aniquilará la esperanza de consumir mejores productos, renovar bienes y por sobre todo pensar en la utopía del techo propio.
El dilema que tenemos por delante es evaluar quien está mejor capacitado para ser el piloto de la tormenta que se avecina.
Quien puede negar que la seguridad y la economía deben ser los principales temas que tenemos que mantener en el foco de nuestra atención, evitando distracciones.
Diariamente podemos hallar candidatos o posibles candidatos hablando del tema. Se describe el problema, se enuncian las causas y se esbozan las soluciones más o menos coherentes y posibles.
Se percibe una ausencia casi total de propuestas de planes para la solución de los problemas económicos, se habla del tema, pero no se habla de cómo se implementarán de manera concreta las medidas correctas para resolver la actual crisis. Ante esta falta de propuestas como podemos elegir nuestro piloto de tormenta…
Como ciudadanos debemos exigir que todos los candidatos presenten sus planes antes de los comicios, o, simplemente, ante la incertidumbre podemos descartar como opciones a todos aquellos no presenten su plan económico.
No podemos permitir que la agudización del proceso inflacionario y una posible devaluación improvisada atente contra nuestro presente económico o directamente mate nuestras esperanzas de un futuro mejor.
El Dr. Rodrigo Agozino es Contador Público Nacional.