Expulsados de la antigua franja de amortiguación en la zona fronteriza de Guerguerat entre el Reino de Marruecos y la República Islámica de Mauritania, el Frente Polisario se ve sumido en la impotencia y forzado a librar una guerra de propaganda como único recurso para disimular ante el mundo su aplastante derrota.
Para llevar adelante esta guerra de propaganda los separatistas del Polisario han debido apelar al apoyo de sus aliados ideológicos, especialmente en España.
Si bien la posición oficial del gobierno español ha sido ratificada por la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya quien manifestó: “La posición del gobierno de España en lo relativo al Sáhara Occidental es muy clara y no ha variado ni en las últimas horas, ni en los últimos días, ni en las últimas semanas”, explicando que los sucesos ocurridos en Guerguerat el pasado 21 de noviembre no han modificado la posición diplomática del Reino peninsular.
Sin embargo, no todos los miembros del gobierno comparten disciplinadamente la posición oficial. Los ministros del partido Unidos Podemos encabezados por el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales Pablo Iglesias Turrión han expresado su apoyo a las inaceptables demandas del Frente Polisario con relación al impracticable referéndum como única solución al Conflicto en el Sáhara.
Pablo Iglesias es muy conocido por brindar costosas “asesorías” y actos de apoyo a gobiernos populistas como la Venezuela chavista de Nicolás Maduro, Bolivia durante el gobierno de Evo Morales o Argentina en los años de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner o recibir jugosas contribuciones financieras de Irán para sus programas televisivos.
Lógicamente los pagos recibidos de estos gobierno no fue a las arcas de Podemos y mucho menos se empleó para financiar la “revolución” anticapitalista o aliviar el hambre en los países del Tercer Mundo. Se repartió entre un selecto núcleo de dirigentes morados entre los que se encontraban: el propio Pablo Iglesias y su pareja la también ministro Irene Montero, Íñigo Torrejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y algún otro.
Precisamente, con dinero proporcionado por los presidentes del llamado “socialismo del siglo XXI” que Pablo Iglesias y su pareja Irene Montero adquirieron un modesto chalet en el municipio madrileño de Galapagar por 615.000 euros. Una vivienda de 268 metros edificados en una parcela de dos mil metros cuadrados. Todo muy socialista.
Estos antecedentes nos llevan a preguntarnos cuanto habrán costado posiblemente las “asesorías” que el Secretario General de Podemos estaría brindando al Frente Polisario y Argelia con estas declaraciones.
Lamentablemente, muchos españoles nostálgicos del pasado colonial de su país o engañados de buena fe por el “relato” separatista de la minoría perseguida sienten simpatía por el Frente Polisario y se olvidan de su pasado terrorista en que se cobraron la vida de muchos trabajadores españoles y lo que es aún más grave sus actuales vínculos con el yihadismo.
Un claro ejemplo de esta ceguera frente a los evidentes vínculos del Frente Polisario con el terrorismo yihadista lo ha proporcionado días atrás el Director General de Política Exterior y Seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, embajador Fidel Sendagorta, durante su intervención en un foro internacional sobre terrorismo organizado por el Real Instituto El Cano.
En esa oportunidad el embajador Sendagorta manifestó con cierta inocencia estar “sorprendido” al constatar que el jefe del grupo yihadista “Estado Islámico en el Gran Sáhara”, Abou Al Walid Assahraoui, era un antiguo miliciano del Frente Polisario, lo que lo llevó a concluir que los campamentos de Tinduf eran un caldo de cultivo para el yihadismo y “una seria amenaza” para la Europa comunitaria.
Sería muy oportuno que el alto funcionario de la diplomacia española, el ministro Pablo Iglesias y los españoles que apoyan al Frente Polisario recordaran que, durante los años en que llevaba a cabo una abierta guerra de guerrillas contra las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos, entre 1976 y 1991; los terroristas del Frente Polisario no sólo atacaban instalaciones y personal militar marroquí sino también a civiles inocentes muchos de ellos españoles.
