Esta supuesta fórmula de saludo ante los emperadores de la antigua Roma, vulgarizada por la cultura cinematográfica hollywoodense, cuya traducción literal es “Salve, César, los que van a morir te saludan”, y que en realidad es una frase latina citada en la obra “Vidas de los Doce Césares” de Suetonio (Cayo Suetonio Tranquilo, aprox. 70 DC),? la cual fue atribuida a y para los delincuentes ajusticiados como si fuesen gladiadores; y que hoy irónicamente puede titular la crisis que sufre la República Argentina, a partir de los comicios primarios (PASO), celebrados el 12 de septiembre del 2021.
El sorprendente resultado abrumador desfavorable al gobierno nacional, y a favor de la mayor coalición opositora (JxC), en las elecciones primarias abiertas y obligatorias para elegir candidatos para ambas cámaras legislativas, presagió y aceleró la ineluctable crisis que se gestaba desde el 10 de diciembre del 2019 en el seno de la diarquía gubernamental, y que estalló solo tres días después de la derrota electoral presente. Por lo tanto no fue ninguna sorpresa para el ciudadano común y sufriente argentino.
El triunfo de la principal oposición encuadrada en “Juntos por el Cambio” (y con otras siglas en diferentes circunscripciones electorales), capitalizó por decantación los innumerables, sucesivos y graves errores que cometió el oficialismo desde que asumió hace dos años, y que se empeñó en repetir y perfeccionar hasta el hartazgo de la ciudadanía.
Consiguientemente para JxC, el criterio político aconsejaría no volver a cometer el mismo error de Mauricio Macri (el hombre sin vergüenza), al quedar triunfante en la contienda electoral presidencial del 2015, cuando con la natural soberbia triunfalista, no se percató que él no había triunfado, sino que la Arquitecta Egipcia no había querido ganar ante la tramposa y desastrosa realidad económica que ella había construido a fuerza de relato y que minaba el futuro de la Argentina.
Por lo tanto es más prudente hablar y referirse a una derrota oficialista (como hecho político), más que a un “triunfo” de JxC. No son momentos de triunfalismo, sino de prudencia extrema ante un contendiente complejo, como peligroso por sus reacciones irracionales que históricamente demostró ante la adversidad de perder el poder.
Antes de las PASO, la campaña previa fue de una gran ligereza, con falta de propuestas serias que resuelvan y mejoren la vida ciudadana. Dicha liviandad fue denominador común a los precandidatos de todas las fuerzas políticas, y prueba de la falencia de propuestas serias fueron que en el colectivo popular quedaron predominando expresiones soeces, naturalizando un chabacano humor (desde el sector oficialista); o cuál era peor o mejor una localidad para fumar un cigarrillo de marihuana, expresado por la principal candidata opositora. Consecuentemente, el gran electorado, con una extraña transversalidad pero con una clásica constante de las Ciencias Políticas, votó en contra del oficialismo que aún lo tiene sumido en paupérrimas condiciones económicas, en angustiante inseguridad vital y patrimonial, agravada con el miedo al COVID.
Dicha derrota oficialista se dio claramente en tres escenarios y con dos actores principales. El primer escenario fue en CABA, el segundo en la mayoría de las provincias, y el tercero, en los municipios del conurbano bonaerenses.
El seguro triunfo de JxC en la CABA, con vulgaridad puede describirse como haber ido a “cazar al zoológico”, debido al peculiar y mayoritario electorado porteño de perfil anti peronista y anti kirchnerista (cabe agregar, que la lista oficial de JXC ganó aún con candidatos impresentables como Sabrina Ajmechet, quien niega la soberanía argentina Malvinas).
El segundo escenario y con uno de actores principales, fueron las provincias y sus gobernadores que no pusieron en funcionamiento el aparato electoral propio y característico del peronismo, para neutralizar el avance kirchnerista que acosa a sus administraciones y ambiciones provinciales. El último y tercer escenario con sus actores protagonistas fueron principalmente los municipios e intendentes del conurbano bonaerense que razonaron igual que los gobernadores, pero solo con la diferencia de una mayor premura y urgencia ante el asedio cercano de miembros de “La Cámpora”, y al no tener muchos de esos intendentes reelección.
