Desde sus tiempos de irreverente candidato presidencial, Donald Trump tiene acostumbrado al mundo a declaraciones intempestivas y decisiones sumamente controversiales.
No obstante, su reciente decisión de convertir a los Estados Unidos en el primer país del mundo en reconocer a la ciudad de Jerusalén como capital del Estado de Israel y trasladar allí a la embajada de su país constituye una innecesaria provocación al mundo islámico y una acción desestabilizadora en gran escala del sistema internacional cuyo total impacto se apreciará en los próximos años.
El presidente ha vuelto a actuar de forma inconsulta enfrentando al resto de los líderes mundiales a la política del hecho consumado. Por ello no pueden sorprender las negativas reacciones que su decisión provocó en sus aliados europeos, en China, entre las grandes potencias del Islam e incluso por parte de los líderes espirituales como el Papa Francisco y los máximos responsables de las iglesias ortodoxa griega, siria, armenia, etíope y copta y hasta los luteranos evangélicos.
MOHAMED VI EN DEFENSA DE QODS
En el mundo islámico, la voz más autorizada, firme pero moderada fue la del Rey de Marruecos, Mohamed VI, Amir al Muminin (comendador de los creyentes) y presidente del Comité al Qods perteneciente a la Organización de Cooperación Islámica.
En nombre de esa representación, el monarca marroquí se dirigió al Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, Antonio Guterres, en una enérgica carta que, entre otros aspectos señalaba: “Toda vulneración del estatuto jurídico e histórico reconocido de Al Qods, arriesga con reenviar la cuestión en el embrollo de los conflictos religiosos y confesionales, y afectar los esfuerzos internacionales encaminados a crear las condiciones propicias para el relanzamiento de las negociaciones de paz. También arriesga con atizar la tensión, hipotecar las posibilidades de paz y acentuar la violencia y el extremismo.
“Nuestra visión que Compartimos con todos los partidarios y defensores de la paz en el mundo consiste en preservar el estatuto de Al-Qods en tanto que ciudad de paz y de tolerancia, abierta a los fieles de todas las religiones celestes y modelo de convivencia y de coexistencia.
“La cuestión de Al-Qods, es la causa de los palestinos ya que es parte de sus tierras espoliadas, como también es la causa de la Umma árabe e islámica, porque Al-Qods es sede de la Mezquita Al Aqsa bendita, la primera de las dos Qibla y tercer lugar santo del Islam. También es una causa justa para todas las fuerzas amantes de la paz, considerando la importancia de esta ciudad santa y su simbolismo como un lugar de tolerancia y coexistencia entre las diferentes religiones.”
“Al saludar mucho sus sinceros esfuerzos por restaurar la paz y la seguridad en la región del Medio Oriente, tenemos una gran esperanza en sus buenos oficios e intervención activa ante la administración americana para disuadirla de tomar cualquier medida sobre la ciudad de Al Qods, dadas las peligrosas repercusiones que representa tal medida para el futuro de la paz y la seguridad en la región.”
El Reino de Marruecos, en modo alguno limitó su reacción a esta misiva real. Inmediatamente, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional convocó a los embajadores de los países acreditados en Rabat en representación del Consejo de Seguridad de la ONU y al embajador del Estado de Palestina para entregar oficialmente a la encargada de negocios de la Embajada de EE.UU. el mensaje escrito dirigido por el Rey al presidente Donald Trump, en el que el Soberano expresa su profunda preocupación por la decisión que la administración estadounidense tiene pensado tomar, insistiendo en la centralidad de la cuestión de Al Qods, el rechazo de cualquier atentado contra su estatuto jurídico y político y la necesidad de respetar su simbolismo religioso.
PREOCUPACIÓN E INDIGNACIÓN EN EL MUNDO
Por su parte, el Secretario General de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, calificó la decisión de Trump como “totalmente inaceptable” y advirtió que el presidente estadounidense estaba “fortaleciendo a las fuerzas de los extremistas en la región como nunca nadie lo había hecho antes.”
El Rey Salman de Arabia Saudita alertó que cualquier movimiento de ese tipo se vería como una "provocación flagrante" a los musulmanes de todo el mundo.
Mientras que el rey Abdullah de Jordania, que actúa como custodio de los sitios islámicos en Jerusalén, afirmó que la decisión "socavaría los esfuerzos para reanudar el proceso de paz" en Medio Oriente y provocaría a los musulmanes.
El Vaticano se expresó a través de la web Vaticam Inside con el siguiente texto : "El Papa expresó su «profunda preocupación» por Jerusalén, en el día en el que el presidente estadounidense Donald Trump debería anunciar el traslado de la embajada de su país de Tel Aviv a Jerusalén. Lo hizo llamando, al final de la audiencia general de hoy, 6 de diciembre de 2017, a respetar el “Status quo” de la ciudad, que tiene una vocación «especial a la paz» y es «sacra para los hebreos, cristianos y musulmanes». Francisco indicó que espera que prevalezcan «la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama mundial de por sí convulso y marcado por muchos y crueles conflictos».
