Es evidente que la crisis, en sus distintas variantes: económica, financiera, social… y política, no deja de seguir teniendo consecuencias.
¡Sus malos gestores no se sentirán responsables de ello!
Cuando puede terminar todo esto y cómo va a dejar al final el paisaje, no hay gurú que nos lo pueda decir.
La crisis vivida nos ha enseñado que los listos previsores ni son tan listos ni saben predecir. No hay tampoco gestores capaces ni valientes que tengan la solución y, como siempre, termina habiendo unos ganadores y otros perdedores…y los perdedores siempre suelen ser los mismos. Perdedores sí, ingenuos no.
De todos modos, si no se vuelve a recuperar la sana autocrítica, siempre se repetirán los mismos errores. Si no sabemos qué senda hay que recuperar, nos hacemos trampas en el solitario, no priorizamos la agenda y pecamos de ingenuidad no iremos a donde el destino nos quiera llevar, llegaremos a donde nos quieran llevar. ¡De nuevo! Para ello tendremos que vencer el estigma de parecer globalmente sujetos fáciles de impresionar y manipular, que se nos convence con cualquier paparrucha.
VOX estaba ahí antes de llegar los 12 a las Cinco Llagas (sede del Parlamento andaluz), los que no habían llegado aún son los dispuestos a votarles. Verdaderamente estaban muchos, algunos nunca se fueron, su pensamiento permanecía ahí antes de la última crisis y de muchas crisis anteriores pero no habían encontrado el momento de dar en el lomo al caballo, asir la lanza con fuerza y ponerse al trote.
El nacionalismo reaccionario ha estado presente en el pensamiento de muchos en España, generación tras generación, y siempre ha estado homologado con referentes europeos desde el triunfo de la revolución liberal en Europa. Ya nos contaba Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales como los cien mil hijos de San Luis entraron en España con el grito del populacho: « ¡Viva el rey absoluto!» y « ¡Viva la Religión y la Inquisición!». Siempre ha habido doctrinarios y firmes militantes de dar pasos para atrás. ¿En qué? En sustituir el coche por el caballo. No conviene equivocarse. El “nacional reaccionario” no está en contra del humo de las fábricas, ni de las autopistas (si son de peaje mejor), ni de la sanidad pública, ¡por Dios!, pues son cristianos en esencia desde su concepción a su entierro bajo lápida de mármol y crucifijo. Por ello, prefieren que a la Sanidad Pública se les llame Beneficencia, es decir ayuda a necesitados, por eso de la caridad, pues ya el sistema ultraliberal provee de una sanidad de calidad a aquel que realmente se lo gana con su esfuerzo, sudor e inteligencia.
No es nuevo, ni es fascismo, ni franquismo, ni extrema derecha…que con epítetos manidos del debate político y que algunos se empeñan en utilizar para descalificarles no se dice nada, además de no compadecerse con la teoría política. Esos otros son territorios de llegada no de partida, si no se combate con sabiduría se termina desgraciadamente llegando a ello.
El nacionalismo sólo se fortalece como pensamiento y se hace llegar a los ciudadanos cuando se les hace creer que lo suyo (la Patria inmaterial) está siendo atacado con vilipendio. Los reaccionarios no quieren conservar lo que existe, quieren volver a puntos anteriores de la historia, cuando las cosas eran como debían de ser. Es el recuerdo nostálgico de lo que has vivido, te han contado o inculcado si eres joven. Cuando en 8º de primaria los chicos estábamos solos en clase y las chicas como cerca en el piso de arriba y nos veíamos al salir de clase y el primer beso nos lo dábamos en el hueco de la escalera, el embarazo llegaba igual de inesperadamente en Usera que en la calle Goya, en Pedrales que en Sant Adrià pero al que tenía posibles le quedaba el viaje a Londres aunque fuera contra las fuertes convicciones del padre… tan español, tan católico, tan de orden…
No es bueno confundirnos en la identificación del problema y los adversarios pues al final del día todo no es política sino también vida cotidiana. En España siempre ha habido mucho ultramontanismo desde la Reconquista para acá, pero el postmodernismo que en España llegó de la mano de la transición les arrastro. Todo se había convertido en una causa perdida, sólo el conservadurismo neoliberal podía frenar “tanto modernismo y tanto dislate”. Por ello el voto de la derecha en España y en otros países europeos se ha visto tan concentrado. La globalización y el fin de la era del crecimiento ilimitado ha generado frustración en las clases medias y en un proletariado en permanente aburguesamiento y no hay mejor caldo de cultivo para la nostalgia que la frustración. ¡Ahora no valen ni promesas, ni miedos!
La nostalgia son calles paseadas por gente con la tez blanca, como antes. Con menos maricones con la mano cogidita. Con menos mujeres en la calle y más en casa planchando, fregando, guisando o dando las instrucciones precisas a la “chica”. Y lo que pasa en casa queda en casa. Y es… que mi rubia se ponga la mantilla para ir ver la salida de Jesús el Pobre y los niños con pantalón corto, pues el español, en marzo, no tiene frío en las piernas.
Yo la verdad prefiero que me alcance el futuro a que lo haga el pasado…algo tendré que hacer.