Las milicias del Polisario atacaron a empresas españolas que operaban en las provincias del Sur de Marruecos y a barcos pesqueros españoles y de terceros países que operaban en las aguas de la zona económica exclusiva marroquí en el Atlántico Sur.
Los pescadores españoles que faenaban en la zona de El Aaiún o los trabajadores que picaban piedras en las minas de fosfatos de Fosbucraá fueron aniquilados en masa. Barcos con toda la tripulación pasada a machete, secuestros, torturas físicas y psicológicas o fusilamientos con ráfagas de ametralladoras eran algunas de las desastrosas “postales” que dejaron los terroristas separatistas y que nunca fueron debidamente investigadas ni sancionadas, según afirma la Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo (ACAVITE).
También ACAVITE registra que el Frente Polisario asesinó a 289 víctimas inocentes y provocó un número aún mayor de heridos.
El alto al fuego acordado con medicación de Naciones Unidas, el 6 de septiembre de 1991, no puso fin a las actividades terroristas del Polisario.
SECUESTRO DE COOPERANTES
El 24 de octubre de 2011, por ejemplo, la madrileña Ainhoa Fernández Rincón, el mallorquín Eric Gonyalons y la italiana Rosella Urru, todos ellos cooperantes europeos pertenecientes a diversas ONG, fueron secuestrados en Rabuni, la sede administrativa de los campamentos argelinos controlados por el Frente Polisario, mientras desarrollaban actividades humanitarias.
En el secuestro de los cooperantes participaron elementos del Frente Polisario comandados por Abu Walid al Assahraoui o Adnan Abu Walid al Assahraoui, alias de Lehbib ould Ali ould Saïd ould Yumani, un marroquí de origen saharaui nacido en la ciudad de El Aaiún durante los años de la ocupación colonial española del Sur de Marruecos.
Abu Walid al Assahraoui, de quien volveremos a hablar más adelante, se incorporó al Frente Polisario en 1991 y recibió capacitación militar de mano de instructores militares argelinos en la Escuela de Suboficiales y Tropas de Chabid El Ouali donde se entrenan las milicias terroristas del supuesto “Ejército de Liberación Popular Saharaui”, en Tinduf, Argelia. Todo ello antes de radicalizarse y convertirse en líder yihadista.
Finalmente, los cooperantes fueron liberados sanos y salvos previo pago de un sustancioso rescate por parte de España e Italia. Lo que no se estableció claramente es que parte tocó a los polisarios del rescate y que otros réditos políticos obtuvo el Frente Polisario por su participación en las negociaciones que permitieron la liberación de los cooperantes.
Lamentablemente, este no es el único ejemplo de nexos entre polisarios y yihadistas.
El 15 de febrero de este año, la Oficina Central de Investigaciones Judiciales, el organismo responsable en Marruecos de la lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional, que dirige Abdelhak Khiam como parte de la Dirección General de la Supervisión del Territorio Nacional, la eficiente DGST marroquí, arrestó en las ciudades de Laayun, Salé y Marrakech a tres individuos, de entre 24 y 30 años, miembros de una célula terrorista del Dáesh.
En el proceso, las autoridades antiterroristas marroquíes secuestraron documentación, uniformes y hasta una bandera perteneciente al Frente Polisario.
Precisamente, una semana antes, en declaraciones formuladas a la prensa, Khiam había advertido sobre los vínculos del Dáesh con el Frente Polisario y las actividades del terrorismo yihadista en el sur de Argelia.
Dijo el alto funcionario de seguridad marroquí: “El Dáesh no ha desaparecido. Hubo una reubicación; se reorganizaron en la zona sahelo – sahariana y en Libia. Donde encuentran áreas sin ley, allí se establecen.” Para luego agregar: “El problema se incrementa con la falta de cooperación de los argelinos y la existencia de un área controlada por un grupo terrorista que es el Frente Polisario”. Concluyendo: “Al Qaeda en el Magreb Islámico sigue intentando controlar el sur de Argelia y el norte de Mali”.