El presidente de Francia, por su parte, dijo durante una visita a Argelia: “Es una decisión lamentable que Francia no aprueba y que va en contra de la legislación internacional y de todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
POSICIÓN ARGENTINA
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto emitió la “Información de Prensa N° 564/17, donde ratifica “La Argentina reconoce el derecho del Estado de Israel a vivir en paz junto a sus vecinos, dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, así como el derecho del pueblo palestino a constituir un Estado libre, independiente y viable en base a las fronteras de 1967 y de acuerdo con lo que las partes determinen en el proceso de negociaciones.
“Al igual que la mayor parte de la comunidad internacional, la Argentina apoya el régimen internacional especial de Jerusalén, conforme lo establece la Resolución 181 (1947) de la AGNU, así como el libre acceso, visita y tránsito sin restricción a los Lugares Santos para los fieles de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islam), por lo que Argentina lamenta medidas unilaterales que pudieran modificar este estatuto especial.”
UNA CIUDAD CONFLICTIVA
El estatus jurídico de la ciudad de Jerusalén es uno de los temas más difíciles en las relaciones entre los países islámicos e Israel y un punto central de cualquier negociación de paz entre palestinos e israelíes.
El hecho de ser considerada como una ciudad sagrada por los fieles de las tres grandes religiones monoteístas —judíos, cristianos y musulmanes— convirtió a Jerusalén en objeto de numerosas disputas que, a lo largo de siglos, derivaron en reiteradas conquistas y reconquistas, destrucciones y reconstrucciones.
En la ciudad vieja de Jerusalén se ubican algunos de los lugares religiosos más sagrados del mundo : la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa, el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos y la iglesia del Santo Sepulcro.
Cuando, en 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 181 para la partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, se pensó en considerar a Jerusalén como una "entidad aparte", una ciudad internacional que sería administrada durante diez años por la ONU antes de realizar un referendo para definir su destino.
El documento preveía además garantizar la protección, el libre acceso y la libertad de culto en los lugares sagrados de la ciudad, no solo para sus habitantes sino incluso para los extranjeros sin discriminación por causas de nacionalidad.
Israel ocupó el sector, anteriormente en poder de Jordania, en la guerra de 1967 y, en 1980, declaró unilateralmente que la ciudad entera es su capital indivisible.
Los palestinos afirman, por su parte, que Jerusalén Este es la capital de un futuro estado y, de acuerdo con los acuerdos de paz palestino-israelíes de 1993, su estado final debe ser discutido en las últimas etapas de las conversaciones de paz.
La soberanía israelí sobre Jerusalén nunca ha sido reconocida internacionalmente, y todos los países con los que tiene relaciones diplomáticas mantienen sus embajadas en Tel Aviv.
Desde 1967, Israel ha construido una docena de asentamientos, hogar de unos 200,000 judíos, en Jerusalén Este. Estos se consideran ilegales según el derecho internacional, aunque Israel lo niega.
En 1995, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley ordenando el traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, pero ninguno de los presidentes anteriores -Clinton, Bush y Obama- se atrevió a implementar tan explosiva medida.
La decisión del presidente Donald Trump no favorecerá realmente a Israel, muy por el contrario, sólo servirá para incrementar las tensiones en la región y proporcionar nuevos argumentos a los elementos más extremistas. Grupos como Al Qaeda y el Estado Islámicoa -DAES o ISIS- utilizarán este hecho para radicalizar a más jóvenes musulmanes mostrando que no se puede confiar en los países occidentales. Para alentar la violencia contra los Estados Unidos bajo el remanido argumento de que el Islam enfrenta una nueva «cruzada» de los cristianos y sus alidos judíos. Esto ya ha comenzado a ocurrir.
El Movimiento Islamista Hamás, por ejemplo, declaró que la decisión de EE UU abría las puertas del "infierno", llamó este jueves a los palestinos a empezar una tercera intifada. El líder de Hamás calificó Israel de “enemigo sionista” y dijo en una conferencia de prensa celebrada este jueves en Gaza que “mañana viernes 8 de diciembre será un día de la ira y el comienzo de una nueva Intifada, llamada la liberación de Jerusalén”.
Este conflicto innecesario, detonado de pronto, en torno a la ciudad de Jerusalen me recuerda el lamento de un español, después del atentado en la Rambla, cuando señalaba: «los Estados Unidos bombardean en Siria y las consecuencias las sufrimos en Barcelona».