Con toda esa génesis de la derrota, nuestra vicepresidente de la Nación, nuestra Tilinga de Tolosa, luego de manifestarse con su proverbial y vulgar lenguaje no verbal, con actitudes de desplante ante el saludo de candidatos perdidosos, en el acto de final del domingo 12 de septiembre evidenciaba su enojo. Pocos días después, el miércoles 15 cerca del mediodía, fiel a su estilo de acelerar los procesos, hace estallar una crisis gubernamental al ordenar presentar la renuncia a los ministros que son de su riñón personal y de indubitable devoción, comenzando por el importante ministro del Interior De Pedro, que presenta su renuncia ante el periodismo antes que al Presidente de la Nación, en una franca demostración de falta de respeto institucional (también propio y fiel al estilo vulgar de nuestra Tilinga de Tolosa, aspirante a ser la primer mujer cuasi gladiadora). Seguidamente lo hacen, como un perverso y coordinado ballet, el resto de los funcionarios camporistas kirchneristas (los otros aspirantes a cuasi gladiadores), perfeccionando la “tormenta perfecta”, que se convierte inmediatamente en “imperfecta”, pues por el contrario, otros funcionarios y ministros no presentan sus renuncias, y si su apoyo institucional al Presidente (más allá que seguramente más de uno de ellos, aguardó un prudente tiempo para ver cómo se desenvolvía la crisis).
En general siempre cualquier crisis se desencadena y escala por un error de apreciación o de cálculo por parte de uno (o ambos), actores; y esas crisis tienen dos componentes, uno racional y otro pasional, el equilibrio en el empleo de ambos, dará el triunfo a uno de los contendientes, aun en las de carácter político. En consecuencia, en la actual en que nos sumió nuestra irresponsable arquitecta egipcia, se evidencia que primó el componente pasional en detrimento del racional. Prueba de ello, que los actores artífices de la derrota, los gobernadores peronistas, en su mayoría dieron su apoyo casi inmediato al Presidente Fernández, dejando claramente de lado, que la crisis de gobierno (y personal), ponga en jaque la institucionalidad constitucional. Lo mismo sucedió con muchos intendentes bonaerenses que rápidamente expresaron públicamente el apoyo a la figura presidencial. Y si faltaran algunos actores más, los máximos niveles sindicales también dieron su apoyo al jaqueado Presidente, desde Héctor Daher, uno de los secretarios de la CGT hasta los impredecibles Hugo y Pablo Moyano (los cuasi gladiadores perfectos).
Llegándose a la tarde del jueves 16 de septiembre (fecha aciaga para el peronismo), a un “status quo”, entre Alberto Fernández y Cristina, midiéndose las exhaustas fuerzas que aún les queda a ambos, ya los dos saldrán de esta confrontación sumamente debilitados, especialmente ella, que a su vez en poco tiempo tendrá su propia crisis (como consecuencia de esta), con sus propios seguidores, especialmente con la banda de “La Cámpora” (los gladiadores del subdesarrollo socialista).
Por suerte, desde el comienzo de esta crisis, la misma quedó circunscripta en un cerrado ámbito, que no ganó la calle, generándose enfrentamientos entre seguidores de los actores principales en conflicto; también con original y oportuno criterio, el Presidente declinó la manifestación popular de apoyo en Plaza de Mayo por parte de organizaciones de base, como el Movimiento Evita, dirigidas por Fernando “Chino” Navarro y el ex montonero Emilio Pérsico (los cuasi gladiadores reconvertidos en funcionarios).
También hay que apreciar que la ganadora coalición opositora mantiene una decorosa y prudente prescindencia del diferendo gubernamental, para que le permita capear la tormentosa realidad de estos días y continuar afirmando la excesivamente declamada unidad de la misma (¿será porqué no es así y hay mucha inestabilidad?), en camino a las elecciones definitivas de noviembre; porque dos meses en Argentina es una distancia temporal inconmensurable, donde pueden suceder todo tipo y clase eventos sorpresivos. Aun la tan temida fractura de esa coalición, integrada por personas que no les agrada un segundo puesto o con protagonismo acotado.
Ave, Caesar morituri te salutant …
Lic. Rodolfp Miraglia Succi