El 1° de mayo de 2018, Marruecos sorprendió al mundo al denunciar que la República Islámica de Irán, a través de la organización terrorista Hezbollah, llevaba al menos dos años entrenando y equipando con armamento sofisticado a las milicias terroristas del Frente Polisario.
El canciller marroquí Nasser Burita afirmó poseer “pruebas y datos” concretos de que uno o más diplomáticos de la Embajada de Irán en Argel había participado “durante al menos dos años” como “facilitadores” entre los grupos terroristas Hezbollah y Frente Polisario en acciones destinadas a instruir a milicianos del grupo separatista en “acciones de guerrilla urbana y ataques contra el Reino de Marruecos.”
Instructores militares de Hezbollah, en especial expertos en explosivos y en la construcción de túneles, habrían viajado a los campamentos argelinos de Tinduf para formar a los milicianos en tácticas de comandos, guerrilla urbana y manejo de armamento sofisticado. También habrían suministrado al Frente Polisario misiles de fabricación soviética SAM-9, SAM-11 y 9K34 “Strela-3”, afirmó el canciller Burita. Todas estas actividades se efectuaron con la complicidad del gobierno de Argelia.
Cabe mencionar que Hezbollah es una organización terrorista islámica de orientación chií de El Líbano que, desde su creación en 1982, recibe armas, instrucción militar y apoyo financiero de Irán.
La denuncia realizada por Marruecos pone en evidencia que el Frente Polisario, pese al alto al fuego y la presencia de la MINURSO, sigue con la complicidad de Argelia e Irán armándose y planificando acciones terroristas en la región del Sáhara.
También indican que Irán constituye una seria amenaza a la estabilidad internacional. No solo porque desarrolla un programa de armas de destrucción masiva sino porque exporta entrenamiento y armas a grupos terroristas en África y financia a partidos políticos y organizaciones extremistas en todo el mundo como el grupo violento.
OTROS VÍNCULOS DEL FRENTE POLISARIO CON EL YIHADISMO
En una entrevista concedida, en 2012, al diario español “ABC”, el pretendido ministro de Defensa de la inexistente RASD, Mohamed Lamin Buhali, reconoció la presencia de unos “20 ó 25 saharauis” formando parte de organizaciones yihadistas en el Sahel. “Unos están con Al Qaeda, algunos de ellos puede que ya no estén vivos y otros están detenidos. Otros, en torno a 14, están con el MUYAO”, admitió Buhali.
Resulta evidente que, cuando un dirigente de importancia en un grupo terrorista reconoce un hecho de estas características es porque la cantidad de yihadistas provenientes de las filas del Frente Polisario es mucho mayor de lo que se admite y su existencia resulta inocultable.
Otra prueba innegable de que el Frente Polisario mantiene vínculos con grupos yihadistas, o, al menos, de que los campos de Tinduf constituyen una cantera de personal con preparación militar que nutre las filas de los grupos salafistas que operan en la región sahelo – sahariana, es el caso del antes mencionado Abu Walid al Assahraoui.
Desde que se radicalizó y dejó los campamentos argelinos del Frente Polisario, Walid ha formado parte de distintos grupos yihadistas.
Al parecer comenzó su actividades terrorista en 2011, cuando fue uno de los fundadores del Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) donde dirigía el Consejo de la Shura.
Debido a que habla tres idiomas y ha estudiado varios años en universidades de Argelia, en el MUYAO también actuaba como vocero. Este hecho le dio visibilidad internacional al parecer frecuentemente en transmisiones televisivas y fotografías.
