María O’Donnell nació el mismo año del secuestro y asesinato del Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, 1970. Hoy, a cincuenta años de ese horrendo crimen y pese a que se han vertido ríos de tinta y publicado una docena de libros sobre él, subsisten muchas dudas sobre los autores reales y sus móviles. Dudas que la autora reseña sin aportar nuevas informaciones o certezas.
O’Donnell, que cuenta con un grado en ciencia política de la Universidad Nacional de Buenos Aires y una maestría de Flacso, eligió para este libro el método de ensayo periodístico. Produjo así un texto de muy fácil lectura, muy ameno y bien redactado que por momentos parece acercarse más a la literatura histórica de ficción que a la metodología historiográfica de carácter científico.
En gran medida, debido a que la autora tiene los suficientes conocimientos académicos como para saber que debe respaldar algunos datos y afirmaciones con encomillados y citas bibliográficas pero no lo hace. Sino que otro propósito tienen las seis páginas que dedica a consignar las fuentes bibliográficas, libros y documentos diversos consultados para la elaboración de este libro.
La autora parece en todo momento preocupada por ser políticamente correcta y no demasiado crítica de los Montoneros. Menciona el menor número posible de personas y los citados suelen o bien estar muertos o dieron su expreso consentimiento para figurar en el libro. Probablemente, para tratar de preservar su acceso a las fuentes relacionadas con la lucha armada de los sesenta y setenta.
En realidad, el libro es más una historia sobre la organización terrorista Montoneros que sobre Pedro E. Aramburu y su trágico final. Pero, probablemente la autora o editorial decidieron aprovechar el interés que despertaría la conmemoración de este cincuentenario del crimen para lograr, con el título de “Aramburu”, una mejor comercialización del libro que apareció con el comienzo de la cuarentena impuesta por la pandemia de Covid 19.
Más allá de las opiniones de la autora que pueden compartirse o no, el libro contiene algunas omisiones y errores que deben destacarse.
En la página 88, por ejemplo realiza una referencia al Ejército Guerrillero del Pueblo, dirigido por Jorge Masetti, “Comandante Segundo”, en la localidad de Orán, provincia de Salta, durante el gobierno constitucional del Dr. Arturo U. Illia; O’Donnell menciona la presencia de un oficial cubano entre los guerrilleros argentinos, el capitán Hermes Peña Torres que antes formara parte de la custodia de Ernesto Che Guevara.
Luego agrega: “[…] dos de sus miembros desertaron, tres murieron de hambre y otro al caer de un barranco. El capitán Hermes murió en el único combate del grupo guerrillero contra los gendarmes en Río Piedras, en abril de 1964.”
Nada dice María O’Donnell de la ejecución de dos guerrilleros por sus propios compañeros. Rodolfo Rotblar “Pupi”, de veinte años, un joven asmático y depresivo que rápidamente se agotó por la dura marcha en la selva y Bernardo Groswald, un empleado bancario cordobés que criticaba el sentido de esas marchas en medio del desértico e inhóspito monte salteño. Ambos fueron asesinados a tiros por orden de Massetti después de una parodia de juicio revolucionario.
Por otra parte, en el enfrentamiento con la Gendarmería Nacional, del 16 de abril, resultan muertos dos guerrilleros, el cubano Hermes Peña y el argentino Jorge Guille y cae muerto por las balas de los terroristas el cabo Adolfo Romero. Romero es la primera víctima de las fuerzas de seguridad en la lucha contra el terrorismo subversivo.
Podría pensarse que se trata de un error involuntario o un desconocimiento profundo del tema, pero lo curioso es que en la página 266 menciona que uno de los sobrevivientes del EGP de Masetti, Juan Héctor Jouve, había relatado que el Comandante Segundo no dudó en ordenar la muerte de dos de sus propios hombres que no estaban en condiciones de continuar las operaciones. Si la autora conocía este hecho porque lo omitió en su referencia de la página 88.
Veamos otra inexactitud. En la página 327, la autora menciona una reunión entre Roberto Quieto y Mario Firmenich, en enero de 1973, con Juan D. Perón, María Estela Martínez Carta de Perón y José López Rega en Roma y más tarde en Madrid. Pero, no hay constancias de tales encuentros, si la hay de que los Montoneros entregaron a Perón un listado con trescientos nombres de futuros funcionarios del “Gobierno Popular”. Había tres nombres por cargo, se suponía que el General debía optar por uno de los tres candidatos propuestos por Montoneros para ocupar el puesto.
Es obvio decir que la propuesta disgustó notablemente a Perón y fue el comienzo del conflicto abierto con la “juventud maravillosa” y sus “formaciones especiales”.
