Desde el comienzo de su mandato, el presidente francés Emmanuel Macron marcó su distancia con el régimen argelino. Tradicionalmente, la primera visita a un país africano de un nuevo presidente francés suele realizarse a Argelia.
Los lazos entre ambos países son antiguos, se forjaron en ciento treinta años de presencia colonial francesa en Argelia. La francofonía también los une culturalmente. Francia es el hogar de una numerosa población de origen argelino y las exportaciones de gas y petróleo argelinos son vitales para el funcionamiento de la economía gala, tanto como las inversiones y empresas francesas lo son para Argel. Con casi 8.000 millones de dólares de intercambio comercial, Francia es el segundo socio comercial de Argelia después de China.
Sin embargo, Macron decidió romper con esa tradición diplomática y escogió visitar primero Marruecos para dialogar con el rey Mohamed VI. Francia es el segundo inversor extranjero en Marruecos y en esa ocasión el presidente Macron no dudó en afirmar que el Reino era “un aliado estratégico y un país amigo”.
El mensaje llegó fuerte y claro a Argel. Francia estaba redefiniendo sus prioridades en el Magreb y en África.
La aptitud de Macron respondía a las nuevas realidades que se estaban viviendo en África.
Mientras Argelia esta envuelta en una puja por la sucesión de Bouteflica, con un liderazgo envejecido que proviene de los tiempos de la lucha por la independencia, y una economía jaqueada por el alto nivel de desempleo, y el descenso de los precios internacionales de petróleo, de donde proviene el 95% de sus exportaciones, pierde posiciones en África. Además, Argel enfrenta un serio problema de separatismo en la región de Kabilia, en el norte de su territorio.
Marruecos cuenta con una economía más dinámica y diversificada que la esta convirtiendo en el gran motor de África y en el principal donador africano de ayuda humanitaria y para el desarrollo a los países del continente.
Por otra parte, Mohamed VI es un estadista respetado y cada vez más escuchado por los jefes de Estado y de Gobierno de África y un referente para el resto del mundo. Es un líder mundial en la lucha contra el cambio climático, preocupación que comparte con Macron. Al igual que este último, Macron nació después de que el proceso de descolonización de África había concluido.
Mohamed VI, con gran paciencia y hábil diplomacia, llevó a Marruecos de regresó a la Unión Africana y gradualmente lo está integrando a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO).
También acercó posiciones con gobiernos que durante décadas fueron los principales apoyos internacionales de Argelia y que hoy adoptan posiciones más equidistantes en el tema del Sáhara.
Restableció relaciones diplomáticas con Cuba, está desarrollando un megaproyecto conjunto de gasoducto con Nigeria. Recientemente aprovecho la V° Cumbre Unión Africana – Unión Europea, en Abijan, para entrevistarse con el presidente de Angola, Jo?o Louren?o y el presidente sudafricano Jacob Zuma. Ambos países son tradicionales aliados de Argel.
Pero, si alguien necesitaba una ratificación de la política francesa para la región la encontró la semana pasada. Macron realizó una primera visita de “trabajo y amistad” de corta duración, escasas diez horas, a Argel para conversar con el liderazgo argelino y atender a la prensa local.
La precaria salud del presidente Abdelaziz Bouteflika, de ochenta años, le impidió reunirse con su par francés que solo se entrevistó con el Primer Ministro y el Ministro de Relaciones Exteriores. La agenda estuvo centrada en la lucha contra el terrorismo, el problema migratorio y, especialmente, la cuestión del Sáhara.
Macron es un político joven y realista, que creció lejos del trauma de colonialismo. Es por ello por lo que comprende la importancia que, para la seguridad de Europa, y especialmente de Francia, tiene un Magreb estable y pacífico. Ello no puede lograrse sin solucionar la cuestión del Sáhara.
El presidente francés entiende que la colaboración entre Marruecos y Argelia es esencial para controlar las actividades de los grupos yihadistas, estabilizar la situación en Libia y trabajar para solucionar el drama humanitario de la migración irregular a través del Norte de África, entre otras muchas cuestiones de común interés a ambas orillas del Mediterráneo. Así se lo ha hecho saber a los dirigentes argelinos.
El presidente Macron, como todos los jefes de Estado europeos, comprende claramente el carácter artificial del conflicto del Sáhara marroquí. Sabe que el Frente Polisario es sólo una entidad títere, creada y sostenida por Argelia para mantener vivo el conflicto y no lo considera una parte de la solución.
Como político realista, Macron sabe bien que la única solución posible pasa por la aplicación de la Propuesta para la Negociación de un Estatuto de Autonomía dentro de un proceso de regionalización avanzada de todo el territorio marroquí.
Es por este motivo que el mandatario galo decidió dejar bien clara cual era la posición de Francia en la cuestión del Sáhara, hablando con voz firme en Argel.
Para ello empleó una entrevista concedida a los dos principales diarios de Argelia: “Alkhabar” (en árabe) y “El Watan” (en francés). El periodista argelino dio pie a la respuesta del primer mandatario galo cuando le pregunto: “La posición de Francia sobre el Sáhara Occidental se percibe favorable a Marruecos. ¿No debería Francia tener una actitud más equilibrada sobre el tema para influir en la resolución de esta disputa pendiente?”
La réplica de Macron no se hizo esperar. “Nuestra posición equidistante sobre este tema es bien conocida y no ha cambiado. Y ella no cambiará. El diálogo entre Argelia y Marruecos sobre el tema es crucial. Juntos, con el apoyo de la comunidad internacional, sus dos países deben trabajar para resolver esta crisis. Su regulación constituye un gran desafío para la integración del Magreb. Representa un importante bloque económico para la región. Espero que Marruecos y Argelia superen su divergencia para construir un Magreb fuerte, unido y próspero”, señaló el presidente.
El presidente francés obvió adrede toda referencia al Frente Polisario e indirectamente responsabilizó a Argel por el mantenimiento durante cuatro décadas de un conflicto artificial que paraliza la integración y el desarrollo del Norte de África.
Por lo tanto, el apoyo explicitó del presidente Emmanuel Macron a los legítimos derechos de Marruecos en el Sáhara y sus exhortaciones a Argel para superar el conflicto no son más que un acto de realismo que reconoce los cambios en África.