Por Álvaro Frutos Rosado
El año del diluvio es una novela del prolífico escritor catalán Eduardo de Mendoza. En ella se cuenta el apasionado y tórrido amor entre la superiora de un convento y un cacique local en los oscuros años 50. De fondo el dinero necesario para rehabilitar un asilo gestionado por las monjas a punto de la demolición y la actuación de una banda de maquis, cuyo jefe resulta ser un generoso Robin Hood del extrarradio barcelonés.
Recomendable lectura, lo que no sé es si será tan recomendable transitar a la descampada en este año tan recién estrenado que tenemos.
En el horizonte se atisban grandes y negros nubarrones políticos que pueden descargar en cualquier momento sobre nuestras cabezas y ponernos chorreando. ¡Y que un rayo nos parta!
Nada comparado con el pasado año. En este, sí o sí, habrá dos vitales procesos electorales que someten a examen a la totalidad de los ayuntamientos, diputaciones, cabildos…y en las CC. AA, salvo en cinco, las llamadas históricas y Andalucía y Castilla León, y unos pocos meses después, elecciones generales. Como desde las últimas elecciones generales todo ha sido un no parar y pedir unas nuevas elecciones, ya desde el día uno ha sido una constante, no parece que el ambiente va a ser mucho mejor.
En algún momento futuro nos pesara olvidar tan pronto lo que nos ha ido sucediendo sin aprender lecciones de nada. Una pandemia; el anuncio y llegada de una gran cantidad ingente de fondos cedidos por nuestros socios europeos; una guerra en suelo europeo que nos ha llevado a recordar en proximidad que es una guerra y caernos del nirvana antibelicista, por no citar los hechos en los cuales la Naturaleza nos ha recordado que está aquí y que no está muy contenta.
Así que intentar aventurarse a hacer una previsión del año… ¿qué es lo que puede suceder?; ¿qué es lo que se debe hacer en estas primeras semanas? es casi un mal chiste.
Podemos simplificar diciendo que el año va a ser elecciones, elecciones y más elecciones. Y si pasan otras cosas, de la naturaleza que sea (meteorológica, geológica, religiosa, cósmica, sanitaria…) también se mirara en clave electoral.
Primero mes a mes, luego será semana a semana se comprobarán los resultados en las cartillas de notas demoscópicas, si se progresa adecuadamente, necesita mejorar o es todo muy deficiente. Lo irán diciendo los diferentes institutos de opinión privados o públicos. Las encuestas, tendrá crédito o no, si ponen como ganador a los que queremos que ganen y si no serán manipuladas y tendenciosas.
Los discursos, igualmente tendrán “todos” y “los de todos” una clara orientación electoral. No se notará el cambio del año anterior. Machaconamente nos girarán la cabeza hacia donde debemos mirar. Sin descanso.
Creó que hasta marzo no se empezará con profusión a hablar de comunistas vs. fascistas, pero que se hablará… estoy convencido. El discurso centrado y propositivo, hace tiempo que nos abandonó y no sabemos si volverá. Lo que no sabremos es, si en unos despachos correrán para poder disfrutar de las gabelas que el cargo da y no quieren irse sin culminar su ilusión y en otros, ahora más pequeños, se les harán los dedos huéspedes pensando lo que van a poder hacer con el carguito que les han prometido. Les parecerá esto que digo como una chanza poco profesional e hiperbolizada de la política. ¡Ustedes mismos!
Hay “dirigentes” que “ofrecen” los puestos no por la validez y capacitación de quienes lo tienen que desempeñar sino por cuanto se va a cobrar. ¡Te ofrezco un puesto a 55.000!
Las redes sociales, las libres, las de los individuos que se pasan en ellas buena parte del día ocupados y preocupados por contestar lo que dicen los otros y reenviando como posesos lo que dicen los afines, en todo caso, se volverán locos mandando mensajes plagados de estulticia. No importa, los asesores de campaña dirán como los niños pequeños: Más, más, más… Sin saber que eso no vale para nada a la hora de votar. Los community managers ya están calentando motores. Luego los mensajes que están ya programados por sofisticados aparatos de inteligencia artificial, que segmentan por edad, sexo, localidad, barrio, aficiones… ya están contratados. Google, sea quien sea este Google, y Elon Musk son los que van a facturar con “la fiesta de la democracia”.
Una cuestión… todos creeremos que los tweets de los candidatos son suyos, ¡NO!, son de una maquina o un currito mal pagado.
En definitiva, hay quien vive de hacer creer a otros de que todo es guerra cultural, y el gato al agua se lo llevará quien gane el relato. ¿Qué relato?
Lo trágico, lo verdaderamente trágico es que las elecciones, todas pueden dejar a un gran número de personas paradas, miles, y muchos de ellos con difícil reubicación pues su CV, el real que de esto ya hemos aprendido mucho en los últimos años, aporta poco valor a la sociedad. Historial laboral en el papel de liar un cigarrillo. Además, hay gente que se empeña en creer que haber sido concejal de oposición en un pueblo de 25.000 habitantes o lobista aporta experiencia y capacidad en la resolución de los problemas de la ciudadanía. Saber hablar en público no es bastante, aunque a muchos les cueste un esfuerzo titánico. Hablar no es solo no trabucarse, es decir cosas con sentido que lleguen al punto de interesar a los ciudadanos. Parlotear tres cuartos de hora es cuanto menos una falta de educación.
Lo bueno es que otros saldrán del paro, de vender pisos en una inmobiliaria o dejarán de ser emprendedores, que ahora hay muchos, para cobrar del erario. Los que entran por los que salen. Esto no es desprecio de nada ni nadie, es reconocer las cosas como son.
Además, lo preocupante es el palmario desconocimiento que los profesionales de la política tienen de las administraciones públicas y de los funcionarios profesionales, pueden destrozar unas y aburrir a los otros. Cuando servicios esenciales para la colectividad como la educación, la sanidad, los servicios sociales, postales, de seguridad pública se descapitalizan en buena medida es porque la política, los políticos, consideran que la Administración Pública es un botín a su servicio. Hay “dirigentes” que “ofrecen” los puestos no por la validez y capacitación de quienes lo tienen que desempeñar sino por cuanto se va a cobrar. ¡Te ofrezco un puesto a 55.000! Se lo juro. Hay organismos que para lo único que modifican sus estructuras orgánicas es para situar a unos u otros, de sus conocidos.
También es bueno saber y una desgracia que así sea, que en este punto es en lo único que nuestra política es transversal. Esto unifica a todos.
Por ello este es el año del diluvio. Hay que doler de la vida hasta creer. Tiene que llover a cántaros. Sin amores apasionados, bandoleros bondadosos, caciques generosos y sensibles y sobre todo monjas capaces de quitarse la toca por sentirse mujer.