Pero, el origen de esta versión no pertenece a Frimenich sino que fue publicada por Miguel Bonasso, en 1997, en su libro “El presidente que no fue. Los archivos ocultos del peronismo”. Una muy documentada biografía del expresidente Héctor J. Cámpora. Nuevamente O’Donnell omite toda referencia al libro de Bonasso.
Algo similar ocurre con la presencia de miembros de Montoneros en Cuba para recibir entrenamiento. El primero en mencionar este hecho fue Juan Bautista “Tata” Yofre que aportó documentación probatoria de este hecho. María O’Donnell no solo omite toda referencia a Yofre y a su libro que ni siquiera figura en la bibliografía sino que incluye a Gustavo Ramus y Emilio Massa. Por supuesto, sin aportar pruebas o mencionar la fuente de esta versión. Luego habla de un enfrentamiento entre argentinos en La Habana por diferencias ideológicas entre marxistas y peronistas de derecha. El hecho existió pero no fueron los futuros Montoneros sus protagonistas sino un grupo de la Resistencia Peronista.
Aunque, María O’Donnell no discute que los Montoneros secuestraron y asesinaron a Aramburu, no duda en señalar las incongruencias entre la historia oficial relatada por los sobrevivientes: Mario Firmenich e Ignacio Vélez y lo que indican las pruebas forenses y los testimonios de los testigos.
Entre las que cabe mencionar: El testimonio de la esposa del expresidente, Sara Herrera de Aramburu que siempre insistió que quienes fueron a su domicilio para hablar con su esposo eran auténticos militares y tenían más de treinta años de edad. Que ella se había criado entre militares y por tanto sabía muy bien reconocerlos, que no podía confundirse con dos adolescentes veinteañeros usando bigotes postizos.
Otras incongruencias se encuentran en la autopsia al revelar que antes de morir, Aramburu sufrió una hemorragia cerebral, que el cadáver presentaba tres impactos de bala y no cuatro como afirmaban los asesinos, que no se pudo determinar el calibre de los proyectiles que ultimaron al expresidente, que según los Montoneros provenían de dos armas distintas.
La existencia de otro miembro del grupo Montoneros que participó activamente del secuestro y asesinato y que nunca fue identificado.
¿Cuántos miembros de Montoneros estaban presentes en el sótano en el momento de asesinar a Aramburu y quienes realmente fueron los que dispararon contra el expresidente?
¿Cuáles fueron los posibles vínculos de Montoneros con los servicios de inteligencia del gobierno de Onganía?
¿Por qué la policía bonaerense se hizo presente en la pizzería “La Rueda” de la localidad de William Morris donde debía reunirse Fernando Abal Medina, Sabino Navarro. Eduardo Firmenich, Sabino Navarro y Carlos Capuano Martínez y donde se produjo el tiroteo que terminó con la vida de Abal Medina y Ramus?
Cabe entonces preguntarse qué nuevos aportes realiza el libro de María O’Donnell. Para el lector que muy poco conocer del asesinato de Aramburu el texto brinda una amena exposición de los principales hechos que rodearon al crimen.
Para el lector más interiorizado en la violencia de los años sesenta y que ha leído otros libros sobre el asesinato de Aramburu, posiblemente lo más interesante sea la carta que Mario Eduardo Firmenich envió a la autora desde España, el 22 de noviembre de 2017.
En esa misiva el exlíder de Montoneros desnuda toda su habitual soberbia y al mismo tiempo su rencor hacia la sociedad argentina para haberlo marginado de la vida política del país.
Firmenich queda expuesto en su carta como un auténtico psicópata resentido e incapaz de realizar una auténtica autocrítica, tener remordimientos o arrepentirse por el sufrimiento que causó a otros, en su juventud, en nombre de vagas ideas revolucionarias que pretendían cambiar a la Argentina.
El libro Aramburu de María O’Donnell tiene una portada o tapa en blanco y negro, poco imaginativa, confeccionada con uno de los carteles que se utilizaron para dar con el paradero de los autores del crimen. El texto tiene un total de 378 páginas y muchas ilustraciones de muy mala calidad -posiblemente, igual que la tapa a dos colores, reproducidas en papel de baja calidad para reducir costos en época de crisis-.
Si el lector desea saber si debe invertir casi mil pesos en comprar el libro. La recomendación es cómprelo si le gusta la “lectura de playa” o busca pasar un tiempo de relax en la cuarentena obligatoria. Si busca nueva información seria sobre la muerte del expresidente Aramburu aquí no la hallará.