El sábado 23 de abril, la Argentina vivió una nueva jornada de protesta convocada por más de doscientas entidades rurales (encabezadas por la Sociedad Rural Argentina y productores autoconvocados) de todo el país a la cual se sumaron a título individual importantes dirigentes opositores y una nutrida concurrencia de los sectores medios urbanos (jubilados, monotributistas, pequeños comerciantes, profesionales, etc.)
La protesta del campo detonó por la alta presión tributaria (el Estado se queda con el 66% de la renta agropecuaria), la escasez de gasoil en plena cosecha gruesa, el deterioro de la infraestructura vial, el elevado gasto público y los planes del gobierno de incrementar la carga fiscal a los productores con nuevos en lo que el gobierno denomina “renta inesperada”.
La movilización de los productores agropecuarios con sus tractores comenzó el viernes 22 en las zonas productivas y se prolongó durante toda la jornada a lo largo del país.
En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el primer tractor acompañado de una columna de automóviles y manifestantes a pie ingresó a la histórica Plaza de Mayo hacia las 14.30 horas.
El eje de protesta fueron treinta tractores acompañados de centenares de automóviles portando banderas argentinas. Entre los manifestantes a pie, además de las banderas argentinas podían observarse carteles críticos de Cristina Kirchner.
Ningún partido político acompañó orgánicamente la protesta, sin embargo, muchos legisladores y dirigentes políticos de la oposición asistieron a la protesta en apoyo a las demandas de los ruralistas. Entre los asistentes, por Juntos por el Cambio asistieron el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, la presidente del PRO Patricia Bullrich, los legisladores María Eugenia Vidal, Waldo Wolf, Ricardo López Murphy, Pablo Torello, Diego Santilli y Fernando Iglesias, los funcionarios porteños José Luis Patiño, Yamil Santoro y Jorge Macri.
La jornada de protesta transcurrió totalmente pacífica, con tono casi festivo y familiar. Los ruralistas distribuyeron entre los asistentes unos diez mil ejemplares de la Constitución Nacional. La oposición acusa al gobierno de violar la letra y el espíritu de la Carta Magna. Según algunas estimaciones la protesta en la ciudad de Buenos Aires involucró a unas cien mil personas.
Si bien el epicentro de la protesta fue la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la movilización se replicó en el Monumento a la Bandera en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, el Monumento al Ejército de los Andes en Mendoza, la ciudad de Mar del Plata, Córdoba capital, San Miguel de Tucumán y Salta capital.
Los manifestantes dieron a conocer una proclama con duros considerandos hacia el gobierno. En sus párrafos más relevantes el texto consigna: “No emos venido hasta acá para pedir que nos den una mano sino para que nos saquen las dos de encima.
Traemos una proclama sencilla: No estamos dispuestos a seguir financiando la soga con la que nos ahorcan. […]
Basta de mentiras… Basta d fronteras que son un colador… Basta d entregar nuestro Mar Austral a la depredación… Basta de soltar presos y perseguir policías… Basta de someter a alumnos y maestros a la dictadura de ideólogos y burócratas… Basta de vándalos y usurpadores… Basta de opresión impositiva… Basta de sarasa.
Esta es nuestra protesta: Anímense a pensar un país con menos impuestos. Gasten menos. Arréglense con lo que tienen o dedíquense a otra cosa.”
La televisión estatal y los canales televisivos afines al kirchnerismo ignoraron totalmente la movilización. Otro tanto hizo el presidente Alberto Fernández que guardo silencio sobre lo que ocurría en Plaza de Mayo y por todo el país pero encontró tiempo para saludar por Twitter al presidente francés Emanuel Macron.
No obstante la aparente indiferencia oficial, la movilización de hoy en un golpe más para un gobierno desorientado que parece un boxeador “grogui” que se tambalea en el centro del ring, recibiendo golpes sin energía suficiente para replicar.
Un gobierno dividido entre funcionarios que responden al presidente Fernández y los que siguen las directivas de la vicepresidente y líder del espacio oficial Cristina Fernández y su agrupación La Cámpora.
Además, la política económica no puede resolver el problema inflacionario, mejorar los índices de pobreza o poner en marcha al país.
La inflación del primer trimestre de este año superó el 14%, en marzo fue del 6,7% y en abril las estimaciones de las consultoras privadas la sitúan por encima del 5%. Esto da un proyectado de más del 80% anual.
El desabastecimiento de insumos esenciales alcanza al gasoil, el gas y la electricidad afectando al proceso productivo tanto agropecuario como industrial. Y la situación se agravará con la llegada de la temporada invernal.
Frente a la crisis el gobierno insiste en repetir la misma receta que ha demostrado su ineficacia: suba de impuestos, precios máximos a los productos alimenticios básicos y subsidios de todo tipo para mantener artificialmente bajos los precios de alimentos y las tarifas de los servicios públicos.
Alberto Fernández parece no comprender esa máxima básica de que no puede hacer siempre lo mismo y esperar un resultado distinto.
El gobierno del Frente de Todos insiste en aplicar una política que siempre ha fracasado esperando un milagro que lo salve o que al menos le permita llegan rengueando y en muletas a diciembre de 2023.