El jefe de gobierno de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta desde el comienzo de su primera gestión, no ocultaba presentarla como antecedente para avalar su intención presidencial. Ya con su el segundo período asegurado, luego de las pésimas elecciones nacionales y provinciales de su partido (PRO), en la coalición electoral “JUNTOS POR EL CAMBIO”, evidenció inocultablemente su decisión.
Al diluirse el pseudo liderazgo de Macri su antiguo jefe y mentor, con su ostracismo ante la opinión pública, por un lado; y por el otro, la también desaparición del escenario político de “Heydi” María Eugenia Vidal, hoy enzarzada en un merecido noviazgo, y además devenida en escritora, tal vez intentando emular a Mary Shelley, autora de la considerada primera novela de ciencia ficción “Frankestein o el Moderno Prometeo” (¿quizá con pícara intención hacia aquel importante referente que la abandonó a merced de las hordas peronokircheneristas en las últimas elecciones provinciales?).
Así, sin candidatos posibles en su espacio que lo relegaran a un segundo lugar o lo corrieran de la contienda pre electoral, Horacio (como le gusta que lo llamen), se lanzó en una sutil campaña con la debida antelación, para su anhelada candidatura a presidente de todos los argentinos (aunque a veces para no quedar como obsecuente, también incluye en sus discursos a “todas las argentinas”). Además fuentes no confiables habrían dejado trascender que ya habría lidiado con una importante organizadora de eventos cercana, para evaluar si para los futuros festejos por su candidatura se emplearían globos amarillos o de otro color, y la música de fondo para reemplazar el ritmo de cumbia que Macri bailaba con una canción de Gilda. De ser así observaríamos el importante pensamiento del futuro candidato que prologaría los futuros errores políticos que día a día, minuto a minuto, hizo para esfumar sus sueños de máxima.
Porque a principios de mes de marzo el fantasma del COVID19 comenzó acercarse rápidamente a la Argentina, trastocando las actividades normales de todos los gobernantes del país. Obligando al Presidente de la Nación a tomar con antelación fuertes y serias decisiones que no fueron ni son del agrado de todos los sectores, acatadas a regañadientes por ciudadanos y habitantes del territorio. Medidas que fueron apoyadas por la mayoría del arco opositor, con una amplia y publica adhesión al primer mandatario.
Obviamente, por varias razones naturales, el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta prestamente también se alineó junto al poder nacional. Por esa debida colaboración, debía concurrir a la Casa Rosada, lo que seguramente (luego de algunos meses de no ir), al pisar sus grandes baldosas y ser saludado por los Granaderos de Guardia, Horacio, nuestro Horacio sintió renovar sus deseos de ocupar el sillón de Rivadavia y comenzó potenciar su acelerada actividad ejecutiva y política dictando resoluciones afines a las nacionales, otras que las mejoraran o complementaran y otras que … terminan con sus sueños presidenciales, como efímeros sueños de verano, aunque sucedió en otoño …
Con el éxtasis del poder y embriagado por su conspicua soberbia, tiene la lúcida idea de sancionar una disposición, que sus conceptos generales aparecen en las redes sociales en las últimas horas del día 16 de abril; comenzando a circular deliberados adelantos, que se confirman al siguiente con una impactante noticia por el estupor creado: por cuanto y debido a la pandemia, desde el lunes 20 de abril las personas mayores de 70 años deberían solicitar un permiso para circular por la calle. Y lo más bizarro del tema, porque a quienes no la cumplieran y fueran reincidentes, se los sancionaría con la realización de trabajos comunitarios (sin aclarar si se cumplirían durante la cuarentena o luego de levantarse la misma y a mediados del mes siguiente, luego de haber realizado en caso de ser jubilado, las correspondientes y exterminadoras filas (o “colas”) para cobrar sus haberes). Los lectores pueden deducir si fue una idea bien pensada y reglamentada que no todos supieron comprender. Además comunicada de la peor manera.
Incalificable idea plasmada en una resolución, que tuvo una consecuencia pocas veces logradas por un gobernante como es la de unir a todo el arco político, intelectuales y ciudadanos en un fuerte rechazo y repudio a la misma. Aun considerando buena la intención del tutelaje de ella. Horacio, nuestro Horacio y su equipo brillante olvidaron el viejo refrán “que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Olvidarlo marcó el punto de inflexión para comienzo de la declinación del pre candidato.
Ante tal repudio hubiera bastado una simple disculpa de Horacio, nuestro Horacio, y reconocer su error. Eso nada más habría sido suficiente. Pero lamentablemente no fue así; una vez más con su característica soberbia, al día siguiente de la fallida puesta en vigencia, el martes 21 de abril apareció ante la opinión pública dando lecciones de lo equivocados que estaban aquellos que lo censuraron y que son incapaces de comprender sus buenos propósitos. Con esa desacertada conferencia de prensa matutina, terminó de sellar su destino y su fallida intención presidencial. No vio o no quiso ver su fatal error, del que ya no volverá más.