En agosto de 2013, el MUYAO tomó parte en la creación del grupo Al Murabitum o Al murabitun Al Qaeda de la Yihad en África del Oeste (Los almorávides), al fusionarse con la organización Al Moulthamin (Los enmascarados), que dirigía el yihadista argelino Mokhtar Belmokhtar, también conocido como “Bellaouar” -El tuerto- o “Mr. Marlboro”. Apodos que recibe porque perdió un ojo por una pedrada cuando era niño y porque en sus comienzos fue un exitoso contrabandista de cigarrillos.
Al Morabitun y Mokhtar Belmokhtar adherían a Al Qaeda en el Magreb Islámico -AQMI-, la franquicia regional de Al Qaeda.
El 14 de mayo de 2015, Adnane Abu Walid al Assahraoui anunció que rendiría pleitesía a Al Bagdadí y al ISIS / Dáesh.
Inmediatamente fue desautorizado por Belmokhtar y Walid y sus seguidores debieron dejar Al Morabitun.
En septiembre de 2016, Abu Walid al Assahraoui creó su propia organización yihadista: Estados Islámico en el Gran Sahara -Imarat Mantikat al-Sahara-, que pronto realizaría diversos ataques y atentados explosivos en Burkina Faso, Níger y Mali.
El 2 de marzo de 2017, Abu Wali al Assahraoui y el Estado Islámico en el Gran Sáhara se unió a Al Morabitum, liderado por Mokhtar Belmokhtar, Ansar ad-Din, conducido por Iyad Ag. Ghaly y al Frente de liberación de Macina que guía el imán Amadou Koufa, para crear una nueva organización: Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes).
La nueva organización proclamó inmediatamente su fidelidad a AQMI y a Ayman Al-Zawahiri líder de Al Qaeda.
Un largo recorrido para un miliciano polisario de Tinduf. Abu Walid al Assahraoui es una prueba viviente y vigente entre el Frente Polisario y los grupos yihadistas que asolan la región sahelo – sahariana con sus atentados y ataques.
ULTIMATUM POLISARIO A MAURITANIA
El pasado lunes 23 de noviembre se presentó en Nuakchot un delegación del Frente Polisario encabezada por Mohamed Salem Ould Salek portando una misiva del secretario general Brahim Ghali para el presidente de Mauritania Mohamed Ould Cheik El Ghazouani donde los separatistas advertían que el grupo separatista “considera que la estabilidad y la seguridad en la región están ligadas al respeto de las fronteras” (…) y “siempre se esforzará por que la paz se base en la justicia, en el respeto de las fronteras y la “integridad territorial de todos los componentes de la subregión”.
La carta es un auténtico ultimátum a Mauritania, el país más débil de la región, de que aceptar la supresión de la franja de amortiguación en su frontera con Marruecos tendría represalias por parte del Frente Polisario. Las pretensiones de los separatistas y de Argelia es que Mauritania cese sus intercambios comerciales con Marruecos o se enfrente a las consecuencias. El problema es que Nuakchot depende del comercio con Marruecos para abastecerse de productos esenciales que no puede reemplazar fácilmente, sin mencionar que aceptar la extorsión del Polisario representaría para el gobierno de Mauritania renunciar a su soberanía y convertirse en títeres de los separatistas.
El Frente Polisario solo puede cumplir con sus amenazas y llevar la guerra a Mauritania realizando ataques terroristas con el apoyo de los grupos yihadistas que operan en el Sahel y con los cuales los separatistas tienen una prolongada historia de cooperación y negocios en sociedad.
Ha llegado el momento de que el mundo asuma la verdadera naturaleza del Frente Polisario. Una organización separatista que duda en apelar a tácticas terroristas cuando lo considera necesario o en aliarse con grupos yihadistas si la ocasión lo demanda. Por tanto, el Frente Polisario constituye una amenaza a la estabilidad y seguridad de la región saharo – saheliana y debe dejar se recibir apoyo político y financiero de los gobiernos democráticos y de la organizaciones humanitarias que defiende la paz y los derechos humanos.