Simultáneamente (¿por casualidad?), salen a la opinión pública detalles no conocidos de la compra deshonesta de barbijos, que provocó el relevo de dos miembros de gabinete, intervinientes en ella. A la que se sumó la noticia de aparecer una familiar directa de Horacio en la administración de un hotel alquilado por la CABA también sospechado de sobreprecio. Asimismo comienzan a circular en redes y noticieros el malestar del personal médico y auxiliar de los nosocomios de la ciudad. Si fuera poco se suma el fuerte rumor que la gobernadora saliente María Eugenia Vidal estaría contratada como asesora en el gabinete de Horacio, nuestro Horacio. De verificarse habría que especular en la justificación que explicaría tal poco serio y ético hecho.
Y si faltarán algunas piedras más en los bolsillos de Horacio, que lo ayuden a hundirse en la ciénaga política, su estrella del momento el Ministro de Salud porteño, Fernán Quirós ya habituado y afecto a las cámaras de televisión de noticias, declara livianamente frente a las ellas su apoyo a la controvertida medida, ajena a su gobierno, del ingreso de médicos cubanos al país. Lo que lleva a preguntarse ¿hacía falta tal declaración, era necesaria? O quizá ¿un cambio de favor con el ejecutivo nacional? Para cuando se tenga la respuesta será bastante tarde para querer volver a seducir al desencantado electorado porteño. Y de no ser así, demuestra una peligrosa independencia del ministro mencionado que evidencia la declinación del poder absoluto que una vez supo tener nuestro Horacio. El candidato que nunca fue.
Finalmente en la cadena de nefastos sucesos que golpean al Jefe de la Ciudad, también surgieron las silenciadas faltas de control por parte del gobierno porteño, una de ellas, “que todos sabían pero que de eso no se hablaba”: la ominosa situación de los reservorios humanos denominados “geriátricos”, versión moderna del Monte Taigeto. Las denuncias por parte de familiares a partir del día 21 de abril, que habría ancianos sospechados de estar infectados con el COVID19 junto con empleados de algunos geriátricos, provocaron el traslado muchos de ellos a centros asistenciales para su internación. Hechos que evidencian, una vez más la continua contradicción de Horacio, por un lado una resolución propia de un absoluto totalitarismo con la excusa de cuidar a los ancianos, y el otro la desnuda, abandonada y triste realidad de los geriátricos. Él también creyó en su propio relato. Grave error (otro más).
Lo enunciado demuestra que los sucesos ahora marcan la agenda a nuestro Horacio, que hace desesperados y tardíos gestos, interpretados ahora como demagógicos, para recuperar una iniciativa que ya no le sirve porque no convence a nadie; como por ejemplo reducir los sueldos de los funcionarios de la CABA en un 25%. Porque, tal como se censuró por este medio (ver en el portal la nota del 18 de abril “Los nuevos excluidos en la ciudad de Buenos Aires …”), ahora las arcas casi vacías demuestran la dilapidación de los fondos públicos en obras innecesarias o para la campaña política del PRO (y consecuentemente de Horacio), como fue la urbanización de la Villa 31, en la zona de Retiro, y en otros asentamientos, en incomprensible ejecución de un Plan Maestro, aprobado entre gallos y medianoche en la Legislatura porteña. Urbanización contradictoria porque la misma implicó legalizar lo ilegal, o sea legalizar la propiedad pública usurpada, en muchos casos por extranjeros con ingreso y residencia ilegales. Toda esa inusitada dilapidación dio como resultado la declaración del funcionario a cargo de esa tarea, luego de las elecciones presidenciales pasadas, con una ingenuidad propia de la necedad (que es la suma de la ignorancia más soberbia), quien lastimosamente reconocía que prácticamente el PRO no habían tenidos votos en esos asentamientos ilegales, especialmente en el de Retiro. Brillante descubrimiento de un funcionario, que ahora por lo menos cobrará un 25% menos.
Pero lo importante y para no dejar de pensar, y lo que agrava aún más las falencias de nuestro Horacio, es que lamentablemente al dejar un peligroso vacío de poder en las filas del oficialismo porteño, resigna espacio para que aparezcan los “tiburones” peronistas que ya huelen sangre perdedora, que es una irresistible tentación motivadora para desplazar del poder al PRO del último reducto de importancia como es la CABA.
Como se escribió en este medio anteriormente el COVID19, metafóricamente hirió y dañó gravemente a Macri, como de la misma forma lo hizo con Horacio, nuestro Horacio, pero la senectud ciudadana fue quien lo aniquiló políticamente, al candidato que nunca supo ser
Buenos Aires, 23 de abril del 2020
Lic. Rodolfo P. MIRAGLIA SUCCI